El lugar donde vivo siempre me impregna de sus cualidades. Habito este suelo desde que nací, y me gusta ir a otros lugares para poder disfrutar del regreso a Vista Flores.
Aquí podemos andar tranquilos por las calles y las veredas, charlar con amigos y vecinos hasta entusiasmarnos en algún proyecto en común. También podemos sorprendernos con el paso de los turistas que eligen este lugar por estos días.
Este pueblo ha crecido gracias al esfuerzo de su gente, que ante la necesidad se une para lograr los objetivos. Hay varios momentos que pueden destacarse, como los vecinos que hundieron las palas para realizar los 6 kilómetros de zanja donde se instaló el acueducto desde Campo Los Andes.
También, con sus propias manos, los vistaflorinos consiguieron el terreno, cimentaron, levantaron las paredes y techaron el edificio de la escuela secundaria para sus hijos y los que vendrían.
Además, vecinos del lugar caminaron las calles pidiendo libros e hicieron huella en los pasillos gubernamentales para lograr una de las más grandes bibliotecas populares del Valle de Uco.
Por su parte, otros habitantes de este pueblo pusieron entusiasmo y nervio en la estructura del polideportivo local. Solo después, siempre después, los gobiernos de todos los colores llegaron a dar una mano para poder cortar las cintas.
Cómo no impregnarme de la cultura emprendedora de mi pueblo, si mis padres, abuelos y vecinos me enseñaron a construir desde abajo, a enfrentar los desafíos y a soñar que se puede llegar a donde uno quiere.
Así, con esa enseñanza que da la historia y la vida cotidiana, comencé a escribir mis primeros versos regionales, a decir lo que pensaba a través de la radio y a estudiar para poder expresarme mejor.
Albergaron mis palabras algunos medios de comunicación locales y provinciales, pero mi origen en una población autogestiva me mantuvo activo en propuestas culturales diversas, junto a otros vecinos más emprendedores.
Hoy, la escritura de esta nota me encuentra siendo parte del Colectivo Cultural Learte, un grupo de artistas del Valle de Uco dedicados a realizar intervenciones artísticas en distintos puntos de la región y la provincia. En ese espacio, también cultivamos esa impronta de la autogestión y del trabajo colaborativo.
Es un lugar en el que creamos, construimos y al mismo tiempo nos divertimos haciendo arte.
A través de la literatura, también voy plasmando la idiosincrasia vistaflorina: el humor y la hospitalidad de la gente, ese saludo amable que se cruza por las calles, los amaneceres y atardeceres que llevan y traen a los trabajadores, el tanque del agua como símbolo del esfuerzo de los pobladores por el recurso vital, el paisaje en todas las estaciones disfrutables y la impactante cordillera que cada día se presenta distinta.
Este pueblo, que nuestros abuelos forjaron con sus propias manos, ha llegado a ser reconocido internacionalmente por la producción de cerezas y por las bondades del suelo en la producción de excelentes vinos.
Pero son los pobladores, con su trabajo dedicado, los que cuidan celosamente la calidad de los productos en empresas locales y extranjeras.
Y yo aquí, habitándolo con todas las ganas, caminando por viejas y nuevas sendas, volviendo siempre a Vista Flores, con un lápiz y un papel para recoger las huellas de los que estuvieron y escribir con ellas otros versos que incentiven a seguir juntándonos en charlas de amigos, y a entusiasmarnos en proyectos comunitarios regados con el vino de esta tierra.