Vitivinicultura; los precios al público inician 2018 con incrementos que llegan al 20%

Para enero y febrero, vinerías y restaurantes reciben listas desde el 8%, con lo cual el entry level está en torno a los $ 120 la botella.

Vitivinicultura; los precios al público inician 2018 con incrementos que llegan al 20%
Vitivinicultura; los precios al público inician 2018 con incrementos que llegan al 20%

Escasez de volúmenes por un lado, expectativa ante una cosecha que promete ser mejor, por el otro. Son los únicos argumentos que pueden explicar, en un contexto donde el consumo de vino no pasa su mejor momento, aumentos de precios al público de entre 10 y 20% con los cuales los canales de venta estrenan el año 2018.

Es el rango que aplicaron algunas bodegas, en tanto otras preparan nuevas listas para febrero y otras tantas lo harán al término del primer trimestre.

Así, de a poco, las marcas por debajo de los $ 120 son una rara avis en las góndolas de las vinerías.

“Para un mes de enero es mucho, y más teniendo en cuenta que ciertas líneas acumulan un 30% de suba interanual. Según las expectativas, una parte de las listas llegará en marzo, cuando esté el pronóstico de cosecha”, analizó Facundo López, de Casa López, tradicional vinería del Gran Mendoza.

Así las cosas, Lagarde, Séptima, Familia Zuccardi, Luigi Bosca, Ruca Malén, Atamisque y Caro están entre las bodegas que decidieron arrancar el año con actualización de precios en líneas consideradas “caballito de batalla” comercial.

Por caso, Santa Julia trepa 12% ($ 138). Lagarde, en cambio, optó por un ajuste mayor (hasta 20%) para su Altas Cumbres, que ya supera los $ 210. Otras, como Séptima y Ruca, oscilan entre 10% y 12%.

La causa de los aumentos

Según Ana Amitrano, responsable de mercado interno de Familia Zuccardi, el rango arranca en 8% y llega a 12% “en productos muy puntuales, donde el aumento de costos fue superior. Los últimos ajustes fueron en agosto-setiembre; acumulamos cuatro meses ante un alza de costos incluso logísticos que nadie puede negar”.

Igual, resulta difícil explicarlo con un consumo que sigue pinchado y sin las mejores perspectivas. Según la ejecutiva, “no hay postura especulativa en esta situación. Tratamos de sostener el margen lógico para la actividad sin resignar calidad y producto, aunque cada empresa sabe su punto de equilibrio: o ganar mercado a cambio de pérdida de rentabilidad, o sostenerlo pensando en el futuro”.

Desde las bodegas remarcan que el último año bueno fue 2015 y que 2017 fue similar a 2016 en lo que respecta al consumo.

“No hay razones para pensar que 2018 sea distinto. Si bien algunas empresas están resignando puntos, habrá que  cuidar márgenes menores a los de otros años”, resume Ana Amitrano.

Trapiche se prepara para febrero o marzo. El último ajuste había sido en octubre, y su entry level, Alma Mora, ya ronda $ 130.

De todos modos, fuentes de la compañía rescatan que pese al aumento fuerte del precio de la uva en 2016, los precios estuvieron debajo de la inflación en 2017. “Cerramos un año arriba en exportaciones y un mercado interno dispar”, agregaron.

Esa disparidad muestra una caída sustancial en ventas de vinos básicos por el encarecimiento de la materia prima. Sin precisar cifras, desde Trapiche admiten que “nos fue mejor en media y alta gama, donde estamos más competitivos, no más baratos que nuestros competidores. Cada cual con su estructura de costos”.

Por eso, en los planes de Trapiche también está repetir performance en 2018, con las ventas al exterior como salvavidas. Sobre todo frente a un panorama preocupante de stocks (5 meses de tintos y el doble de blancos en despachos) que amenaza con mantener la presión a la baja del consumo.

Cuándo y cómo

Desde los canales de venta aseguran que las subas arrastran un ritmo de incremento mensual iniciado en 2017. El trasladarlas a las cartas en tiempo real o no diferencia en buena medida al sector gastronómico del resto.

Desde La Marchigiana destacan que, más allá de pelear acuerdos por mayor volumen, su criterio está marcado por el “delay”: pese a recibir listas nuevas más de una vez por bimestre, optan por “aguantar” todo lo posible.

La mitad de las bodegas que proveen al restaurante de la familia Barbera ya notificó nuevos valores en las listas de precios. Según Joaquín Barbera, responsable del área para la cadena, las que no llegan con aumento ahora lo harán en febrero marzo, pero aseguró que la intención de su restaurante es no afectar al turismo de la época. “Por eso, aunque los aumentos no van muy alineados con la expectativa de inflación, lo hacemos coincidir con los cambios de menúes tres veces al año”, comentó.

La carta empieza 2018 entre los $ 120 y $ 170, un 25% más que hace un año. “Se negocia, pero en definitiva lo manejan las bodegas; muchos venden más barato en Buenos Aires, un mercado mucho más competitivo que acá. Pero se nota cuando crece en marca; ahí la suba no es costo sino simple posicionamiento”, asegura Barbera.

Desde una vinería de Ciudad que trabaja mayormente con bodegas boutique y con líneas exclusivas que llegan a superar los $ 6.000 la botella, reconocen que el ticket promedio pasó de $ 280 a $ 350 interanual, con lo cual la inflación se vio reflejada. Su dueño describe una situación cruda pero real acerca de las diferencias.

“Todos los meses los precios cambian, pero lo que no se entiende es que en Estados Unidos un mismo vino cueste 8 dólares y acá casi el doble. Eso es especulación. Hoy, la relación costo-beneficio es inversamente proporcional a precio-calidad, aunque detrás de los más caros hay enólogos cotizados que lo explican”, sentenció el titular del negocio.

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