Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar
El deporte es pasión, parece una verdad de perogrullo, pero la verdad es que eso es peligroso cuando se deja al libre albedrío. Es que esta vehemencia puede usarse para bien o para mal. Porque cómo alguien dijo alguna vez, cada vez que hay pasión, hay motivación.
Esta semana el apasionamiento mal entendido (irracional) llevó a que unos inadaptados sociales atacaran a tiros la sede de Gimnasia y Esgrima sin ninguna explicación racional. Siete tiros quedaron incrustados en las paredes y la puerta de las oficinas de calle Washington Lencinas. “Son delincuentes, no tienen otro rótulo. No importan con que camiseta se sienten identificados”, aseguraban los dirigentes del Lobo.
Y también hubo episodios en las canchas de Quilmes, donde los hinchas hicieron pintadas pidiendo “entradas o balas” y hasta en las inmediaciones de la cancha de Colón de Santa Fe. un vecino encontró cuatro granadas tiradas en el pavimento al caerse un volquete de basura. Esto sin contar, que el jueves, la casa de uno de los dirigentes del Cervecero fue pintada con una leyenda mafiosa “el clásico o balas”.
El fútbol se relaciona con la vida de una persona en todo contexto y bajo cualquier circunstancia. Y allí es dónde la pasión desmedida, el arrebato, hace prender alertas.
Argentina vive el deporte con una perspectiva muy diferente al resto del mundo. Mientras en nuestro país se lo toma como un termómetro de la situación social, Estados Unidos ve el deporte como un negocio y en Europa prima la capacidad del sector para instigar el cambio social sobre su potencial económico.
Cuando la pasión es bien entendida, aparecen casos que merecen lugar en los medios por su fuerza para transformar la realidad.
En eses sentido, uno puede poner como ejemplo al Club Fray Luis Beltrán. Si hace dos años, uno le decía a cualquier hincha del Fraile que iba a poder vivir un momento como el que disfruta hoy, seguramente se nos hubiera reído en la cara.
El club maipucino pasó diez años en el ostracismo y sin perspectivas de reflotar sus viejos laureles. Pero un grupo de soñadores, que pusieron “el entusiasmo” como bandera, creyeron en que la situación podía revertirse.
Esos hombres, a los que algunos llamaron locos en su momento, son los pilares del presente; el equipo tricolor no sólo ha conseguido un ascenso sino que también es el líder de la Primera División del fútbol provincial y hasta ha llegado a marcar todo un récord: 29 partidos sin derrotas.
Algo parecido ha pasado con Rodeo del Medio y, en menor medida, con Mayor Drummond que dejó en el pasado aquella frustrada fusión que le impuso el municipio hace quince años, conocida como Asociación Atlética Luján de Cuyo.
La pasión y la fe en sus sueños también han llevado a que hoy Florencia Giménez, una chica de 18 años, haga hoy su debut como jocketa en el Hipódromo de Mendoza, una situación que no conseguía una dama desde hace 40 años.
Ojalá haya muchos más “locos” como estos últimos en el deporte nacional. Sólo así podremos enterrar los malos ejemplos y germinaremos “apasionadamente” esa semilla para las futuras generaciones. Vivamos entonces con la pasión como bandera.