Violentos sin violencia: ¿es posible?

La socióloga y directora de Género y Diversidad, Silvina Anfuso, habló con Estilo acerca de su reciente visita a Chile, para interiorizarse del programa con perspectiva de género que hay en el país vecino, para los hombres que ejercen violencia contra las

El tema no es nuevo. Lamentablemente es el capítulo diario para leer o ver por los diferentes medios de comunicación y las redes sociales. O en el peor de los casos, la oscura realidad que viven en primera persona muchísimas mujeres.

Hablamos de los femicidios y de la violencia de género (en todos sus aspectos). Los mismos que generan la necesidad, desde los organismos pertinentes y especializados, de ahondar más allá de lo obvio y buscar alternativas superadoras para desarmar de alguna manera la más terrible de las realidades.

Desde ese panorama, el intercambio de experiencias con otros países apuesta a sumar alternativas posibles y superadoras sobre un tema conflictivo y preocupante como es la violencia de género.

En este sentido, la socióloga Silvina Anfuso, directora de Género y Diversidad de la provincia contó: “Hace aproximadamente 3 años que se vienen realizando intercambios de experiencias que son actividades en materia de violencia familiar. Fueron iniciadas por el Consulado de Chile en Mendoza. El principal motor de tales acciones es poder repensar experiencias para ir desarrollando y retroalimentándonos en el tema de la violencia.

- ¿Cómo fue la experiencia?

- El cónsul adjunto en Mendoza, Gonzalo Figueroa, nos convocó. Yo tenía conocimiento de que en Chile venían realizando desde hace ya 5 años una experiencia especial, basada en un programa de reeducación para hombres que ejercen violencia en la pareja.

Contemplando que nuestra ley 26.485 de alguna manera establece tratamiento para los agresores, es que deseábamos ver y vivir de cerca esta instancia. La idea es que podamos llevar a cabo en algún momento, aquí, lo mismo.

- ¿Cómo trabajan en Chile este programa de voluntariado para hombres violentos?

- La labor tiene diferentes niveles. El primero es la admisión: es importante que la persona asuma su responsabilidad como agresor, sabiendo que participar de ese programa no implicará una baja de la pena. Se trata de una opción para pensar, de manera acompañada, todo lo que tiene que ver con su masculinidad, la perspectiva de género, y su posición en términos de machismo...

No es un tratamiento psicoanalítico ni psiquiátrico, sino que es un proceso más reeducativo, en el que el sujeto implicado necesita de su voluntad para darse cuenta de lo que ha hecho a su pareja y asumir responsabilidades respecto de la persona que agredió. Eso sí, quedan ajenas a esta posibilidad aquellas personas que hayan cometido femicidios u homicidios frustrados. También quienes hayan cometido lesiones gravísimas.

- ¿Qué lectura pudieron hacer respecto de este abordaje?

- Toda la política está centrada más en la asistencia a las mujeres: son las que tienen que movilizarse, ir a la Fiscalía, o a pedir medidas de protección, recayendo el sostenimiento de este proceso sobre ellas todo el tiempo. Hay que internalizar que la violencia de género no es un tema sólo femenino sino que es una problemática social.

Si no comenzamos a abrir las puertas y a repensar las masculinidades para de alguna manera cuestionar la hegemonía de las mismas y su violencia, es difícil que podamos avanzar como sociedad. Es algo interesante para Mendoza intentar una experiencia piloto, aunque esto no sea lo único por hacer, ya que las campañas y la inclusión en la currícula de educación sobre todo lo que tenga que ver con perspectiva de género, son aristas poderosas para apostar al cambio.

- ¿Es posible aquí que los agresores asistan a este voluntariado?

- Quizá en un porcentaje mínimo, pero es posible. De hecho alguna vez todos los que trabajamos en esta temática tuvimos la experiencia de acercamiento de un varón que se nos presentó y nos dijo: “Soy todo eso de lo que usted habla... Soy celoso y posesivo pero no quiero tener más ira ni seguir así”.

Es verdad, estos tipos de casos son los menos (de 900 podemos atender uno) pero me parece que si algunos varones se atreven a repensar esta masculinidad, y se cuestionan a partir de que hay un límite puesto por parte de la mujer en una separación (o de la manera que fuere) también puede ser una señal de esperanza.

Un indicio de que ser varón no significa ser agresor, y que la posibilidad de cambio es una manera de construirse una alternativa como hombre y pensar que hay otra forma de serlo, que no necesariamente tiene que estar asociada a la violencia que desarrollaron.

- La crianza de los hijos, en cuanto a la concientización sobre violencia de género, ¿resulta efectiva?

- Muchas veces se dice que a los varones machistas los crían las mujeres machistas. Pero estamos omitiendo (y esto también tiene que ver algo con la problemática de género) que la crianza no es responsabilidad exclusiva de las madres y las mujeres en general. Hay que empezar a hablar de la responsabilidad paterna.

- ¿Cuándo es necesario denunciar y cuándo no?

- Hay que saber que no siempre la violencia de género amerita una situación de denuncia. Hay algunos momentos en los que la violencia no se ha traducido en lo físico ni en amenaza de muerte, o en portación de armas. Existen instancias en las que podemos ver que existen, en determinadas parejas, celos excesivos (la relación está puesta en el control).

Se trata de parejas formadas en base a una relación en la que no hay un buen pronóstico. Ahí es mejor ser prevenido para no terminar en situaciones de mayor gravedad. Están los dispositivos psicosociales, que no implican una denuncia, pero se pueden empezar a revisar y repensar estas prácticas y hábitos para no entrar en un círculo de violencia cada vez más grave.

Referencias para pedir ayuda

Una referencia concreta es la línea 144 para violencia de género.

Municipios que incluyen el Área de la Mujer (todos en su mayoría).

Dirección Provincial de Género (España 16, Ciudad) Teléfono: 424-2281.

En caso de violencia física: es recomendable la denuncia además del acompañamiento del Área de la Mujer del municipio pertinente.

Si no ha habido delito pero el hostigamiento es muy sostenido, hace falta que un tercero interceda con mayor fuerza. Es recomendable ir al Poder Judicial, Juzgado de Familia.

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