El presidente chino Xi Jinping instó a los comunistas chinos a combatir cualquier amenaza a la autoridad del partido en el poder, en la apertura de un congreso que volverá a consagrar en el poder al dirigente del país más poblado del mundo.
Prometiendo “una nueva era” socialista para su país, del que esbozó un panorama hasta 2050, el presidente chino no dejó entrever ninguna esperanza de liberalización del régimen.
“Cada uno de nosotros debe hacer más para defender la actualidad del partido y del sistema socialista chino y oponerse decididamente a cualquier palabra y acción para socavarlos”, recalcó el presidente chino, ante los cerca de 2.300 miembros reunidos para la gran asamblea quinquenal del partido en el poder.
Casi todos con traje oscuro y corbata roja, los delegados del “mayor partido del mundo” (89 millones de militantes) escuchaban atentamente el discurso de Xi en el Palacio del Pueblo de Pekín, custodiado por altas medidas de seguridad, tras haberle dedicado una ovación cuando entró, sonriendo y flanqueado por sus dos predecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao.
Dirigiéndose al resto del mundo, Xi, que recibirá el mes que viene al presidente estadounidense Donald Trump, afirmó que su país iba a “abrirse todavía más” y prometió un trato “igualitario” para las empresas extranjeras. También dijo estar determinado a continuar con la modernización militar para “hacer del ejército popular un ejército de primer orden” para 2050.
Se prohibieron los partidos de fútbol y se cerraron las discotecas en la capital, donde un amplio despliegue policial se encargaba de mantener la seguridad en torno a esta importante cita, que durará una semana.
También advirtió al vecino Taiwán, estar tentado de separarse definitivamente de China, asegurando que Pekín “tiene los medios para vencer las tentativas separatistas a favor de la independencia taiwanesa”.
Recorte de las libertades
China ha sufrido un recorte de las libertades desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping en 2012. Estas son los cuatro sectores más afectados en los últimos años.
Internet. Las autoridades imponen desde hace tiempo un estricto control de internet. Borran artículos o comentarios considerados problemáticos e impiden el acceso a algunas webs extranjeras (Instagram, Facebook, YouTube, Twitter, Dailymotion, Google).
En junio de 2017, una ley sobre ciberseguridad ha reforzado el arsenal. Su objetivo es proteger las redes chinas, pero también impone nuevos límites a la libertad de expresión.
Abogados. Durante una redada de una envergadura inédita lanzada en julio de 2015, la policía detuvo e interrogó a más de 200 abogados y activistas de derechos humanos. Casi todos los detenidos fueron liberados pero algunos fueron condenados a penas de hasta siete años de cárcel.
La justicia está sometida a las autoridades políticas y el poder de los abogados en el país es ínfimo.
Disidentes. El disidente chino Liu Xiaobo, Nobel de la Paz en 2010, falleció en julio de un cáncer mientras estaba detenido pese a los llamamientos internacionales para que fuera autorizado a morir en el extranjero.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos critican una ley de 2015 sobre la seguridad nacional, por temor de que otorgue a la policía poderes discrecionales.
Religión. El miedo a la emergencia de un islamismo armado en la región de Xinjiang, escenario de atentados sangrientos, ha conducido a las autoridades a imponer nuevas restricciones a la práctica del Islam.
Desde este año, el velo integral y las barbas consideradas “anormales” están prohibidos. Desde 2018, los colegios religiosos se someterán a condiciones más estrictas.