Objetivos a tener en cuenta para implementar un nuevo sistema electoral
La incorporación del voto electrónico debe aportar sendas ventajas en relación con el método tradicional de la boleta impresa, tipo “sábana” y, por supuesto, técnicamente debe responder a los objetivos, características y necesidades de la población en la que se va a aplicar; ser sencillo de usar y difícil de “hackear” o modificar sus resultados.
Su uso no se ha universalizado ni mucho menos. Esta “novedad” se halla aún en estudio en muchos países; en otros donde se había implementado se la dejó de usar por violentar, supuestamente, el secreto del voto, caso de Holanda en 2008, o por marginar al ciudadano común del proceso electoral, caso de Alemania, en 2009.
Decisión del Supremo Tribunal Constitucional de Alemania
El fallo que declara la inconstitucionalidad del sistema no se funda en razones de orden técnico sino en que su aplicación traería como consecuencia “alejar la democracia del pueblo”. La complejidad del proceso, poco comprensible para la mayoría de los ciudadanos, haría menguar fuertemente la soberanía popular, en el acto en que ésta alcanza su mayor grado de efectividad, siendo remplazado por un conjunto de tecnócratas.
El meollo del problema gira, entonces, en: ¿se puede tercerizar o privatizar la soberanía del pueblo?, con la presunta exclusión del ciudadano común en la consumación del acto democrático por excelencia, el sufragio y su posterior fiscalización y control, todo ello en manos de unos eruditos, y no del común de la gente.
Sólo muy pocos países en el mundo han adoptado el voto electrónico
En mayo de 2015 sólo siete Estados lo habían adoptado; 19 países estudian su implementación y 5 naciones llegaron a prohibirlo. Entre aquellos que lo pusieron en práctica, sólo dos corresponden al Viejo Mundo: Bélgica, que fue la pionera en 1989, y Estonia, en 2015. Por su parte los dos insulares, el Reino Unido e Irlanda lo adoptaron y lo desecharon después; Gran Bretaña, luego de más de treinta pruebas entre 2002 y 2007. En la vecina Irlanda tampoco rindió correctamente en cuanto a seguridad e integridad del proceso electoral. Finalmente, pusieron en venta las 7.500 máquinas por falta de fiabilidad.
En el Nuevo Mundo, la primogenitura le corresponde, sin lugar a dudas, a los Estados Unidos que, en 1892, utilizó una máquina no electrónica sino manual, con palancas, cada una de las cuales correspondía a un candidato. Este sencillo método perduró hasta las elecciones de 1960. De allí en más se probaron distintos sistemas. Pasamos a las elecciones presidenciales de 2012. En ellas 56% de los sufragantes volvieron a usar boletas de papel y 39% máquinas electrónicas. Otros países americanos innovadores fueron Venezuela, que lo comenzó a usar entre 1998 y 2003 sin lograr evitar el fraude electoral. A su vez, en las elecciones presidenciales de 2013 se cometieron serias irregularidades y se reavivó la discusión en torno de la confiabilidad del sistema.
Brasil sancionó una nueva ley electoral en 1995 que estableció los parámetros del voto electrónico y comenzó a aplicarse al año siguiente. Actualmente se utilizan urnas biométricas. Un grupo de técnicos demostró, sin embargo, que la información electoral podía hackearse.
Los dos únicos asiáticos que incursionaron en esta modalidad de sufragio fueron Filipinas y la India. Los filipinos lo inauguraron en las elecciones legislativas de 2010. Las irregularidades cometidas se corrigieron en las elecciones de 2013. Para un país como Filipinas, una excelente performance.
En cuanto a la India, con casi 1.200 millones de habitantes todo es complejo. Los técnicos sostenían la poca confiabilidad y transparencia de las máquinas de votar. En 2011, se comenzó experimentando en un Estado con voto por Internet. Finalmente, en las elecciones generales de 2014 se votó electrónicamente, pero con un nuevo método de verificación.
Países que evalúan aplicar el voto electrónico
En total son diecinueve. En Europa, cinco; en África, uno: Namibia. En Asia, tres; en América, nueve: la Argentina, Canadá, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay y Perú.
En relación con nuestro país, cuyo Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de reforma de la Ley Electoral que posibilitaría el voto electrónico, fue definida en el diario Clarín del 04-09-2016, como “a contramano del mundo”. En efecto, luego de lo que hemos expuesto, del escaso número de países que lo han adoptado, debemos reconocer lo acertado de la calificación. Es importante entender que las democracias más avanzadas del orbe no sólo no lo utilizan sino que, en algunos casos, lo han desechado o prohibido. Esa experiencia no debemos echarla en saco roto sino que debemos aprovecharla para no repetir costosos errores. No se trata de oponerse a un presunto progreso ni a la transparencia electoral; sólo asomarnos al mundo y ver lo que pasa allí.