Somos seis hermanos muy distintos y yo soy la única que eligió el teatro. Por mi padre tenía un parentesco con Héctor Fernández Leal (actor), pero nada más cercano.
Cuando estaba en quinto año me metí al elenco de la escuela, que lo dirigía David Blanco. Y al terminar la escuela comencé a estudiar teatro y Comunicación Social a la vez. Hasta que me decidí por el teatro.
Con alma de payasa. Cuando empecé hice de todo: obras de humor, drama, murga uruguaya. Fue con el afán de aprender, aunque la mayoría de los proyectos siempre iban para el lado del humor: un poco por elección y otro por naturaleza de expresión.
Hasta que me crucé con un taller de clown que dictaba Gabriela Simón. Quería ampliar el registro y sentía que el clown me invitaba a otra manera de mirar el humor. Desde ahí me dediqué de lleno.
Con el clown vi el revés de lo que yo creía que es estar en un escenario. Tenía una imagen solo de mostrar algo en el escenario. Y con el clown me di cuenta de que es un compartir, porque te implica jugar con la mirada del público.
Me puso en un lugar de profundidad del espacio de compartir y creación. El clown quizá está jugando con una situación en escena, pero con el espectador estás mostrando un aspecto más profundo de humanidad.
Ponerme la nariz de payasa me permite sacar cosas de mi personalidad. En el entrenamiento partimos de lo personal, de unir elementos nuestros, para abrir mi mundo y trabajar con lo que me pasa desde el humor. Es ponerlo en valor.
Una situación incómoda que viví hace tiempo. En una oportunidad fuimos a una institución con el grupo de payasos a hacer una función, y la persona encargada de convocar al público no lo hizo. Entonces nos encontramos sin público y decidimos salir a la calle a juntar gente. Eran las diez de la noche y el teatro se llenó de niños.
En esa obra, yo tenía un número con un arco y una flecha. Sin querer se disparó la flecha y le cayó en la frente a una nena de tres años, que estaba sentada en la primera fila.
Me miró con una entereza que no pude seguir con el número y me acerqué a ella, intentando salvar el momento de manera pésima. Le cantaba canciones infantiles... Era la payasa más fatal. Y terminé como pude. Al final de la función me saludó de lejos, pero fue duro. Siempre lo recuerdo.
Humor existencial. Con Gabriela nos juntamos con la idea de hacer una obra y el deseo de trabajar juntas. Y comenzamos con otra obra que no tenía nada que ver.
¡Todo es así, muy complejo! Hacemos un clown existencial. Y eso nos abrió otras puertas en que el espectáculo fue cambiando con el público. Esa obra nos llevó a viajar por distintas ciudades y mientras tanto, seguía el fantasma de la otra obra que dejamos en el camino. Por eso en el medio de los viajes nos cruzamos con gente a la que sumamos al proyecto.
Buscamos la escenografía, la música, los tejidos y se construyó una teatralidad distinta. Fue un proceso muy disfrutable porque se fue nutriendo del recorrido que hicimos y se materializó en “Lo que viene”.
Con mi personaje de Ciza tuve muchas dificultades, porque al cruzar muchos elementos de la puesta como el mapping, la música, la escenografía, la idea era jugar con eso.
Pero para lograrlo lo teníamos que habitar. Fue diferente a todos los otros personajes de clown que hice, donde era solo el personaje y el texto, su corporalidad y la comunicación con el público. Hoy, disfruto mucho más del personaje, las primeras funciones eran una prueba de todo y en la actualidad todo está en su lugar.
Elijo el teatro porque es lo que es, porque me sucede. Cuando no pueda hacerlo, quizás me lo pregunte. Y en todo este camino, el clown me invitó a mirar el teatro desde otra perspectiva.
Televisión. Actuar en "Personajes peculiares con Paul Palomino" (N. de R: que se emitió por Acequia y ahora está disponible en la web) fue una experiencia muy linda, por el trabajo con el grupo. Para mí fue algo nuevo y me entregué a esa experiencia. La propuesta estaba muy buena y lo que me pareció enriquecedor fue el trabajo en la filmación y lo previo. Porque el texto se fue modificando y la idea fue apropiarse de un texto de humor, que es complejo de interpretar en la tele.