Se visten de gala para ir a bailar tangos y milongas

Cultores locales del 2x4 buscan recrear el ambiente que reinaba en otros tiempos. Avezados y novatos bailarines comparten escenario, al compás de las orquestas típicas.

Se visten de gala para ir a bailar tangos y milongas
Se visten de gala para ir a bailar tangos y milongas

Zapatos de taco dorados, plateados, multicolores se deslizan por la pista iluminada con luz tenue. Se acercan, se alejan, se encuentran con los invariablemente negros de los hombres. Los bailarines no hablan pero se escuchan para percibir los movimientos que improvisará el compañero.

Mientras la banda toca en el escenario, las parejas se mueven en un abrazo intenso, de vestidos y trajes, y varias personas más los observan desde las mesas, esperando el momento para salir ellos mismos a desplegar su destreza.

La milonga de gala Mi Refugio conserva ese aire de otros tiempos, con la vestimenta formal, la orquesta en vivo y el respeto de ciertas normas (que los asistentes encontrarán impresas sobre la mesa).
 
Y el espacio -el antiguo teatro Barcelona, en el Centro Catalán- contribuye a crear una atmósfera particular, que atrae a personas de todas las edades en búsqueda de compartir su pasión por el tango.

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Inés Collovati y Raúl Villacorta apenas se sientan durante algunos intervalos. Ellos prefieren estar en la pista porque consideran que es un orgullo bailar la música ciudadana.
 
Inés cuenta que aprendieron en la cocina de su casa -Raúl agrega que por la década del ´80- y que corrían la mesa, ponían un video e intentaban imitar los pasos. Aún hoy observan a otros bailarines y después practican para poder lucirse en el próximo encuentro y por eso siempre están buscando espacios para bailar.

Los creadores de la milonga de gala son Carina Osvaldo Tango, dos bailarines y profesores que decidieron ofrecer una propuesta diferente. Osvaldo Ordóñez explica que en la provincia hay muchas milongas, pero que son más urbanas.

En cambio, ellos buscaron recrear el halo de las antiguas: orquesta en vivo, vestidos y saco y corbata, y mesas con manteles y velas. Carina González señala que si bien la mayoría va a bailar, también se puede disfrutar de la música y la exhibición de bailarines, tomar algo o cenar un plato español de la cantina y destaca que son pocas las opciones que conjugan todo eso en un mismo lugar.

Nora Antolin cuenta que con Alcides Verdejo han ido a todas las milongas de gala (los encuentros comenzaron en mayo). Esto, detalla, porque en otros espacios el ambiente es más bohemio y no se presta tanta atención al rito del tango, ni se puede escuchar bandas en vivo como la de Walter Anselmi Trío con la voz del Gaucho Riveros, los invitados del sábado pasado.
La pareja comparte la mesa con Lidia Páez y Ernesto Fredes, quienes comenzaron a bailar hace seis años. La mujer detalla que le encanta bailar todo tipo de ritmos pero se inclinaron por el tango cuando visitó la provincia Mariano Mores. Y si bien en un primer momento le costó convencer a Ernesto para que la acompañara a tomar clases, después se volvió casi más fanático que ella.

Osvaldo, uno de los anfitriones, plantea que bailar tango es muy adictivo porque implica un cierto misterio. La milonga no es coreografiada, añade, sino que se improvisa. De ahí que un mismo tema se baile siempre de un modo diferente. Cuando se está en la pista no se habla. "No importa nada más que bailar tango", dice y se disculpa para ir a recibir personalmente a quienes van llegando.

No todos los que asisten son experimentados bailarines. También hay varios que están comenzando, como Lucas Sadler, quien se acercó al tango hace seis meses, cuando decidió sumar una actividad diferente al estudio.

El joven comentó que está tomando clases pero en la milonga se puede bailar con otra persona que no sea la pareja habitual y que se aprende mucho de eso. Contó que le gusta que sea de gala porque es elegante y hay mucho respeto en el trato, aunque señaló que, como va con un grupo de compañeros de la academia, le resulta algo parecido a compartir una cena familiar.

Planteó que en Mendoza el tango todavía no tiene la misma difusión que otras danzas, como las caribeñas, pero que no sólo es una música que nos representa, sino que también ayuda a desinhibirse y a ganar seguridad.

Y si bien muchos de los asistentes son habitué, también hay quienes se enteran por el boca en boca y van para ver de qué se trata.

Danila Delgado e Iris Arias estaban oficiando de anfitrionas para Bibiana Matei (de Buenos Aires) y Verónica Avalis (de Chaco) quienes habían viajado para participar de un foro. Danila comentó que las chicas les pidieron ir a una milonga, se enteraron de que estaba esta opción y les gustó que fuera de gala porque se rescata el ritual del tango.

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