Considerada, muchas veces, una bebida de lujo y muy asociada durante años a los hombres, el whisky empieza a tener fama y logra posicionarse en las barras de los bares como una de las bebidas más consumidas y preferidas por todos.
Esta popularidad, que impulsa su misma industria, es gracias también a la labor de los embajadores de las distintas marcas que logran que se vuelva irresistible.
Gonzalo Palacio (32), embajador de The Macallan para Latinoamérica, visitó la provincia invitado por Park Hyatt Mendoza y allí ofreció una degustación de estos destilados. En charla con Guarda 14, explicó su conformación, su método de elaboración y también las alternativas para maridarlo, entre otras.
El fascinante mundo del whisky
Son tres ingredientes los fundamentales para elaborar un whisky en cualquier parte del mundo: agua, levaduras y cereales (centeno, maíz o cebada). "No se puede usar otro grano. Si a esos ingredientes se le aporta fermentación, luego destilación (quitar ese agua para lograr un volumen de alcohol más elevado), y por último, se le aporta una maduración en barricas, se obtiene un whisky", explica Palacio.
Los diferentes estilos existentes provienen según su país de elaboración. Los más conocidos -continúa Gonzalo- son:
americano, que tiene un 51 por ciento de maíz como mínimo y barricas de primer uso, obligatoriamente, de roble blanco;
canadiense, que utiliza centeno como su grano principal, tiene doble destilación y 3 años como mínimo de envejecimiento en barrica de roble;
irlandés, de cebada, con destilación triple (lo que le dará menos carácter), envejecimiento de 4 años como mínimo;
japonés, muy nuevo en el mercado, similar a los escoceses y dirigido al mercado asiático; y, por último,
escocés -el más conocido-, con por lo menos 3 años en barricas de roble, menores a los 700 litros de capacidad, para obtener un sabor más suave y un color más dorado.
Ahora bien, ¿cuáles son las características básicas de un whisky al beberlo, más allá de su origen? "En líneas generales son: notas de madera; un poco de frutas; vainillas, si es que ha pasado por roble americano, melaza, notas un poco picantes como jengibre. En tanto, un whisky que ha pasado por barricas europeas tendrá más complejidad; se sentirá la pasa madura, la ciruela, el chocolate", aporta el embajador de la marca.
Las formas de servir un whisky, aunque parezca sencillo, también conllevan algunos tips y son parte de toda esta sofisticación que lleva esta bebida espirituosa:
-puro, a una temperatura entre 12 a 16 grados, temperatura de bodega.
-con el agregado de unas gotitas de agua, para abrir el whisky, refrescarlo y bajarle un poco el alcohol. "No está mal hacerlo. Hace poco leí una nota de un portal europeo que aseguraba que la mejor manera de beberlo es con agua", comenta Palacio.
-con un bloque de hielo o esfera, para refrescarlo sin llegar a enfriar totalmente la bebida porque de esa manera no se apreciaría.
Con un habano o un plato de pastas
Es habitual asociar un vaso de whisky a un habano o a la degustación de chocolates. Y según los expertos, ambos son aliados de esta bebida, socios indiscutidos. Pero no sólo a estos dos productos se limita el maridaje. "Nosotros damos un paso más e invitamos a vivir otras experiencias como por ejemplo con quesos y hasta con una cena", dice Gonzalo Palacio y agrega: "Se busca una experiencia en la cual el whisky no resalte, pero sí se acompañe con comida a la altura. Y esto se logra con distintos salseados o condimentos y especias que elevan los sabores de carnes, pescados y pastas".
Los quesos fuertes, como el azul o el brie, son ideales también por sus texturas, untuosidad y aroma. "El whisky logra ablandar al queso o al chocolate en boca y su fusión es perfecta", recomienda Gonzalo.
Sepa más
Tips para consumidores que se inician
Los whiskies tipo americano e irlandés son ideales para iniciadores. Fáciles de beber, ligeros, dulces.
Se recomienda tomar un sorbo de agua antes de beberlo para preparar la boca y para que el paladar esté refrescado para recibir esta bebida con tanta graduación alcohólica. A su vez, para que quede un residual de agua para amalgamar un poco la entrada del whisky.
Con respecto al tiempo de guarda, es importante saber que un whisky embotellado no evoluciona; sí es bueno guardarlo en una bodega sin picos de temperatura. En botella cerrada puede durar 100 años; una botella con 3/4 de líquido puede permanecer unos 3 años; con un poco menos (1/2 botella), hasta un año; y si queda menos aún, "hay que juntarse rápido y disfrutar de lo que queda", según el especialista.
Lo importante en un whisky es que sea agradable al paladar y es fundamental apreciar, en cada uno, un perfil diferente. / Gonzalo Palacio