Sin dudas, el club Independiente Rivadavia es "tierra de nadie". La seguridad brilla por su ausencia y los barra bravas se mueven como si fueran amo y señor del estadio Bautista Gargantini.
En la práctica de hoy, apareció una bandera colgada en la popular local que decía: "No es una guerra, es una revolución. Al club no se le roba más". Insólito e increíble.
Los mimso hinchas que hicieron suspender el partido ante Atlanta el último 9 de febrero y luego coparon las redes sociales con descargos absurdos, volvieron a escena y se metieron al club. Esta actitud molestó y mucho al DT Matías Minich, quien se molestó con la gente de seguridad del club.
Se terminó la paciencia. Llegó el momento que los directivos de Independiente Rivadavia se pongan a disposición de la Justicia y que brinden con nombre, apellido y sobrenombres, los responsables de este daño irreperable en la vida institucional del club. El verdadero simpatizante de Independiente, el socio, la familia, dijo basta. El que aporta y apoya al club, no tiene lugar. No puede disfrutar de su casa deportiva.
En los pasillos del Bautista Gargantini todos saben quienes son los responsables que ingresaron al estadio con cuchillos y armas de fuego en el partido de Atlanta. Es un secreto a voces, que los barras bravas que se adueñaron de la popular ya se presentaron en el club como los "nuevos jefes" de la hinchada. Increíble.
Y pensar que la Policía de Mendoza realizó varios allanamientos para dar con los encapuchados y el resultado fue negativo. Hoy, los barras volvieron al club. ¿Cómo entraron?; ¿Quién los dejó entrar?. Otro golpe al verdadero corazón del hincha Azul.
Tras la aparición de la bandera, se alertó a la Policía de Mendoza, quien llegó de inmediato al club y alrededores. Se detuvo a sesis personas por averiguación de antecedentes. Lo lamentable: integrantes de ambas facciones estaban adentro del club. Insólito.