De cara a la realidad que vivimos en estos días y al crecimiento de los casos de violencia en los últimos tiempos, abordaremos el problema de la violencia familiar hoy en nuestra sociedad.
La violencia intrafamiliar es una situación fuera de lo normal que se configura cuando alguno de los integrantes del grupo familiar o de los convivientes sufre un ataque a su integridad, pudiendo ser físico, psicológico, verbal, patrimonial, es decir, es un menoscabo a su persona física o a sus derechos personalísimos. Es un atentado contra la persona, sea en su integridad física, sexual o mental.
Las consecuencias son siempre graves ya que, además del daño visible, sea físico o psíquico, deteriora sustancialmente la unidad y armonía familiar.
A través de una medida excepcional, como puede ser la exclusión de hogar o la prohibición de acercamiento, se alteran los parámetros de la familia ideal.
Las causas que desencadenan estas situaciones de violencia, por lo general, obedecen a factores de todo tipo. Aunque lo esencial está en los valores que se construyen a través de la formación cultural.
Cuando se perturban de alguna manera esos valores o sufren algún detrimento, sumado al transcurso del tiempo y otros aditamentos externos, pueden llevar a una persona a convertirse en violenta o a tener actitudes violentas hacia la familia y hacia los terceros también.
La ley de Violencia 26.485 establece como tipos de violencia: la física, la psíquica, la simbólica, la sexual y la patrimonial o económica.
En estos casos, siempre que se llega a la violencia física, generalmente antes hubo otro tipo de violencia como la verbal, la emocional o la económica.
La Justicia posee herramientas destinadas al cese de la violencia como así también, a la protección de los sujetos vulnerables que pudieren estar en peligro en estas situaciones.
Estas herramientas son las llamadas medidas autosatisfactivas. Se caracterizan por ser urgentes, transitorias y específicas. Esto significa que la Justicia tiene que tomar una medida rápida, eficaz y temporal.
El rol del juez
La función del juez es fundamental. El juez de familia particularmente debe ser una persona formada en este tipo de temática esencialmente. El juez de hoy no actúa solo, sino que lo debe hacer a través de un equipo interdisciplinario que le brinde las herramientas necesarias para resolver el problema planteado. El juez de violencia, por las particulares características de la problemática, definitivamente no puede ser el mismo que declara la nulidad de un contrato, por ejemplo.
La ley de Protección contra la Violencia Familiar es la 24.417 que fue sancionada en 1994. Hasta la sanción de esta ley, los casos de violencia sufridos por las personas como así también las transgresiones a los derechos personalísimos eran abordadas desde el campo del derecho constitucional (a través de los amparos) o del derecho penal. Actualmente, y desde entonces, la problemática es afrontada por jueces de familia preparados especialmente en la materia.
El cambio ha sido muy importante. Al menos en la mayoría de las provincias la violencia es una problemática que está en auge; es muy alarmante el grado de violencia que existe en nuestra sociedad argentina.