Fue por el mes de diciembre del 2017 cuando la noticia ganó la calle. Después de recibir varias denuncias, la fiscal Susana Muscianisi inició una investigación desde la Unidad Fiscal de Delitos Económicos que terminó con la imputación contra las escribanas Claudia Módica y Andrea Marún, junto a Marcelo Ravel Cantos.
Sin embargo, el hombre, a quien también se lo conocía como Marcelo Fabián Rabel Cantos, se profugó. Es considerado como el "cerebro" de la organización y como quien estaba a cargo de la logística operativa, es decir, de identificar a las potenciales víctimas a través de la búsqueda de propiedades cuyos dueños hubiesen fallecido y dicha sucesión estuviese abierta.
El jefe
Pero nueve meses después de conocida la novedad delictual de las profesionales, el jefe fue detenido en horas de la noche, cuando decidió visitar a su pareja, en una vivienda del barrio Villa de las Puntadas, en Guaymallén.
A Ravel policías de la División de Delitos Económicos le secuestraron una moto marca Benelli de 600cc -valuada en medio millón de pesos- y un automóvil Renault Fluence que era utilizado como remis. Un sello sin uso de una escribana y fojas de libros de protocolo de escribanos en blanco, que tenían el mismo número de serie, completaron el secuestro.
Transcurrido un tiempo, el hombre con el patrocinio de un letrado que acompañó certificados médicos, pidió y obtuvo el beneficio del arresto domiciliario.
Sin embargo ahora, cuando se está a la espera de la elevación a juicio de la causa, por decisión de la Justicia Ravel volvió al penal de Boulogne Sur Mer.
Modus operandi
Según la investigación los tres imputados conformaron un grupo y lograron engañar a diferentes víctimas, sobre todo en causas relacionadas con sucesiones de terrenos y propiedades.
El modus operandi se concretaba mediante poderes obtenidos post mortem que terminaban falsificando para ponerlos a nombre de otras personas que no eran los verdaderos titulares, logrando vender el inmueble a un interesado.
Sin embargo, a esta historia le falta un capítulo: en el momento en que que los verdaderos herederos comprobaban con sorpresa que la propiedad en cuestión había sido vendida. Así terminaron denunciando las estafas.
El rédito de estas operaciones ilícitas le permitió al trío reunir más de 5 millones de pesos.
El rol de cada uno
Según la instrucción, la "organización" operaba en dos escribanías. Una en calle 60 Granaderos de Maipú y la otra en avenida San Martín al 1300 de Ciudad.
Mientras que para la fiscal la "estructura delictiva" estuvo conformada por Ravel como jefe y se le sumaron Claudia Silvana Módica y Andrea Marún, que en su calidad de escribanas daban apariencia de legalidad a las operaciones, aportando como parte de sus tareas, conocimientos técnicos a los fines de inducir a error no sólo a los compradores, sino también a otros colegas en la profesión.
Para la fiscal Muscianisi el propósito del delito investigado "era y es el enriquecimiento de cada uno de sus miembros a través de la comisión de los siguientes delitos: estafa, uso de instrumentos públicos falsos y falsedad ideológica, delitos que terminaron siendo concretados con un perjuicio económico de los adquirentes por más de $ 5.300.000".