El rugido de los motores ha detenido ya el paso del tiempo, una colorida fila india marca frente al arco de llegada en la playa Oeste del Mendoza Plaza Shopping el final de la tercera etapa del XIV Gran Premio Argentino Histórico.
Capítulo que, bajo una insistente garúa, unió los paisajes montañosos de San Rafael y la ciudad de Mendoza rejuveneciendo el poderío de las máquinas. Una pequeña pincelada gris que sumó condimentos a la recreación del espíritu épico de aquellas entrañables competencias de ruta. Cuando todo era inmensidad y la adrenalina conjugaba la astucia para escribir leyendas.
La gente, ubicada en uno de los márgenes de la callejuela, celebra la comunión de emociones, del reencuentro. La gran figura de la caravana es José Migliore. “Pepe”, de 84 años, confiesa que tiene un montón de anécdotas de aquellos años de “inconsciencia”, pero que el cariño del público lo sigue emocionado como siempre.
El hombre de cabello blanco esta parado junto a la puerta de su Pingüino con el número 502, un robusto Peugeot 404 de color negro con techo blanco a la usanza de la escuadra oficial de 1975. El volante, nacido en San Isidro en 1930, entiende de las lides del camino. Porque en 1967, guiando su 404 (de 6300 rpm) salía a dar batalla a 185 km/h.
Aquel año protagonizó una de sus mayores hazañas en el Gran Premio del Automóvil Club, porque luchó por el liderazgo de la general con Oscar Cabalén (Ford Mustang). Si bien no logró desbancar al Pony Car, llevó al León a la victoria en la categoría de autos de producción nacional.
“La gente recuerda aquellas carreras por caminos de tierra que escuchaba por la radio. Competencias de una época en la que también corríamos de noche y la lluvia no era un obstáculo. Conducíamos nuestros vehículos sin medir las consecuencias, la audacia también era inconsciencia, el automovilismo era diferente... había más compañerismo que rivalidad”, sostiene Migliore.
Mientras Pepe firma autógrafos y comparte fotos con el público, a sus espaldas, el Rifle Varela abandona la butaca del copiloto. “Una cosa es vivir la carrera desde afuera y otra acompañando a Pepe Migliore, que es un amigo”, explicó el periodista del canal Todo Noticias.
“Siento pasión por los autos clásicos, por suerte esta es la primera vez que me subo en una etapa de la carrera y me tocó con Pepe; quien es el personaje de este Gran Premio y realmente es una gran persona (...). No voy a mentir, pero la tentación de tomar el volante está... porque estás ante reliquias, autos que levantaron rutas y hacían vibrar a la gente, tomar el volante y experimentar la sensación de estos pilotos”. concluyó Varela.
Una batería de flashes conquista un recuerdo inolvidable.
Los organizadores: "Es un gran esfuerzo recrear la historia"
A metros de la línea de llegada, el vicepresidente del Automóvil Club Argentino, Jorge Revello, oficia de anfitrión acompañado por el titular de la filial Mendoza, Horacio Uliarte.
“Es un gran esfuerzo de nuestra institución y de los pilotos poder recrear la memoria, los autos son réplicas de vehículos que hicieron grande la historia de las competencias de ruta. Desde las cupecitas de los años 30 a los autos que compitieron en la década de 50 y 60”, sostuvo Rovello. Uliarte agregó: “Se eligieron los caminos que alguna vez formaron parte del Gran Premio”.