Por Thomas L. Friedman - Servicio de noticias The New York Times © 2016
Gracias a Dios por WikiLeaks.
Confieso que empezaba a preguntarme qué es lo que representa realmente la verdadera Hillary Clinton, la que nunca se llega a ver detrás de las puertas cerradas. Sin embargo ahora que gracias a WikiLeaks he tenido la oportunidad de leer detenidamente sus discursos ante Goldman Sachs y otros bancos, estoy más convencido que nunca de que ella es la presidenta que Estados Unidos necesita hoy.
¡En serio, esos discursos son increíbles! Muestran a alguien que tiene visión, un enfoque pragmático para conseguir que se hagan las cosas y un saludable instinto para equilibrar la necesidad de fortalecer nuestras redes de seguridad social con darle rienda suelta a la clase empresarial estadounidense para crear el crecimiento que se requiere para sostener los programas sociales.
Así es que gracias Vladimir Putin por revelar cómo es que Hillary realmente espera gobernar. Solo desearía que más de esa Hillary estuviera haciendo campaña en este momento y forjando un mandato sobre lo que realmente cree.
¿WikiHillary? Estoy con ella.
¿Por qué? Empecemos con lo que WikiLeaks dice que ella dijo en la conferencia del Banco Itaú de Brasil, en mayo del 2013: “Creo que tenemos que tener un plan concertado para incrementar el comercio (...) tenemos que resistir el proteccionismo, otros tipos de barreras al acceso al mercado y el comercio”.
También dijo: “Mi sueño es un mercado común hemisférico, con comercio abierto y fronteras abiertas, en algún momento en el futuro, con energía que sea tan verde y sustentable como podamos obtenerla, impulsando el crecimiento y las oportunidades para cada persona en el hemisferio”.
Eso es música para mis oídos. Un hemisferio en el que los países comercien unos con otros, y donde más personas puedan colaborar e interactuar en el trabajo, el estudio, el turismo y el comercio, es una región que probablemente se está haciendo más próspera con menos conflictos, especialmente si más de ese crecimiento está basado en la energía limpia.
Si se compara a nuestro hemisferio, o a la Unión Europea, o a los países asiáticos que comercian entre sí con, por decir, Oriente Próximo -donde el flujo del comercio, el turismo, el conocimiento y el trabajo entre los países se ha restringido de tiempo atrás- se hace obvia la argumentación de la visión de Hillary.
La forma en la que Bernie Sanders y Donald Trump han hecho de comercio y globalización palabras sucias es ridícula. La mundialización y el comercio han ayudado a sacar a más gente de la pobreza en los últimos 50 años que en cualquier otro momento de la historia.
¿Necesitamos hacer ajustes para compensar y proteger mejor a la minoría de la población estadounidense afectada por un comercio y movimientos más libres? ¡Seguro que sí! A eso se le llama arreglar un problema; no desechar todo un sistema que sabemos por los largos registros históricos que contribuye, en el balance, al crecimiento económico y la competitividad, así como a sociedades más abiertas.
En un discurso pronunciado ante el grupo Morgan Stanley el 18 de abril del 2013, WikiHillary elogió el plan de reducción del déficit de Simpson Bowles, el cual incluye reformar el código fiscal para incrementar la inversión y el emprendimiento, e incrementar ciertos impuestos, recortar algunos gastos y subsidios para hacerlos más sustentables.
El modelo por excelencia de esa gran negociación podría adoptar muchas formas, dijo Hillary, pero enfatizó a puerta cerrada: “Simpson y Bowles plantearon el marco correcto. Concretamente, tenemos que restringir el gasto, tenemos que tener ingresos adecuados y tenemos que incentivar el crecimiento. Es una fórmula tripartita”.
Tiene razón. Nunca saldremos de este estancamiento económico ni protegeremos a las generaciones futuras a menos que los sectores empresarial y social, los demócratas y los republicanos, todos den y reciban algo; y eso es exactamente de donde procedía WikiHillary.
En un discurso de octubre de 2013 ante Goldman Sachs, Clinton pareció sugerir la necesidad de revisar las regulaciones que se les impusieron a los bancos con la Reforma Dodd Frank a Wall Street y con la ley de protección al consumidor, la cual se aprobó en 2010. La idea no era deshacerse de toda la normativa sino, más bien, asegurarse de que no se estuvieran imponiendo cargas innecesarias que limitaran los créditos a los pequeños negocios y las empresas emergentes.
Como lo expresó Clinton: “Se debe pensar más en el proceso, y las transacciones y regulaciones para que no eliminemos ni mutilemos lo que funciona sino que nos concentremos en la forma más efectiva de avanzar con la fuerza intelectual y el poder financiero que existen aquí”. De nuevo, totalmente correcto.
También es posible encontrar en WikiHillary, o en sus asesores, reflexiones sobre “un impuesto al carbono” y sobre si salir a apoyarlo o no, como lo hizo Sanders. Ella optó por no hacerlo ahora, probablemente para evitar que los republicanos le endosen que está llamando a tener un impuesto nuevo en la campaña electoral, pero yo tengo confianza en que ella haría parte de su política sobre el clima el ponerle precio al carbono.
Cuando leo WikiHillary, entiendo que se trata de una política inteligente, pragmática, de centro izquierda, que estará inclinada a trabajar tanto con la comunidad empresarial como con los republicanos para mantener a Estados Unidos inclinado hacia la expansión del comercio, el emprendimiento y la integración mundial, en tanto que se redoblan los esfuerzos para proteger a los trabajadores de los aspectos negativos de estas políticas.
Solo lamento que los coordinadores de la campaña de Hillary pensaran que no podía hablar como en WikiHillary para forjar un mandato apropiado para la presidenta Hillary. Se habría ganado el respeto por atreverse a hablar con la verdad ante su propio electorado -y demostrar liderazgo- y no a los votos perdidos.
No obstante, gracias a WikiLeaks, el equilibrio correcto de los instintos en cuanto a los problemas que a mí me importan más. Así es que, de nuevo, gracias Putin por exponer a esa Hillary. Ella podría ser una presidenta bastante buena para estos tiempos.