Vivir junto al río Mendoza, entre la zozobra y el deseo de cambio en el Bajo Luján

La comuna anunció la erradicación en un año y comenzó a construir casas en Perdriel y en Ugarteche ilusionados por un giro en sus vidas.

Vivir junto al río Mendoza, entre la zozobra y el deseo de cambio en el Bajo Luján
Vivir junto al río Mendoza, entre la zozobra y el deseo de cambio en el Bajo Luján

"Pasamos una noche mala, yendo y viniendo con las mellizas porque estaban con fiebre; ahora están bien porque tienen los efectos del antifebril, por eso se las ve más animadas", comenta Romina mientras calienta el agua en una pava eléctrica en su casa del Bajo Luján, histórico asentamiento entre la ciudad lujanina, la cancha de fútbol local y el río Mendoza.

Es que pese a ser un sitio de condiciones precarias para vivir, gran parte de las 750 familias que viven allí cuentan con luz y agua. "El gas lo tenemos en garrafas que conseguimos por 300 pesos. Lo usamos para cocinar, pero ahora con los fríos no nos dura ni un mes", agrega la joven madre de 5 hijos.

En una misma pieza duerme toda la familia. Marcelo, el esposo de Romina, tiene todo listo para partir hacia su trabajo en Godoy Cruz. "Me dedico a la construcción, pero parece que no ha querido arrancar la camioneta y estoy esperando que me vengan a buscar".

Marcelo y Romina se ilusionan con una casa con todas las comodidades, tras el anuncio del municipio de erradicar el asentamiento de más de 50 años.

Luego de una semana gélida, los primeros rayos de sol comienzan a calentar los techos cubiertos con nylon y las paredes despintadas. El humo de las chimeneas y el olor a leña quemada ayuda a calentar los humildes hogares. Ese calor inicial empuja a los chicos a salir a jugar al descampado, junto a las vías del tren que conducen a la refinería.

Hora de dejar el nylon

Adelante de la vivienda de Romina y Marcelo, casi pegado al terraplén de las vías del ferrocarril, vive Nelson Díaz. "Aquí estamos, donde hemos vivido 45 años, y ahora, después de mucha espera, no vemos la hora de tener nuestras  casas; por fin dejaremos de vivir bajo techos cubiertos con nylon para protegernos", sintetiza Nelson, que vive desde los 17 años allí.

“Calculamos que en un año estaremos en el nuevo barrio, con casas cómodas para nosotros y nuestros hijos y nietos”, asegura e inmediatamente aclara que la parte importante de esto es que se genere una cultura de pago.

Nelson dice que la vida siempre ha sido normal allí: "Por ahí te miran con desconfianza cuando uno dice dónde vive, lamentablemente, porque aquí también hay delincuentes, como igualmente sucede en el Centro, donde los ladrones son de guante blanco. Ojo, pero aquí también tenemos vecinos que son profesionales, un contador, especialistas en seguridad".

“Para vivir en el Bajo hay que estar atento a todo, como en otro lugar, pero hay algo más importante: hay que estar preparado cuando el río crece”, comenta Nelson, quien recuerda que a principios de los 70, el río se llevó las primeras casitas cerca del puente sobre la 40. “No lamentamos víctimas, pero se perdieron más de 10 casas, eso siempre hay que tener en cuenta aquí, cuando se acerca el verano, que trae las tormentas”.

A mediados de los 80 estuvieron a punto de ser evacuados, tras una inminente rotura del glaciar del río Plomo que había formado un gran dique de hielo, que por suerte no se rompió en forma violenta y el agua comenzó a drenar normalmente. "Si se rompía, la gente del Ejército nos advertía que se iba a perder casi todo Luján, que el volumen de agua iba a ser tal que iba a sobrepasar el puente por varios metros. Fue el momento de mayor susto", recuerda.

Los que quieren quedarse

Mientras algunos ya están despegando del asentamiento para habitar casas de barrio, otros prefieren quedarse en el lugar. Junto a las vías, por las que transita el tren de carga se ubica el asentamiento Juan XXIII; allí las mujeres del Comedor no se toman vacaciones y preparan el almuerzo para los chicos del barrio.

Desde varias casas se escucha el ritmo de la cumbia o el folclore y en las callecitas embarradas por los efectos de la humedad, corren los niños. Juegan a la pelota y otros andan en bici.

Hacia el este, rumbo al puente de la ruta 40, hay un conjunto de casas urbanizadas. “Estas son 72 casas que hicimos por ayuda mutua, durante la gestión de Carral, en el 95”, asegura Pedro Tito Benegas, con más de 30 años en la zona.

Es presidente de la unión vecinal del barrio, Jardín Costero. “La mayoría de los que vivimos aquí nos queremos quedar, porque contamos con todos los servicios, hasta cloacas tienen nuestras casas, las terminamos con mucho esfuerzo, la hemos peleado desde abajo con mi señora y ahora nos dicen que nos tenemos que ir”.

Barrios en marcha y el proyecto de parque

Rolando Giolo, de Vivienda del municipio de Luján, comentó que el intendente Omar De Marchi consiguió los fondos nacionales ($1.300 millones) para la reubicación de las 750 familias que componen el plan de erradicación.

“Son cinco barrios en el Bajo y asentamientos periféricos;  se trata de un trabajo integral para cumplir el objetivo. A través de programas de capacitación laboral y promoción, se acompaña este proceso, debido a que el objetivo es que el nuevo barrio signifique un cambio sustancial desde todo punto de vista para las familias; 50% tiene trabajo y el resto tiene distintas estrategias para vivir”.

La mayoría de las casas están en Pedriel, a 1,5 km de distancia, pero hay otras construcciones en la zona rural y otro grupo que decidió trasladarse a Ugarteche. 

“En total son 12 barrios, de 30, 50, 60 y 75 casas; ya están en construcción, sólo uno deberá ser relicitado y lo importante es que todos van a tener que devolver el valor de la vivienda”. Giolo dijo que la fecha de finalización de los barrios es julio de 2019.

También explicó que la erradicación se hará de una sola vez, a lo largo de un mes. “Es un gran desafío, y luego habrá un trabajo de ‘cicatrización’ del Bajo para recuperar el terreno. Tenemos pensado hacer un parque costero, en ambas márgenes del río, el proyecto se denomina Ribera Luján, desde Terrada al dique Cipolletti”.

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