En el pueblo, las muchachas de bien ya abandonan la costumbre aristocrática de tomar clases de piano. Las dos profesoras del instrumento, amedrentadas por la decadencia, comienzan a recluirse en su casa: cierran puertas y ventanas, se aíslan de los vecinos, intentan detener el tiempo y achacan, por supuesto, todos sus males al peronismo.
Las voces de estas dos mujeres, que reconstruyen a través de sus decires una versión particular de la historia del siglo XX, son las que vertebran "La casa de las tías", novela con la que Juan Martín Suriani acaba de ganar el Premio Vendimia en la categoría.
"La memoria está llena de tergiversaciones. Me interesaba mostrar cómo al pasado lo reconstruye cada uno. No hay nada de objetivo en la reconstrucción de la historia", dice el escritor que, justo, acaba de salir de una de sus clases de Historia Latinoamericana en la Facultad de Educación de la UNCuyo.
Las ancianas protagonistas de "La casa de las tías", pues, han creado su propio espacio de confort: no hacer nada más que hablar. O mejor: hablar y recordar, con ese orden aleatorio con el que se suceden los recuerdos, los momentos de su vida personal y de la de ese pueblo imaginario que se parece mucho a Traslasierra.
Encerradas en su casa, donde conservan las ínfulas de la clase alta pueblerina, reviven con naturalidad a personajes muertos y a hechos claves de la historia nacional.
“Después del ascenso del peronismo, ellas deciden no volver a salir nunca más. Se encierran por 40 años. Lo que perciben, es lo que escuchan a través de los muros de la casa o de las ventanas tapiadas. En el fondo, buscan frenar una decadencia inevitable: la de esa aristocracia de pueblo de gente que no tenía los recursos”.
Además de este juego de voces, la novela tiene otro registro intercalado. En clave de crónica, un narrador cuenta la historia de ese pueblo imaginario.
Y esto da pie a Juan Martín para proyectar una saga ambientada en ese “infierno grande”. De hecho, sus otras novelas ya indagan en otros personajes de esta misma aldea serrana que puede ser cualquier comarca argentina.
Estudió la carrera en San Luis y decidió especializarse en la historia de Asia y África. Pero a lo largo de toda su vida fue, también, viviendo en el terreno de las ficciones. Luego de devorar a Hesse, Dostoievsky, Faulkner y el boom latinoamericano, Juan comenzó a escribir novelas y poemarios, sin prisa pero sin pausa.
Así, nació "La casa de las tías", una novela que, según el autor, tiene algo de autobiográfico y, si se quiere, de Mujica Lainez. "Esa decadencia de las casonas de salones grandes". Seguramente hubo en su familia personas que, bordeando los cien años, le relataron el siglo.
Juan prefiere una narrativa con contraste de voces. De hecho, “porque me parece mejor que todo relato sea abordado desde diferentes miradas”.
En 2015, Suriani editó el poemario “A esa voz”. En su contratapa, se lee: “Con las palabras puedo decir llanto/horror, tristeza, muerte./Y si prescindo de ellas/acaso de otro modo/estoy diciendo llanto/horror, tristeza, muerte./Porque en ocasiones/el solo hecho de existir/es dar testimonio”.
En los poemas de “A esa voz” pueden percibirse finos hilos temáticos: el tiempo proustiano, la recuperación de los recuerdos, la muerte, la vejez.
Premio y mención
"La casa de las tías" se presentó bajo el seudónimo de John Dacot. "Se trata de una obra que revela un perfecto dominio de la técnica de la narración, la cual desarrolla en una historia compleja, bien estructurada, donde el narrador se desdobla sin incurrir en incoherencias, en secuencias de índole casi cinematográfica que hacen su lectura fluida y atrapante. Por otra parte, la obra revela un profundo conocimiento de la historia reciente argentina, abarcando tres décadas de manera minuciosa y casi microscópica", declaró el jurado de este premio otorgado por la Secretaría de Cultura de Mendoza, que estuvo integrado por Darío Manfredi, Oscar D'Angelo y Daniel Fermani.
Además, se decidió otorgar una mención especial a la novela “Matadero romántico”, de Guillermo Antich. “Se trata de una obra que incursiona en un tipo de narración arriesgada, actual, que rompe con las estructuras formales tradicionales del género, para crear un submundo de bajo fondos en una Mendoza de nuestros días. ‘Matadero romántico’ utiliza un lenguaje que construye una atmósfera de sordidez, donde la narración fluye morosamente, en la descripción de vidas marginales, segregadas y sin embargo profundamente subyugantes”, concluyó.
Recordemos que el premio para el ganador de cada categoría es de 28 mil pesos, publicación de la obra en papel y 30 por ciento de los ejemplares más difusión en la Feria del Libro de Buenos Aires y Mendoza.