La prestigiosa murga Agarrate Catalina regresa a la provincia este fin de semana para estrenar su nuevo musical "Un día de Julio".
La compañía de los hermanos Tabaré, Yamandú y Martín Cardozo, hasta este momento ya recorrió diez provincias argentinas desde que fueron ovacionados en octubre en el Gran Rex y tras dos años de ausencia en nuestros escenarios, aterrizarán hoy en el teatro Roma de San Rafael (por primera vez), mañana sábado en el Bianchi de Rivadavia y el domingo en el Plaza de Godoy Cruz.
En esta ocasión, luego de varios años de ausencia en el equipo, ellos vuelven a trabajar con Tabaré Cardozo, co autor de un texto que escribió junto a Yamandú, en el que por primera vez crean un relato de lo más parecido a una obra de teatro, concentrado en dos personajes humanos; el idealista aunque algo agorafóbico Julio y su madre quejosa, acompañados por una camada de ratas que lo cuestionan, lo acompañan y lo critican e incluso se fastidian de su condición humana.
"Soy la mamá de Julio", nos adelantó Yamandú ayer vía telefónica desde un hotel porteño, elegido como punto de concentración para el desembarco de los demás miembros de la compañía.
"Es una madre súper culpabilizadora, castradora, podríamos definirla como el archienemigo de Julio o como quien resume ese candado que siempre intenta blindar todo el pensamiento libre de su hijo".
Como a Julio, a Yamandú le apasiona describir su proyecto de vida y parece comportarse como un niño entusiasmado por respirar ese oxígeno de ideas, notas musicales, disfraces y canciones que forman las piezas de este nuevo espectáculo. Y sabe por qué.
"Es que teníamos ganas de dar este paso para adelante. Hasta esta obra, nuestra murga había cumplido con las reglas estructurales del género, eso de deslizarse expresivamente a través de un eje central, de un núcleo temático que enlazara la música y las estrofas. En este caso, con Tabaré creamos una historia más parecida al teatro, al menos en el planteo de sostener con fuerza ese eje pero usando a varios personajes.
Yamandú se ríe. No puede evitar relacionar lo dicho sin dejar de pensar en su hermano Martín, quien interpreta a Julio. Esa relación íntima y creativa entre los hermanos ahora se arrastra hacia unas trincheras discursivas, porque la madre (él mismo) se pelea a morir con Julio, lo maltrata, lo insulta, lo arrastra hacia sus inseguridades. Se arma un juego de rivalidades lúdicas que ambos sin duda comparten con mucha complicidad.
Al mismo tiempo, el personaje de Julio está moviéndose como un equilibrista en peligro: o elige uno u otro extremo de la cuerda o se cae al vacío.
"La obra desarrolla un arco dramático. Nos movemos en unas ondulaciones que nos permiten atravesar un planteo, una problemática y desatar nudos hasta un final, aunque sin la obligación de que hasta ese punto se resuelva algo. Hemos encontrado una especie de Caballo de Troya que nos sirve para guardar todas las cosas que queríamos contar para después desmantelarlas juntas en un mismo espectáculo”.
- ¿Y qué son esas cosas?
Yamandú: -Julio piensa mucho en el mundo. Intenta encontrar soluciones para que no lo destruyan y también piensa en el factor humano y lo que lo une a la naturaleza. Tiene en contra a su madre, una resentida insoportable y como apoyo a sus ratas amigas, que lo bajan a tierra, que lo sacuden con un pensamiento más racional. Al mismo tiempo, la trama hace hincapié en el bicho humano, en el sistema capitalista, en la sociedad del consumo, el mandato del sistema axiomático y dogmático.
Habla de estos tiempos en que la imposición le da poco espacio a la discusión. Habla de la injusticia y opresión detrás de la carrera del consumo. Teníamos ganas de hacer todo eso. Queríamos construir una plataforma narrativa para comprimir estas ideas y movernos en esa descripción algo desquiciada del loco y su lógica que de tan demente parece verse a veces bastante cuerda.
"Un día de Julio" presenta tanta desesperación como esperanza. Hay rebeldía pero al mismo tiempo hay fe en un espacio en el que el amor y el odio colectivo colisionan. "Hay siempre una luz sobre todas estas quejas. Todo se centra en las ganas de intentar, aunque no de manera naif, por supuesto, de animarlos a hacer una transformación. No somos cobardes ni tampoco somos conformistas. Pero hay filosofías que pueden evitar una conclusión. No tiene por qué resolver todo. Nos gusta mucho más hacer más preguntas que pensar en las respuestas.
- ¿La madre representa el pasado? ¿Es un estereotipo de alguna tradición política?
