Por Verónica De Vita
El estrés cotidiano conlleva enfermedades y malestar. poder enfocarse nuevamente en uno mismo despojado de los estresores externos es un buen método para reencontrarse con el propio sentir.
El reloj no da tregua y el ritmo de vida actual, tampoco. Hay demandas permanentes y por todas partes, tantas que prácticamente “vivimos corriendo” y los días pasan casi sin darnos cuenta, dando respuestas. No es inocuo: cansancio, estrés, frustración, enojo, angustia, son sólo algunas de las respuestas frente a esta carrera cotidiana. Solemos no escuchar las alertas y seguir, de ahí a los trastornos psicológicos y psiquiátricos hay un paso y a las enfermedades del cuerpo, otro.
Por eso, en medio de la vorágine hay quienes encontraron una receta mágica, tan sencilla como difícil a veces: simplemente parar. Parar para enfocarse en el aquí y ahora, para concentrarse en uno mismo, en las emociones y sentimientos, respirar o simplemente detenerse a contemplar.
RESPIRAR
El Ashtanga yoga se posiciona cada vez más como una opción para alcanzar un estado de salud en todos los aspectos. Incluso muchas celebrities han incorporado esta práctica a su vida.
Los entendidos describen entre sus virtudes la de controlar el estrés y fortalecer el sistema inmune, gracias a lo cual pueden prevenirse enfermedades.
La instructora Patricia Bordas destacó que los aspectos esenciales de esta actividad tienen que ver con hacer consciente la respiración y redirigir la energía hacia dentro de nosotros mismos, conectando con el aquí y ahora.
"Vivimos alienados de nosotros mismos, por eso hay que lograr gestionarse para tener tiempo para uno", subrayó. Y remarcó que esto aplica particularmente para la mujer, que está en el "eje del amor", en actitud de permanente entrega y por lo cual, para sostenerlo y sostenerse es fundamental que también trabaje el amor propio.
"El pasado genera ansiedad y el futuro miedo a lo que vendrá", expresó para sustentar la necesidad de "redireccionar el foco mental" hacia el aquí y ahora.
Explicó que el yoga es el estado de unión del cuerpo, la mente y el espíritu, lo que permite sentirse “entero”. Tiene que ver también con volver a conectarse con el cuerpo y sentir incluso lo que provoca la caricia del sol sobre la piel.
Reconectarse permite discernir, conocerse para decidir qué se deja entrar, con qué se continúa y qué se deja.
Parte de la práctica incluye desprenderse del juicio crítico. Y en el centro de todo: la respiración, lo que conecta a la vida, la que debe hacerse consciente. Por eso hay movimientos asociados a esto y la invitación a "dejar lo visual para involucrar todos los sentidos", explicó.
"Ante situaciones de estrés lo primero que se afecta es la respiración, la que está directamente vinculada al sistema nervioso", mencionó Patricia.
Detalló que la primera serie se llama desintoxicación, porque el cuerpo se va limpiando, "es como ir al médico o al psicólogo". Las dificultades para concentrarse son una de las causas por las que la gente prefiere esta actividad que además trabaja la frustración. "Estar conectado hacia adentro te genera tanta satisfacción que te hace sentir poderoso, hay conciencia de apoyo, un afianzarse y sentirse mejor parado", agregó.
Todas estas motivaciones hacen a su lugar de trabajo, el cual llama espacio-templo, donde se debe entrar descalzo, para entrar liviano, dejando toda carga afuera y que visualmente aparece desprovisto de objetos para facilitar la introspección.
Contó que se acerca mucha gente buscando reconectar con su cuerpo, en particular destacó que muchos son personas jóvenes, de entre 15 y 30 años. También lo hacen deportistas de alto rendimiento que trabajan con mucha presión sobre los resultados. Patricia destacó que la práctica que se realiza con series de posiciones y movimientos, también se orienta a la aceptación. La brecha entre la expectativa y la realidad hace que a veces no se disfrute de lo que se tiene.
"Reconectarse permite discernir, conocerse para decidir qué se deja entrar, con qué se continúa y qué se deja de lado".
ACEPTACIÓN Y DISFRUTE
La aceptación de lo que la realidad ofrece, disfrutar de lo que se tiene y conectarse sólo con las sensaciones es justamente lo que aprendió Nancy Marchesi a través del ciclismo turístico y la realización de travesías.
Hace 30 años practica ciclismo en ruta, lo que asocia a la disciplina y salir de la zona de confort, por eso busca realizar cambios de rutina.
Es odontóloga y reconoce que tiene una agenda apretada. Pero hace 10 años surgió la posibilidad de realizar travesías en diferentes lugares del mundo. Implica conocer zonas turísticas pero alojarse no necesariamente en un hotel con gran confort, sino que en ocasiones la propuesta incluyó quedarse en casas de familia. Contó que al principio no le entusiasmaba la idea y que por eso el guía le dijo que no estaba preparada. Finalmente se atrevió, lo hizo, lo disfrutó a pleno y lo repitió cada vez que pudo. Ha recorrido grandes distancias con poca ropa, incluso con ojotas, mojarse si hay necesidad, aceptar lo que la realidad ofrece. "Es disfrutar del momento sin pensar en buscar resultados (...) las travesías me dan tanto placer y alegría que busco la oportunidad de hacerlas cuando puedo", relató.
Así, ya ha ido a lugares como India, donde durmió en carpa, "algo que no hacía desde la adolescencia". También ha visitado Cuba, La Toscana, Turquía, Machu Pichu y Santiago de Compostela.
Explicó lo que siente con cada viaje: "es un tiempo mío, que me permite entrar en nuevas realidades, poder charlar con otra gente, de otros espacios y otras culturas y aprender esto de no dejar de pedalear porque si no uno se cae, como en la vida".
"En medio de la vorágine hay quienes encontraron una receta mágica, tan sencilla como difícil a veces: simplemente parar".
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