Para no desviar la atención y para que se entiendan con claridad los problemas del sector primario de la vitivinicultura (los productores) son los siguientes:
- La pérdida total de rentabilidad que tiene el productor primario.
- La alta concentración que tiene la industria.
- La inequidad total que existe en la redistribución de la riqueza en la cadena.
- La falta de una política de Estado que busque una herramienta para establecer un precio justo.
Nos empecinamos en seguir buscando problemas donde no los hay. Es así que caemos en una discusión absurda y que no nos lleva a ningún lado sobre el acuerdo Mendoza-San Juan. El cual, como todos los actores de la cadena sabemos, surgió de las distintas crisis vitivinícolas que ha tenido la industria a lo largo de los años y que siempre llevaron y obligaron a los distintos actores estatales a generara o crear distintas herramientas para poder apalearlas, podemos recordar algunas como fueron los bloqueos, prorrateos y compras de vinos por parte de Estado.
Estas medidas fueron solamente transitorias y específicas para poder sobrellevar la crisis del momento, pero lejos de ser políticas de Estado para poder solucionar los problemas estructurales que hasta el día de hoy venimos acarreando.
Es por ello que en 1994 se crea el acuerdo Mendoza- San Juan, el cual es la única herramienta de política vitivinícola que viene equilibrando los stocks desde hace más de 20 años. Los diferentes estudios que avalan dicho concepto son:
- Cuando el stock vínico cae por debajo de los 3 meses de comercialización (suma despachos y exportaciones), el precio real del vino se dispara súbitamente.
- Cuando el stock vínico está por encima de los 4,5 meses de comercialización (suma despachos y exportaciones), el precio real del vino comienza a caer.
- Si se mantiene el stock por debajo de 6 meses, si bien hay una tendencia a la baja, es moderada.
- Por arriba de los 6 meses, las caídas en el precio son abruptas.
Es por ello que dicha herramienta, lo que busca es mantener la escasez con el fin de sostener los precios. ¿Es la solución a todos los problemas de la industria? No. ¿Es perfectible? Sí, pero insistimos en que hay que buscar otras herramientas. Con esta sola no alcanza.
Es por ello que vemos totalmente absurda la ferviente discusión sobre esta herramienta.
Volver a escuchar bloqueos, prorrateos, etc, que no son solución a nada y simplemente terminan beneficiando a aquellos tenedores de vino que especulan la siempre y ansiada llegada de los fondos estatales, los cuales nunca llegan al productor. Pero, eso sí, en nombre de los productores se inflan el pecho para pedir dichos fondos en beneficio propio, los cuales nunca llegan al productor.
Seguimos dando una discusión de la vitivinicultura de los años 70, dando vuelta sobre los mismos problemas, los cuales no se van a acabar si seguimos haciendo lo mismo. Los tiempos han cambiado. Lo que se consumía en los ‘70 tanto en volúmenes como en tipos de vinos, ha mutado y aún tenemos muchas hectáreas que producen uvas destinadas a vinos que no tienen mercado. Insistimos en inventar o volver a las viejas herramientas para dar valor a algo que el consumidor no quiere. En ese proceso, insisto y no nos cansamos de decirlo, muchos siguen ganando dinero y los productores vamos desapareciendo.
Insistimos en sentarnos con seriedad y buscar soluciones reales a los problemas que atraviesa el sector. Señores, los productores primarios van desapareciendo por los problemas ya planteados. “Ningún productor desaparece porque Mendoza y San Juan firmen o no el acuerdo”. Estamos desapareciendo por los precios viles recibidos, por la alta concentración, por la inflación desmedida, por la falta de rentabilidad.
No nos engañemos más y sentémonos a discutir con altura. Señores legisladores, trabajemos por una Mendoza con visión de futuro y por el bien de todos y no de unos pocos.