Bajo un inimaginable cielo turquesa, los paisajes riojanos se agolpan sin apuro, invitando al deleite, a la contemplación de una geografía caprichosa, juguetona. Habrá que ser ordenado para abarcar las múltiples opciones. Aquí proponemos un circuito turístico que bien puede ser la síntesis de una provincia que sorprende al viajero.
Se trata de "La Vuelta de Pique" ubicada en el Departamento de Chilecito. Ella sugiere sumergirse en natura y asomarse al legado de culturas milenarias entre valles y montañas, salpicadas por grandes viñedos y cultivos de olivos, nogales y frutales.
Por la ladera del Cordón del Famatina, al Oeste de la provincia, se llega a la Vuelta de Pique, que se puede recorrer de muchas maneras, y lo mejor, durante todo el año. Haciendo trekking, cabalgatas o mountain bike, el trayecto del camino propone ascender a una altura máxima de 2.500 metros sobre el nivel del mar, y a su paso se pueden conocer sitios arqueológicos y escenarios naturales que remontan a los orígenes de estos pueblos.
Allí, esparcidas en la tierra, se pueden descubrir las comunas de Santa Florentina, Guanchín, Sañogasta y Miranda, que ofrecen productos naturales y la idiosincrasia de los poblados de montaña.
Además, para los que buscan opciones de turismo rural, en estas comarcas es posible visitar bodegas artesanales, fincas con variados cultivos y cría de ganado. Por supuesto la participación en actividades junto a los campesinos locales está a disposición.
Entre los poblados nombrados, Guanchín es particularmente tentador. Ubicado a unos mil metros más abajo, agricultores dedicados a nogales, almendros, durazneros y membrillos, reciben en a los visitantes que se sienten atraídos por los sabores más puros.
Un viaje en el tiempo
Con nueve estaciones enclavadas en lo alto de la montaña, el cable carril se extiende por un recorrido de 35 kilómetros que impresiona de tan sólo imaginarlo. Desde Chilecito, a 1.075 msnm, hasta la Estación 9, a 4.603 msnm, el paseo permite disfrutar de una privilegiada vista de los cerros pre cordilleranos.
Por iniciativa del Dr. Joaquín V. González, el cable carril se puso en marcha en febrero de 1903 y se inauguró en julio de 1904. Hasta 1930 fue utilizada para transportar unas 400 toneladas diarias de oro y plata que brotaban sin límite del cordón del Famatina -la sierra más alta del mundo con 6.250 msnm- hasta la estación del ferrocarril, en las afueras de la ciudad de Chilecito.
La mina de oro se siguió explotando -con algunos vaivenes y cambios de concesión- hasta 1950 y, luego de treinta años de abandono, fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1982.
Las estaciones del ayer
En la actualidad, el magnífico paisaje que surca y la mina abandonada, se han convertido en un particular destino turístico. Por estos días, el cable carril está en desuso y sus estaciones están en pie pero son de difícil acceso. De todos modos, se ofrecen excursiones que salen desde Chilecito o desde el vecino pueblo de Famatina para seguir el tendido del cable, a pie, a caballo, en moto y en vehículos 4x4.
En detalle, son cuatro las alternativas que se idearon para su recorrido. En primer lugar, se puede visitar en 4x4, con un guía, la Estación 2, la 3, Guanchín, los circuitos de Sañogasta y Chilecito. También, se ofrece la opción de recorrer la zona en bicicletas. Desde Chilecito, se sube en camionetas por la Cuesta de Pique hasta la parte alta Las Chúcaras y se desciende en bicicletas.
Durante el primer tramo se pueden apreciar algunos vestigios de antiguas civilizaciones, como petroglifos y un punto de observación del Camino del Inca. Por otra parte, otra de las ofertas incluye el ascenso en camioneta hasta la Estación 3 para luego hacer un trekking de 2 horas y media hasta un mirador. Desde allí, se continúa hasta la mina de oro en camioneta para luego pasar la noche en el refugio que se emplazó hoy en las viejas instalaciones recicladas del yacimiento minero.
