Voto por...

Dirán: “Un voto menos no es nada”; por el contrario, un voto menos es mucho. Aquél que decide no votar está poniéndose una mordaza.

Voto por...
Voto por...

Una elección es un acto a través del cual un cúmulo de personas emite una opinión. Dice: "Elijo a éste / ésta". Ésa es una opinión y quien la emite se hará cargo de su determinación. Una elección está fundamentada en el voto individual. Es el momento en que todos son tenidos en cuenta, el momento en que todos valemos un voto, pero valemos.

Es la esencia del sistema democrático, el momento crucial que ocurre de vez en vez en cada país que acepte a la democracia como norma de vida. Es la validación del conjunto pero también de la individualidad. La masa importa, porque importa la sumatoria de opiniones pero para uno, para uno solo, uno persona, es decir "ahora me toca opinar a mí, ahora me toca hablar con voz de sobre".

Dirán: "Un voto menos no es nada"; por el contrario, un voto menos es mucho. Aquél que decide no votar está poniéndose una mordaza. No valen sus protestas por el mal andar de un gobierno si cuando tuvo la oportunidad de decirlo explícitamente, no lo hizo.

En nuestro país ir a votar es una obligación, a diferencia de los Estados Unidos de la USA que nos usa, por poner un ejemplo, donde va a votar el que quiere y el que no, se va de picnic a un lugar donde aprecie que es difícil que haya un tiroteo.

De todos modos hay quien piensa que, si no vota, nadie lo va a notar. Sí lo van a notar. Lo van a notar los integrantes de la mesa que le corresponde y va a pesar en el acto electoral de su propia conciencia. "Yo pude poner mi pequeño granito de arena para que las cosas cambien y no lo hice" - se habrá de decir cuando los titulares de los diarios den malas noticias del país-.

Hay una sentencia literaria que dice: "Cayó una gota de lluvia sobre el mar, el mar ya no fue el mismo".

Se acercan las elecciones y el voto popular va a renovar uno de los poderes, el Legislativo. Los otros dos deberán esperar. Más, el Poder Legislativo es el que va a producir las futuras leyes que, a los otros dos, harán funcionar. Uno dice: hay que hacer esto, otro lo hace, y el otro poder sanciona a todos aquellos que no respetan lo que dijo el primero. Así funciona la democracia. Por lo tanto, el acto eleccionario que se viene es como meter la torta en el horno para que se cocine.

Es muy difícil (o carece de interés) detectar, saber de ellos, conocerlos, a todos los que integran una lista que aparece con varios nombres. Generalmente nos convence uno, el primero, el más importante. En varias provincias, el de senador nacional. Los demás van prendidos a la trascendencia del número uno. Por eso a veces nos sorprende una declaración de un diputado nacional, o provincial, o un concejal, que no nos resulta familiar. Decimos entonces "¿Y éste /ésta, de dónde salió?" Pues salió de nosotros que votamos sumergidos en el mar del desconocimiento.

Dilapidar un voto no es quitarle un pelo a la ceja; es, por el contrario, sacarse la ceja con el ojo incluido, es simplemente no ver. Demos al voto la importancia que tiene. No tomemos como una molestia el hecho de ir a votar, sino como una magnífica oportunidad de mejorar lo que tenemos, de espantar lo que nos duele, de ser más felices. El voto es un camino reconocido hacia la felicidad.

Todavía nos queda una semana para enterarnos de quiénes son los votables. Hagamos un pequeño esfuerzo para que ellos nos convenzan y vayamos al cuarto oscuro con la sensación de que llevamos una pequeña linterna en nuestras manos.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA