Y el fútbol contó un cuento... Así se llamaba el programa que Alejandro Apo tenía en Radio Continental los sábados a la siesta y que combinaba fútbol, música y literatura.
Gracias a ese programa se conocieron muchos cuentos que estaban cajoneados y allí salieron a la luz miles de historias que viven dentro de los libros, miles de hazañas deportivas, golazos históricos, intentos de levante a través de abrazos de gol y anécdotas de la infancia.
Esos párrafos son las que nos hacen volar y nos trasladan a épocas que no volverán pero que siempre estarán vivas, mientras alguien se anime a escribir sobre eso.
Gracias a Apo logramos conocer a uno de los grandes escritores de los últimos años, que provocaron que muchos jóvenes se inclinen a la lectura gracias a esa sutil e inteligente mezcla de literatura y fútbol. Y allí aparece Eduardo Sacheri, el responsable de cambiarle la cara a la forma de ver fútbol.
Pero como el personaje que él inventó en “El secreto de sus ojos”: “El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede cambiar de pasión”.
Y justo la pasión de Sacheri juega esta tarde-noche ante Godoy Cruz: Independiente de Avellaneda. Pero, como él mismo se encargó de aclarar en la charla “Fútbol entre líneas”, en la que compartió la mesa con dos escritores mendocinos como Gonzalo Ruiz y Fernando Montaña, “la pasión a veces no es buena porque también puede sacar lo peor de vos” y por eso confirmó que prefiere ver el partido entre el Tomba y el Rojo en su casa, con su hijo, “no me quedé al partido porque prefiero verlo con mi hijo por tele y no solo en el estadio… Ojo que no se entere mi hijo porque sino me va a matar.
Hoy en día tiene más valor ver un partido con mi hijo que ver a Independiente; por ejemplo el plan del fin de semana es sentarme a ver con él River-Boca, la vamos a pasar mejor porque nos importa un comino como salgan”.
Sabiendo que Sacheri estaba en Mendoza para presentar su nueva novela en la Feria del Libro y no había que perder la oportunidad de hablar de fútbol y. sobre todo, de su Rojo, del que escribió varias historias tan increíbles como emocionantes.
Pero, como en el fútbol, la localía se respeta y había que buscarle un contrincante “literario” y allí estaba Rolando López que es tan tombino que llevó su camisetita de Godoy Cruz de cuando era un purrete. Algo maltratada por el tiempo, bien azul y con los bastoncitos blancos y de piqué, Rolando cuenta orgulloso: “Me ofrecieron hasta $500, pero no la vendí”, asegura el autor de “Canelo”, que también será presentado en la feria.
En esta charla quedó demostrado que hasta las personas más pensantes o con pinta de tranquilos, pueden perder la paciencia y dejar de lado los buenos modos para transformarse en uno de esos personajes que ellos cuentan en sus libros.
“Un día bueno mío y gana Godoy Cruz pasa a ser excelente, pero un día regular con una derrota de Godoy Cruz pasa a ser un día pésimo. Ahí me doy cuenta que estoy depositando mi humor en 11 jugadores que no conozco y no conoceré nunca, porque no todos son jugadores del Tomba, son de afuera. Por eso intentás ponerte racional, pero no se puede, juro que no se puede”, señala Rolando López cuando tiene que hablar de su relación con el Expreso.
Del otro lado, Sacheri recoge el guante y deja su mirada: “En el momento que se pone a rodar la pelotita, olvidate. Creo que en un sentido es bueno porque ese nivel de descontrol, desprotección, de exhibición de lo más profundo de lo que uno es, no hay muchas áreas de la vida donde uno lo expone, capaz que si no tenés el fútbol no lo hacés en ningún lado. Dejás aflorar un montón de cosas que en el resto de la vida uno se cuida que no afloren y capaz que está bueno que en algún sitio afloren, quizá para verlas, no para cultivarlas y desearlas y decir ‘esta también está dentro de mí’”.
Para llegar a ese estado de inspiración los escritores tratan de llegar a situaciones tan internas y personales que son dignas de psicoanálisis. En este caso es la relación que sus clubes tiene con su niñez y con la relación que Sacheri y López tienen con sus padres y el fútbol.
