Transitar las salas de lectura y los angostos pasillos que separan altas estanterías de libros leídos por incontables miradas podría atraer sólo a los amantes literarios. Pero si a ese recorrido le sumamos el olor imperecedero de ejemplares centenarios, las historias escondidas entre sus paredes y los mitos revelados, todo a oscuras donde las voces y los silencios cobran vidas presentes y pasadas, entonces sí la atracción puede ser inevitable tanto para los nostálgicos como para los millennials.
La hipótesis se confirmó el viernes por la noche cuando –tras una primera experiencia en 2011– volvieron las visitas nocturnas a la Biblioteca Pública General San Martín. En menos de seis horas se agotó la capacidad de asistentes (no más de 40 por visita) para los dos recorridos teatralizados. Habrá más "funciones" los viernes 2, 9 y 16 de agosto. Son de acceso gratuito pero un día antes de cada fecha hay que inscribirse a través del Facebook de la biblioteca o en el sitio web de la Secretaría de Cultura de la Provincia. Los interesados también pueden comunicarse al 4231674 o dirigirse a la sede de la Biblioteca (Remedios de Escalada 1843, Ciudad).
La experiencia resultó novedosa para todos por igual. Los jóvenes buscaban alianza con los audios provenientes de una tablet mientras se asombraban con las colecciones de diarios de papel de hace un siglo. Los adultos buscaban recuerdos de pertenencia a una época dorada de las bibliotecas que ya no volverá.
Mientras, los 197 años de acción de la biblioteca San Martín, la más importante de Mendoza, se iban deshilvanando a cada paso, a través del elenco de siete actores y seis empleados de esa institución que se fusionaron a la perfección en el hecho artístico, dirigidos todos por Sacha Barrera Oro.
Con un inicio al estilo "flashmob", el sereno del lugar, Rubén (en la piel de Dardo Boggia) "corría" a la gente con su lampazo en mano mientras le aclaraba a la coordinadora de la biblioteca, Marta Babillón, que ese tal 'licenciado Barrera' no llegaría para ofrecer la visita guiada. Entonces se ofrece como servidor ya que sus 40 años de trabajo allí le dan voz autorizada para contar lo que se esconde detrás de esos mesones de madera cada vez que se apaga la luz.
Juan Crisóstomo Lafinur (interpretado por Diego Ríos Roig) y José de San Martín (Enrique Lucero) son dos de los personajes históricos que saltan de las páginas a la escena para sorpresa de los presentes. Así como también en la figura de Rosita, encargada de la hemeroteca del lugar que falleció hace 15 años, se rinde homenaje a los empleados que ya no están.
En el recorrido veremos que los romances siempre son susurrados en una biblioteca, que entre sus paredes se acobijan hasta las historias más oscuras que tenemos como sociedad, al servir como escondite a prostitutas y travestis que reprimía la policía en los '80 o a perseguidos políticos de la última dictadura militar.
La visita teatralizada revela también noticias poco difundidas de ese emblemático espacio literario mendocino. Allí, por ejemplo, el general Pacheco y sus soldados saquearon libros en 1941 para tener papel para armar sus cigarros. La sala de lectura se llama Manuela Mur en honor a esa escritora de Pareditas (San Carlos) y directora de la biblioteca en 1962 que trajo la Feria del Libro a Mendoza.
El 9 de julio de 1822 abrió sus puertas la única biblioteca pública provincial que llevaría el nombre de San Martín ya que fue el Libertador quien impulsó su creación, donó ejemplares para tal fin y actualmente se guardan en el lugar cuatro libros con el sello del Padre de la Patria. Esta visita recuerda a su vez el robo de 136 joyas bibliográficas que allí descansaban hasta el año 2003. Y, aunque sin abrirnos las puertas por razones de seguridad, la expedición nos ubica la sala de conservación -con cámaras de refrigeración especiales- de unas dos mil reliquias literarias que este lugar custodia.
Traspasar el mostrador para adentrarse a los pasillos de esa inmensa librería es otra de las atracciones del recorrido, que nos lleva a la hemeroteca, al antiguo taller de encuadernación (con su radio galena y cizalla para cortar papel) y al primer piso destinado a los autores mendocinos. Justamente en el espacio de relevancia local para nuestras letras que es el tiempo llega al presente, mostrándose renovado, con menos estética bibliotecaria y más parecido a los cafés literarios.
Las escalinatas lucen tapizadas con frases de Armando Tejada Gómez y en la sala la figura del gran poeta y letrista es protagonista en una estantería donde luce su primera novela, "Dios era olvido" (1978), que Antonio Contreras donó a la biblioteca en abril pasado al celebrarse el 90 aniversario de su natalicio.
Las voces de Antonio Di Benedetto, Tejada Gómez y Jorge Luis Borges, así como discursos de época de Juan Domingo Perón y Jorge Rafael Videla, forman parte de estas visitas teatralizadas que nos dejan la inquietud de volver para conocer qué pasa ahí cuando se enciende la luz de cada día.
Una historia paralela de reencuentros que curan heridas
En esta primera visita nocturna teatralizada a la Biblioteca Pública San Martín, las historias no sólo fueron contadas por los libros y personajes. También dos espectadoras tomaron protagonismo.
Es que, por esa "casualidad del destino", cuando llegó el momento de los relatos sobre la última dictadura militar argentina, una mujer en penumbras alzó su voz. "Entre los desaparecidos y torturados estaba también mi padre, Pedro Tránsito Lucero, y mi madre Dora Goldfarb", manifestó Alejandra Susana Lucero (49) para sorpresa de los presentes. Sobre todo de otra mujer que, desde el otro lado del recorrido se acercó silenciosamente a ella y le dijo: "Yo trabajé con tu papá, éramos amigos".
Blanca de Moretti (75) había sido locutora en LV8 Libertador y compañera de Tránsito Lucero, a quien después de su desaparición y exilio no volvió a encontrarlo nunca más. "Tu papá tenía una pluma como nadie, era un excelente periodista y una excelente persona", le manifestó a Alejandra, quien apenas podía contener las lágrimas de ese emotivo reencuentro con su pasado.
Ella era una niña cuando el 24 de marzo de 1976 su papá estuvo en la redacción de Los Andes hasta la una de la mañana y la última noticia que mandó a imprimir fue que "la presidenta de la Nación salía en un helicóptero desde la Casa Rosada con destino desconocido...". Minutos más tarde el periodista, junto a su mujer, Dora Goldfarb (jueza en lo Correccional de la provincia) fue detenido por personal del Ejército Argentino que irrumpió a los golpes y gritos en su departamento.
"Qué regalo fue conocerte, nosotros por la dictadura nos exiliamos y vivimos muchos años en Estados Unidos y Europa. Una sola vez vine a esta biblioteca y no tuve una buena experiencia. Ahora me permití volver desde otro lugar, a través de esta visita nocturna, para empezar a sanar las heridas", manifestó Alejandra mientras agendaba el teléfono de Blanca.