Otro recorrido se compone de un ascenso en camioneta hasta la Estación 3, luego a la 4 para pasar la noche y seguir al otro día hasta la Estación 5. También, se puede pasar una segunda noche en la Estación 6 conocida como Estación Cielito. Las excursiones se pueden hacer todo el año.
A los 2.800 metros de altura estalla el óxido, color que baña la montaña en la zona de Los Pesebres. El Cañón del Ocre, a 3.200 msnm, y sus murallas, contiene al río Amarillo, curso de agua que hay que sortear varias veces con la camioneta en el agua. Ya a los 4.000 metros, la fantasmal estación 9 da la bienvenida con sus derruidas vagonetas, construcciones en ruinas y restos de lo que fue la mayor obra minera de La Rioja.
El recorrido que comienza y termina en Chilecito, también ofrece la posibilidad de pasar por la Cuesta de Miranda, rumbo al Parque Nacional Talampaya, o tomar la famosa Ruta 40, que une todo el país.
800 vueltas en la cuesta
Sobre la mítica Ruta Nacional 40, de 5.000 kilómetros de extensión, la Cuesta de Miranda suma, al recorrido por la provincia, un invalorable adicional. El sol riojano, que nunca descansa, va marcando en el camino, según el momento del día, las distintas intensidades del bermellón que acompaña gran parte del trayecto de 800 vueltas, que demanda precaución máxima al conducir, para no ser presa de las cornisas.
Una vez adentrados en este espectacular corredor flanqueado por insondables desfiladeros, comenzamos a subir bordeando el río Miranda, a medida que aparecen los primeros cardones con brazos de candelabro. El paisaje recupera su verdor gracias al río, y en ciertos lugares crecen altos álamos, sauces y nogales.
En el mirador llamado “Bordo atravesado”, a 2.020 metros sobre el nivel del mar, el punto más alto de la cuesta, se acaba el asfalto por un trecho de 10 kilómetros (de todos modos, el camino se encuentra en muy buen estado y se puede transitar con auto común).
Aquí surge una tentadora alternativa para seguir viaje: continuar por la RN 40 un total de 57 kilómetros hasta Villa Unión, para usar esa ciudad como base y visitar destinos como el Parque Nacional Talampaya y la Reserva Natural Laguna Brava.
Un clásico imperdible
Entre las inmensidades vírgenes que acuna la provincia, el Parque Nacional Talampaya es la postal riojana por excelencia. Se encuentra hacia el noroeste de la capital provincial. Forma parte de la Cuenca Triásica de Ischigualasto y es una vasta región desértica donde afloran antiguos sedimentos instalados allí desde la era mesozoica, hace 250 millones de años.
Cualquiera de los circuitos tradicionales que se ofrecen, insumen un día completo y se realizan con guías y guarda-parques, que velan por la integridad de tan valioso patrimonio.
Para conocer al Gran Cañón, la gigante muralla de 130 metros, a la Chimenea y Los Reyes Magos, la firma concesionaria Rolling Travel ofrece diversas opciones de recorrido, desde un paseo en bicicleta hasta un safari aventura en un Oberland 4x4.
Otro circuito de trekking ineludible, que propone La Asociación Civil de Guías Talampaya, tiene una duración de aproximadamente 3 horas e incluye la Quebrada de Don Eduardo. Recorrer esta árida geografía por el cauce del río seco, hasta ingresar a la quebrada, es en sí misma una aventura.
El Cañón Arco Iris es bastante diferente a los demás y es otra de las nuevas opciones del Parque Nacional. Dentro del universo de este desfiladero se alza un escenario de enormes formaciones ocres, rojas, verdes y blancas, que dejan perplejo al visitante.
Las formaciones geológicas de la sierra de Paganzo señalan perfectamente cómo se fue formando la Tierra durante millones de años. Se ven cuevas, pasadizos y enormes rocas que penden en el aire y parecen a punto de caer. La Cooperativa Talampaya está a cargo de este recorrido y también de la excursión a Ciudad Perdida.