Julio César Cleto Cobos sostiene que con su legendario voto no positivo le hizo un favor a todos: al gobierno kirchnerista que integraba como vicepresidente, a la oposición, al campo y a la paz social. Sus nervios que dejaron helada a la sociedad le parieron esa expresión que por lo negativa y por lo positiva ingresó en la historia: "Mi voto no es positivo. Mi voto es en contra". Eran las 4.25 de la madrugada (foto). El empate en 36 votos voló por los aires. Cobos pensó mucho en sus hijas y en su abuelo inmigrante y campesino de Chacabuco.
Hubo una Mesa de Enlace que fue parida por tantos ataques. Hubo detenidos como el actual senador por Entre Ríos Alfredo de Angeli.
Ya pasaron diez años. De inmediato se fue en viaje a Mendoza sin saber bien qué lugar le iban a reservar los tiempos y Cristina Fernández. La presidenta le hizo la cruz y no le dirigió nunca más la palabra. La fortaleza espiritual para hacer lo correcto fue más del maratonista de 42 kilómetros y el karateca que del ingeniero formado en el radicalismo alfonsinista. Argentina contuvo la respiración. No olvidaremos aquel momento dramático cuando merodeamos una batalla feroz entre hermanos.
Hoy podemos decir que hay un campo de diferencia entre Macri y Cristina. Hablo de la actitud ante el mundo de la producción agropecuaria.
El actual presidente ama a los chacareros, entre otras cosas, porque de ese universo nacieron muchos de los votos que le permitieron ganar las elecciones. Y la ex presidenta, los odia porque a diez años de la lucha por la resolución 125, ahora podemos ver que este sector fue el primero que le propinó una triple paliza que la fue llevando a su decadencia política.
Tierra fértil. Así se podría definir la relación entre el presidente Mauricio Macri y el campo. En su momento el jefe de estado recordó que este gobierno le sacó la pata de encima al campo y le tendió la mano. Es que el interior profundo y productivo cambió mucho como para derribar los prejuicios de otra época.
Ya no son más oligarcas concentrados, rentísticos e individualistas que desprecian la democracia. Es cierto que en el pasado, parte de su dirigencia institucional tuvo comportamientos golpistas y anti republicanos como cuando silbaron al presidente Raúl Alfonsín o apoyaron el golpe de 1976.
Pero hoy cambió muchísimo eso. El campo es uno de cada tres trabajos, es innovación tecnológica de punta, es el sector más competitivo de la economía nacional. Es la industria más descentralizada y federal. En todos los pueblos del país hay trabajo por hacer. En cada campo hay posibilidades laborales. En todos lados hay esperanza y riqueza que producir. Eso es arraigo. Raíces. Identidad.
El federalismo en serio es el que permite que no haya desarraigo y que cada hermano argentino trabaje en su tierra, con su familia y sus raíces y que no tenga que venir a las espaldas y los conurbanos de las grandes ciudades.
Hoy lo oligarcas son los jerarcas peronistas y gremialistas enriquecidos y blindados. Hoy Cristina y sus cómplices tienen más tierras y dólares que la gran mayoría de los productores del campo y encima exhiben su ignorancia cuando tratan de "yuyito" a la soja. No hay nadie más terrateniente que Lázaro Báez.
Esa tierra fértil deberá multiplicarse. Que estos valores de trabajo e innovación, de fraternidad entre todos y de apuesta al crecimiento con inclusión y en libertad se multiplique por todo el territorio. Que los sectarios, los corruptos y los golpistas tengan que mirar el partido desde afuera. Que hayamos aprendido de nuestros errores y apostemos a la convivencia pacífica y al debate constructivo y pluralista. Ojalá esa tierra fértil sea el anticipo del país que viene. Ojalá el odio y el resentimiento del cristinismo sea el país que se va. Ojalá.
Porque Cristina es todo lo contrario. Ella nunca pudo superar aquella triple paliza que recibió su gobierno por la 125.
Ella fue la responsable política de esa medida y de humillaciones como calificarlos de golpistas agrocargas y grupos de tareas o piquetes de la abundancia que utilizaron tanto Néstor como Cristina.
Los periodistas militantes, alimentados a pauta publicitaria oficial, bautizaron a los que protestaban como "gauchiturros o barras bravas de 4×4" y Ricardo Forster, el profesor líder de Carta Abierta, los caracterizó de "golpistas de cuarta y conspiradores pre democráticos". Ider Peretti un amigo de Guillermo Moreno que actuaba como dirigente agropecuario K y que conmovió a Cristina con su llanto sin fin frente al féretro de Néstor, hoy fue devorado por la historia, pero en aquel momento dijo que la Mesa de Enlace: "hacía terrorismo por el terrorismo mismo". Y Finalmente Cristina, jefa de la familia que más se enriqueció ilícitamente y sin límite los acusó de "avaros "y de cometer el pecado capital de la codicia". Justo Cristina acusando de avaro y codicioso a otros. La viga en el ojo ajeno.
El gobierno sufrió una triple derrota por su infantilismo y desconocimiento de la nueva revolución tecnológica. Primero en las calles, con aquellas multitudinarias manifestaciones en el monumento a la Bandera en Rosario y a Los Españoles en Palermo.
Después con el duro revés electoral que sufrieron en las elecciones cuando la lista encabezada por Néstor, Scioli y Massa perdió a manos de Francisco de Narváez. Y finalmente, ni que hablar, de aquella madrugada de la que se cumple una década, con el país en vilo cuando Julio Cobos pronunció ese voto no positivo que cambió todo. Fue un terremoto parlamentario para el gobierno. Los productores quieren bautizar este día como el del gobierno no positivo. ¿Se acuerdan que Cristina se enojó tanto que quiso tirarle el gobierno por la cabeza a los argentinos? Tuvo que intervenir telefónicamente Lula para que ella no presentara su renuncia porque "este pueblo no nos merece, Néstor", como dijo en ese momento. Cristina no se olvida más. Por eso su actitud revanchista. Porque tomó medidas de gobierno que perjudicaron al campo y no beneficiaron a nadie. Fueron solamente caprichos o la puesta en acto de aquella vieja consigna setentista y autoritaria de "Ni olvido ni perdón".
Entre otras cosas, por eso el campesino quedó destruido. En muchos lugares, la política oficial parecía de tierra arrasada. Hicieron todo al revés de lo que indicaba el sentido común.
¿Eso fue progresismo o masoquismo? Eso fue dilapidar los mejores vientos de progreso en un siglo. ¿Quién podía aguantar sequías, inundaciones, maltrato, inflación, atraso del tipo de cambio y una asfixia impositiva que encima es regresiva, es decir que genera mayor desigualdad social? Y eso que somos el país que más granos producimos por habitantes en el planeta.
Una cosa es el campo afuera. Y otra es afuera el campo. Una cosa es tierra adentro y otra muy distinta es tierra arrasada. Así se podría definir la política de Cristina con el mundo de la producción agropecuaria: tierra arrasada.