“Cuando sos mamá y te hacen la primera ecografía lo primero que sentís es el corazón de tu hijo y yo, aunque no lo tengo en vida, todavía lo sigo sintiendo”, dice Miriam Vega (48) notablemente emocionadas mientras abraza a Alexis Palacios (17) el receptor del corazón de Matías, su hijo más grande, quien falleció en un accidente de tránsito en 2012.
Ellos son los protagonistas de una historia que no suele repetirse, ya que tanto desde el Incaimen como del Incucai desalientan el encuentro donante-receptor y evitan brindar información detallada. Sin embargo, gracias a la colaboración de ambas familias y al inestimable aporte de las redes sociales, lograron contactarse, conocerse en persona y lograr un lazo que los mantendrá unidos de por vida.
Inesperada coincidencia
A fines de octubre de 2012, el hijo mayor de Miriam sufrió un accidente de tránsito. “Matías estuvo muy delicado desde un principio; desde que lo internaron nos dijeron que no había esperanza de vida”, recordó la mamá con los ojos vidriosos. Después de pasar cuatro días en coma farmacológico, le decretaron la muerte cerebral.
“En el hospital había un cartel que decía quiénes podían ser donantes de órganos y nosotros sabíamos que Matías podía ser. Así que cuando nos preguntaron dijimos que sí sin dudar”, contó.
A las pocas horas, les dijeron que el corazón de Matías ya latía en Buenos Aires. “Fue un momento muy fuerte, porque pensé que la muerte de mi hijo no había sido en vano”, narró. Tiempo después recibió una carta que le informaba el sexo y la edad de la persona que había recibido el corazón de su hijo. “Yo subí esa carta a las redes sociales, pero después me desconecté. Estuve muy mal y recién tres años después me volví a conectar”, aseguró.
Mientras Miriam sufría la pérdida de su hijo, a Alexis, que en ese momento tenía 13 años, su corazón le decía “basta”. “Yo empecé a los 9 años con problemas del corazón porque sufría una enfermedad genética llamada miocardiopatía dilatada”, relató el joven. En un principio tenían que internarlo de vez en cuando para sacarle líquido de los pulmones, hasta que en octubre de 2012 sufrió un paro cardíaco.
Previamente había sido trasladado en avión sanitario desde Santa Rosa, La Pampa, hasta el hospital Garraham en Buenos Aires. A partir del paro quedó internado en terapia intensiva.
“Desde ahí no me acuerdo casi nada pero me contaron mis papás que ese día llegó un corazón, pero el médico no lo aceptó por las condiciones en las que estaba y porque sentía que iba a llegar uno mejor”, narró.
Eso fue el viernes 27 de octubre de 2012, hasta que el viernes 29 llegó el corazón que le trasplantaron. "Me dijeron que lo acepté bien porque con Matías teníamos una contextura parecida", aseveró. Luego de la operación, Alexis pasó un año internado porque contrajo una enfermedad intrahospitalaria.
Una vez en su casa en La Pampa le costó recuperarse, pero como tenía tantas ganas de salir adelante comenzó a entrenar para correr.
Así fue como se anotó en maratones convencionales y luego en competencias para deportistas trasplantados. “Estuve en los nacionales y hasta fui al mundial donde gané varias medallas. En ese entonces- 2015- me dieron ganas de mandárselas a la familia del chico que me donó su corazón”, recordó.
Esperado encuentro
Ante la inquietud de Alexis de ubicar a la familia de su donante, su papá le contó que a raíz de un dato que le dieron en el hospital pudo encontrar en Facebook a varios familiares del chico. “Yo quería conocerlos pero no sabía cómo iban a tomarlo”, deslizó.
Mientras tanto, la tía de Alexis agregó como amiga a Miriam y comenzaron a chatear a raíz de la carta que ella había subido hacía tres años. A través de esta conexión el papá del joven, le dijo a Miriam que su hijo había recibido el corazón de Matías. Al tiempo comenzaron a planear el encuentro que se concretó en enero. “Nosotros fuimos para La Pampa con muchísima incertidumbre, pero apenas nos vimos fue como si nos conociéramos de toda la vida, una sensación que no se puede explicar con palabras”, remarcó Miriam.
Más tarde, en abril, la familia de Alexis viajó hasta Mendoza para contarles que iban a ser padres nuevamente - quienes además tienen otros dos hijos- y que querían que ellos fueron los padrinos.
“El bebé nació el 23 de setiembre y le pusieron Ulises Matías, en honor a mi hijo”, añadió la mamá quien por estos días tiene alojado a Alexis en su casa. “El hermano de Matías- Fabián (16)- lo ha aceptado muy bien y son muy compinches”, subrayó.
Ambos protagonistas de esta historia saben que son afortunados por haberse encontrado y entre los dos comparten el objetivo de promover la donación de órganos. “Si yo hubiera dicho que no, me hubiera perdido la oportunidad de salvar una vida y de tener a Alexis a mi lado, quien significó una caricia al alma después de tanto dolor”, cerró la madre.