- Está claro que la madre desprecia el interés colectivo. Al mismo tiempo, ese caserón venido a menos es la escenificación del mundo interno de Julio. Las ratas son distintos estratos de su pensamiento, los oscuros y los luminosos y la madre es como un látigo de sus utopías.
- ¿Y cómo se llevan ustedes? ¿Vos y Martín enlazados en estos dos personajes en lucha?
- Utilizamos como estímulo nuestras conexiones mutuas. Hasta este espectáculo, yo siempre interpretaba a personajes más neutros o al menos más buenos. Acá soy una vieja de mierda. Está re bueno porque me divierto hacerlo. Me divierto mortificar a Martín. La madre no se hace cargo de nada. No reconoce ninguna traza de sus actitudes. Al mismo tiempo, es una obra que tiene mucho humor metido en el medio y eso nos permite exagerar.
- ¿Las ratas representarían las posibilidades del mundo exterior?
- En realidad, ellas tienen el rol de cuestionadores. Ayudan a Julio en su trabajo mental, pero también lo agreden. Son animales humanizados y son las verdaderas narradoras del cuento. Lo que me gusta a mí es que se burlan del humano. Lo caricaturizan. Me divierte que sea la rata el bicho que se queje del hombre.
- ¿Cómo se escribió el guión?
- Fue un aporte de mi hermano Tabaré, Martín y yo. Tabaré además ha sido el compositor de las canciones. Pero el resto del equipo, como Darío Rabotti y Alfredo Iriarte, también ensamblaron ideas.
- ¿El show se transforma mientras recorre los escenarios?
- La murga puede independizarse y al mismo tiempo puede apropiarse de lo que va pasando en el público. Durante el espectáculo, la murga siempre tiene un pasadizo a la improvisación. No sabemos en todo caso a dónde este pasadizo nos va a llevar, pero nunca deja de ser divertido. Sin embargo, también tenemos un plan B o C para volver a entrar.
A esta altura del partido, la Catalina está súper entrenada y como es un show callejero, que puede funcionar para públicos muy diversos, desde auditorios regios a plazas suburbanas, el público siempre se integra, influye. Hay entrenamiento para esto, el género lo demanda. Las libertades expresivas suceden y a veces se institucionalizan. En el rodaje comienzan a germinar flores que nunca habíamos plantado y que después vamos cuidando cada uno de nosotros.
- ¿Hay muchas diferencias entre la recepción del público de las provincias del de Capital Federal?
- Al decir verdad, a nosotros nos impacta esa familiaridad que tenemos con los argentinos. Nos sentimos como en casa siempre. Pero en el interior, desde las velocidades, las interacciones, es mucho más fuerte que desde Capital Federal. También se incorpora el nivel de agradecimiento, algo que no nos terminamos de acostumbrar porque no creemos nunca que es algo que nos merecemos recibir. Hay una cosa preciosa que pasa cuando charlamos con el público; siempre nos dicen: "Gracias por venir hasta acá".
- Pero siempre veo que se alteran cuestiones políticas...
- En realidad, no hay muchas noticias coyunturales aunque nunca hemos dejado de hablar de lo actual, de la grieta, de las cosas que vamos compartiendo, quizá con mucho delay, con Argentina. Hay procesos ideológicos que se van sincronizando desde el virreinato mismo, un virreinato que hemos compartido históricamente. Pero hay que asumir que, como artistas, somos actores políticos. Estamos parados frente a las ideologías. Hay que ver si en realidad estamos escuchando o cuestionando o replanteándonos las cosas que nos pasan.
Como dijimos, Agarrate Catalina vuelve a trabajar junto a otro de los fundadores de la murga, Tabaré Cardozo. Lo hicieron primero en el espectáculo que compartieron con León Gieco en 2013 ; luego en la última presentación del álbum de Tabaré "Malandra", en mayo de 2014 y con esta, "Un día de Julio", en el que Tabaré asume los roles de director escénico, arreglador musical y co-autor.
La ficha
Agarrate Catalina con "Un día de Julio" (estreno).
Hoy, a las 21, en Cine Teatro Roma (Yrigoyen 280, San Rafael). Entradas: $ 350, $ 300, $ 250.
Anticipadas en boletería del teatro y Tarjeta Nevada (Irigoyen 258).
Mañana, a las 21, en teatro Bianchi (Lavalle y Aristóbulo del Valle, Rivadavia). Entradas: $ 300. Anticipadas en boletería del teatro Ducal.
Domingo, a las 22, en Teatro Plaza (Colón 27, Godoy Cruz). Entradas: $ 350, $ 300, $ 250, $ 200. Anticipadas en boletería del teatro, Tarjeta Nevada (Las Heras 416) y Maxi Mall Urbano (San Martin 1465).