El afán de articular universos artísticos que parecen disímiles no es fácil. Pero este año la Fiesta de la Cosecha supo cómo enlazarlos: la orquesta, y sus finos instrumentos; con la frescura de los ritmos populares: una atmósfera que arrobó al público.
La voz de María Eugenia Fernández, una de las cantantes del folclore joven más interesantes de la escena local; los Oyarzábal-Navarro y su genuino aire cuyano. Luego Aznar, que hizo más: le puso rock a la fiesta y se lució en los eficientes arreglos de Polo Martí.
La emoción del ritual tuvo su clímax. La cultura popular dejó rubricada que su fuerza expresiva puede lucir elegante, conmocionante y multitudinaria a la vez.