Pese a las amenazas del gobierno de facto y el despligue masivo de policías y soldados, los islamistas egipcios volvieron a marchar hoy en El Cairo y en el resto del país contra el golpe de Estado, tras cuatro días de represión que dejaron más de mil muertos y cinco mil heridos.
Imágenes difundidas por la cadena de noticias qatarí Al Jazeera mostraron ayer a pequeñas multitudes marchando desde varios barrios de El Cairo y sus alrededores hacia el Tribunal Constitucional, cuyo edificio estaba totalmente cercado por tanques y soldados.
Los opositores al golpe de Estado también salieron a las calles en las ciudades de Suez y de Minya.
Durante todo el día, los autos volvieron a circular con tranquilidad por las avenidas de la capital egipcia, la mayoría de los negocios de los barrios más céntricos reabrieron, y excepto por aquellas zonas que fueron los epicentros de la represión de los últimos días, El Cairo recuperó un poco de su ritmo habitual.
Sin embargo, al caer la noche y entrar en vigencia el toque de queda, la información sobre las manifestaciones se volvió escasa y los temores a una nueva represión estatal inundaron las redes social y los portales de noticias.
El clima se enrareció aún más luego que el Ministerio del Interior de facto informara que 38 miembros de la Hermandad Musulmana murieron asfixiados cuando los trasladaban de una cárcel cerca de El Cairo en un episodio poco claro.
Ya a media tarde, la principal marcha islamista, que debía comenzar en la plaza capitalina de Roxy, había sido cancelada por la propia Hermandad Musulmana por temor a repetir las escenas sangrientas de los últimos días.
El movimiento islamista conservador que acompañó al derrocado presidente Mohamed Mursi a la Presidencia hace apenas un año acusó al gobierno de facto de colocar francotiradores en los techos de los edificios de la zona, informó Al Jazeera. El temor y la falta de confianza no eran infundados.
Según cifras oficiales, en los últimos cuatro días murieron 890 manifestantes, que sumados a los 235 cadáveres que aún custodian de forma muy precaria militantes islamistas en una mezquita de El Cairo, la cifra supera los mil.
El Ministerio del Interior de facto, en tanto, informó que 70 policías murieron desde el miércoles pasado.
Tras ese tendal de muertos, la respuesta del gobierno de facto, controlado por general golpista Abdel Fatah al Sisi, a la nueva jornada de protestas fue, otra vez, reforzar el control de las zonas por donde marcharían los islamistas.
Desplegaron tanques blindados, soldados y policias, y cortaron calles y avenidas con barreras metálicas, informó la agencia de noticias EFE.
Horas después, llegó la amenaza verbal. "Quien piense que la violencia doblegará al Estado y a los egipcios debe pensarlo de nuevo", advirtió el jefe del Ejército Al Sisi durante un encuentro con comandantes de la policía y del Ejército, según el diario estatal Al Ahram.
Al Sisi, que luego del golpe fue nombrado ministro de Defensa y primer vice primer ministro, acusó a la Hermandad Musulmana de estar empujando al país hacia un "tunel oscuro" y rechazó las versiones que sostienen que el Ejército quiere "tomar el poder".
"El honor de proteger la voluntad del pueblo es mucho más honorable que gobernar", aclaró el hombre que el 3 de julio pasado leyó el comunicado que informaba que Mursi había sido derrocado y detenido en un lugar desconocido, y que las Fuerzas Armadas nombraban como presidente de facto al titular de la Corte Suprema.
Después de su discurso, Al Sisi participó hoy de una reunión del Consejo de Ministros, en la que discutió la posible ilegalización de la Hermandad Musulmana, un movimiento que a pesar de haber concentrado gran parte del poder político durante el gobierno de Mursi, pasó la mayor parte de su historia en la clandestinidad.
Según el informe publicado después de la reunión por la agencia de noticias oficial Mena, el Consejo, quien declaró estar peleando "una lucha contra el terrorismo", no tomó una decisión sobre la ilegalización de la Hermandad, pero sí de los llamados "comités populares".
Estos comités aparecieron con fuerza en los últimos días y están compuestos por manifestantes anti Mursi, que decidieron organizarse con armas y palos para evitar las marchas islamistas, y detener a manifestantes "violentos" para luego entregarlos a las fuerzas de seguridad.
Difícil saber cuán activos fueron estos comités en la represión del miércoles y el jueves pasado que dejó 638 muertos y más de 3.700 heridos, la violencia del viernes que produjo un saldo de 173 muertos y 1.330 heridos, o la de ayer, que terminó con 79 muertos y cerca de 550 heridos, según cifras oficiales.
Para la Hermandad Musulmana el escenario es aún peor ya que los muertos, según sus cálculos, se cuentan por miles.
Los medios oficiales también informaron hoy que cerca de mil islamistas y dirigentes de la Hermandad Musulmana fueron detenidos en todo el país.
Entre ellos, más de 400 fueron arrestados tras el desalojo de ayer de la mezquita de Al Fatah, que se había convertido en un refugio para cientos de islamistas tras el tendal de muertos de esta semana. Todos fueron acusados por homicidio.
Cada día el saldo de víctimas y de detenidos crece en Egipto y con él la condena internacional.
La Unión Europea (UE) anunció hoy que revisará de forma urgente sus relaciones con Egipto y tomará medidas, por ejemplo suspender la ayuda financiera y las exportaciones militares a El Cairo, para intentar frenar la violencia en ese país.
Lejos de surtir efecto, el gobierno de facto egipcio respondió a esta nueva advertencia con una amenaza propia.
El canciller Nabil Fahmi adelantó hoy en conferencia de prensa que revisarán toda la ayuda internacional que reciben, especialmente "por esas voces que dicen que retirarán la ayuda si Egipto no hace esto o lo otro".