La Municipalidad de Las Heras ha recuperado un programa que el Instituto Provincial de la Vivienda instrumentó décadas atrás y que consistía, bajo el nombre de “ayuda mutua”, en que el Estado aportaba el terreno, los materiales y una máquina de construir bloques de cemento, mientras los propios interesados se unían para construir sus casas. Fueron varios y muy importantes los barrios que se construyeron bajo esa modalidad, que dio muy buenos resultados y que sorpresiva e inexplicablemente fue dejada de lado.
Para poder establecer lo que sucedía años atrás, deberíamos remontarnos a la década de 1960/70, cuando comenzaban a crecer los barrios precarios, especialmente en los terrenos ubicados detrás del barrio Cano. Desde el Gobierno se implementaron distintos planes, nucleados en lo que se denominó “erradicación de villas inestables”. Una de las iniciativas consistió en la denominada “ayuda mutua”, que permitió la construcción del barrio Infanta, en Las Heras.
Nadie explicó los motivos por los que ese tipo de proyecto fue dejado de lado, aunque para algunos pudo haberse centrado en la complejidad del sistema, que exigía personal para controlar la cantidad de horas trabajadas por cada familia en la construcción de las viviendas, mientras otros señalaban que también había inconvenientes en el control del material utilizado.
Ahora, después de muchos años, la Municipalidad de Las Heras ha recuperado aquella iniciativa y la está aplicando en un barrio muy precario ubicado en el límite entre El Algarrobal y El Plumerillo. Las poco más de 140 familias que lo integran comenzaron a trabajar primero en la urbanización del complejo y ahora están haciendo los bloques de hormigón con los que construirán sus propias viviendas.
Desmalezaron la zona, abrieron algunas calles, levantaron dos obradores y se ha previsto que, para los meses de julio o agosto, estén terminadas las primeras 42 casas. Los propios habitantes aclaran que no quieren regalos sino que están dispuestos a trabajar para concretar el ansiado sueño de la casa propia.
En un acuerdo alcanzado por los propios pobladores, las primeras viviendas serán destinadas a aquellas familias que tengan en su seno a alguien con alguna discapacidad. Además, en los casos de la gente que trabaja, las horas de construcción son cubiertas durante los fines de semana.
Los propios vecinos destacan la importancia del apoyo de la comuna y coinciden en señalar que la construcción de las viviendas se hace con esmero en razón de que serán ellos los que residirán en las mismas. Se trata de viviendas que permitirán cubrir las necesidades mínimas; tienen una superficie de 45 metros cuadrados cubiertos, pero contarán con electricidad y redes de agua y cloacas.
La iniciativa es interesante porque quien construye su propia vivienda aprende a quererla, a cuidarla y a mantenerla. Además, en aquella época sus adjudicatarios eran los que primero respondían en el pago de la cuota correspondiente.
Una manera importante de contribuir a la erradicación de algunas villas, aunque también es dable advertir que se trata de un sistema complejo en razón de que pueden surgir algunos oportunistas que ocupen terrenos en zonas residenciales importantes y que luego exijan el apoyo municipal para erigir sus casas.
La construcción del barrio Junín podría ser tomada como prueba y, de acuerdo con los resultados que se obtengan, repetir o dejar de lado el proyecto. Es una variable interesante y debe ser aprovechada.