“Con Godoy Cruz tengo una situación de paternidad porque los primeros recuerdos que tengo de mi viejo, que murió cuando tenía 8 años, estaban vinculados a la cancha. Entonces era retraer todas las situaciones de un partido a mi viejo. Esas cosas de llorar las hacía al principio, después no lo hice más. La última vez que lloré fue cuando descendimos con Huracán. Para colmo soy padre de una niña y siempre intenté que le prenda la semilla del fútbol, pero a los cinco años me dijo ‘papá, a la cancha no vamos más’ y cuando una mujer se planta es imposible convencerla”, contó desde lo más profundo Roly López sobre su viejo y el Tomba.
Por el otro lado está Sacheri que también comparte una historia de vida similar. Por eso respeta a rajatabla la ceremonia de ir a la cancha con su hijo y disfrutar o sufrir por Independiente: “Mi historia es similar a la de Rolando porque mi viejo murió cuando yo tenía 10 años.
Cuando era chico no íbamos tanto a ver a Independiente porque la cancha nos quedaba a 40 kilómetros, entonces lo veíamos en tele y lo íbamos a ver cuando jugaba de visitante en Vélez o Ferro, que es la línea del ferrocarril que a nosotros nos llevaba a Buenos Aires. Encima yo soy de 1967 y todas las copas de 72’ al 77’, que fue una época dorada y gloriosa de Independiente están súper asociadas no sólo a hacerlo junto con mi viejo, sino que hacerlo en medio de las hazañas”, confesó un tanto melancólico.
Como en aquel campito donde jugaban hasta que se prendiera el foco de la calle, la charla con los escritores llegó a su fin.
Se despidieron en medio de saludos, abrazos y deseos de suerte y volvieron a dejar en claro que por más sereno que parezcan el fútbol siempre va a despertar esa pasión que solo entienden los que aman el fútbol.
Les agrada que Martino sea el DT de la Selección
En un momento la charla se desvió de Godoy Cruz e Independiente y salió el tema de la elección de Gerardo Martino como DT de la selección.
López: "Martino me agrada como técnico. No veo el fútbol de un modo técnico, pero considero que es una buena persona. No tengo esa histeria del triunfo porque la prensa presiona y hay un grado de exigencia que se les traslada a los jugadores".
Sacheri: "A mí me gusta Martino y no se me ocurría otro mejor, pero aclaro que me gustaría que lo hubieran dejado a Sabella. Vos fijate, terminamos el Mundial diciendo 'el trabajo, el esfuerzo, el mérito, el grupo'... ¿qué hacemos dos semanas después? traemos a Martino. Evidentemente la AFA funciona de una manera tal que te van cargando de fichas que terminás huyendo. De todas maneras lamenté que en el Barcelona no terminara de hacer pie".
"La gestión de Cantero fue una gran esperanza fallida"
Sacheri: "Independiente es un club que está intentando ordenarse. Fijate que te contesto más desde el club que desde el equipo. Si nos fuimos al descenso fue porque nos convertimos en un desastre desde lo institucional. Están tratando de pagar deudas, refinanciar compromisos y armar un plantel competitivo, apuntalar las inferiores... en ese sentido estoy conforme. Creo que la gestión de Cantero fue una gran esperanza fallida, muchos hinchas y socios confiamos que una gestión honesta sería suficiente para resolver los desaguisados de Comparada, pero no alcanzó con la honestidad. Yo creo en la honestidad de Cantero, pero creo que a eso hay que sumarle una capacidad de ejecución que no tuvo. Además se enfrentó a los barras, pero cuando vas a dar grandes peleas te tenés que asegurar grandes respaldos".
"Canelo"
La de Canelo es una historia emocionante. Es el relato en la mirada de un canino que un día de febrero de 1990 acompaña a su dueño al hospital y queda suspendido en el tiempo hasta que la calle se vuelve un hogar a la intemperie. Una larga espera de 12 años, que ocurrió en España y que el escritor se encargó de darle vida. Lo presentará el sábado 11/10 a las 20.
"Ser feliz era esto"
En esta novela Eduardo Sacheri se aleja del fútbol y se mete en la piel de una chica de 14 años y desde ahí construye el relato y la relación de Lucas -un exitoso escritor que no sabía que era padre- y Sofía, la niña que llega de Villa Gesell hasta su casa en Morón a contarle que es su hija y que su madre acaba de morirse.