Hay en la mirada de una mujer que alguna vez sufrió violencia de género una sombra que llevará de por vida: una cicatriz invisible de la que no se puede liberar, un pasado que siempre está presente y una obsesión llena de pánico por no volver al infierno.
Son mujeres alertas de los síntomas disfrazados del patriarcado que la llevaron al máximo riesgo. Que saben que en algún momento sus vidas corrieron peligro. Por esos se ponen muy serias al hablar de lo que les pasó y de lo cerca que estuvieron de ser una de las mujeres de Argentina que mueren cada 32 horas a manos de un varón.
En cierto modo viven como sobrevivientes. "Pero más seguras, con la autoestima elevada", coinciden la docente Cecilia Bertoglia (58, esteticista), Andrea Villegas (51, docente) y Viviana Ortiz (38, personal trainer). Las tres son frecuentes asistentes a la Fundación Accionar, una ONG que se dedica a las mujeres víctimas de violencia, entre otras problemáticas.
Comienzos
"Durante años que padecí la violencia. Pero tengo cuatro hijos con mi ex. Salir del círculo de la violencia me costó tanto que tuve que alejarme de mis hijos. Me tuve que ir de mi casa, tuve que cambiar de lugar de trabajo. Gracias a la Fundación donde me ayudaron a superarme de a poco estoy saliendo adelante. Mi ex estuvo detenido. Pero mis hijos se quedaron con él, al más chico lo veo de vez en cuando", cuenta Andrea, vestida con ropa de docente.
Cecilia estuvo casi 20 años casada. "Vengo de la época en que te decían que tenías que poner la otra mejilla, que aguantaras por tus hijos. Cuando empecé a pedir ayuda me sentí invadida y no ayudada: esto es que en verdad no sos escuchada, y te hacen sentir a vos culpable de que tu marido te golpee, como me pasó con una psicóloga en un Juzgado de Familia que me dijo eso en una de las audiencias".
Cecilia lleva más de siete años divorciada y recuerda el modo corrosivo en que sin darse cuenta comenzó a sentirse víctima de la violencia machista: "Primero fueron los insultos, después el de escuchar que una no sirve para nada y que es una mala madre, y como corolario los golpes".
"Mi caso es atípico", cuenta la personal trainer Viviana Ortiz. "La violencia vino de parte de mi hermano mayor. Creamos una sociedad de trabajo con él, por más que yo sabía que era una persona violenta y con antecedentes. Me quedó la enseñanza de mi madre (que murió cuando yo tenía 13 años), de ayudar a la gente, de perdonar. Lo traje a vivir conmigo y nos pusimos un gimnasio.
La sociedad duró diez años y fui sometida de un modo sutil porque no me daba cuenta porque todo fue de a poco; malos tratos, decirme que no servía, hasta que llegó a la violencia física. Yo estaba tan inmersa en ese mundo que no podía salir, se me había hecho carne; además sabía que iba a perder todo lo que había puesto para el negocio. Él me gritaba en público y a me daba vergüenza por la gente que estaba presente. Hasta que un día directamente me golpeó delante de todos. Allí lo denuncié en la policía".
Ayuda
La docente cuenta que su ex estuvo detenido en más de una ocasión. "De todos modos, las que pasamos por esas circunstancias sabemos cómo se manejan las cosas en ciertos juzgados". Yo me tuve que mudar de trabajo ya que los dos ejercíamos en el mismo lugar. En ese sentido tengo que decir que la DGE se portó bien y me dio una misión y me apartaron de él. Lo que más me afectó de todo es el no poder ver a mis hijos, sólo veo al menor y de vez en cuando".
La esteticista Cecilia rememora el día que casi le cuesta la vida: "Fue cuando se fue de casa después de una discusión muy violenta en la que no morí de casualidad. Como en muchos de mis casos yo no tenía experiencia en pedir ayuda hasta que fui al Poder Judicial y de la mano del licenciado Jorge Cortez pude llegar a la Fundación. Llevo varios años acá".
El camino recorrido por la personal trainer no se diferencia demasiado de casi todas las mujeres que acuden allí: "Alguien me dijo y vine una vez, llena de dudas y un año después me pude independizar y tener mi propio gimnasio".
Hoy
Las tres siguen hoy "bajo tratamiento" en la Fundación Accionar. Dicen que son como una familia y en el trato con las encargadas se nota. Todas resaltan el trabajo llevado a cabo por las psicólogas de la ONG -presente también en la entrevista- a la hora de "devolvernos a algo parecido a la vida normal".
Andrea -por momentos ganada por las lágrimas-dice que "mi vida tiene que seguir, me cuesta mucho el hecho de no estar con mis hijos del modo en que quisiera. He pasado de ser la loca y la mala y a ser la culpable, a darme una oportunidad".
En el caso de Cecilia, quien luce como más recuperada, "los tres años que llevo viniendo acá me han servido los talleres de fortalecimiento y por primera vez en mi vida experimenté que puedo salir adelante; de hecho he bailado en festivales para la ONG, algo que me llena el espíritu. Mi ex ya dejó de hacerme daño. De hecho cuando se enteró de que tenía cáncer (está en tratamiento) vino y me pidió perdón".
La personal trainer, con su mirada expresiva, asegura que empezó a ordenar mi pasado. "Porque cuando una mira atrás y ve todo lo que se dejó hacer en cuanto al maltrato, te da algo así como no querer perdonarte. Fueron diez años de oscuridad los que viví. La psicóloga Teresa me ayudó y supo entender por dónde encaminarme: alimentó mi autoestima, sobre todo en lo laboral porque lo importante para mí es la vida laboral".
Pulpo suave
Una de las mujeres definió como a la violencia de género como 'un pulpo suave' que te agarra de a poco sin que te des cuenta. "Luego cuesta salir del increíble dominio al que te somete el violento. Pero cuando dejas de escuchar su voz que tenés incorporada, experimentás un alivio. Logré poner mi propio negocio, algo que me habían hecho creer que no estaba capacitada. Curar mi alma, lograr más confianza en mí misma, tomar decisiones. Cualquier persona es capaz de salir, pero a veces necesita ayuda", resume Viviana.
Las tres coinciden en que también "bajan línea" en la cotidianidad donde pululan víctimas de violencia de género "que lo saben y no hacen nada o que empiezan a serlo y todavía no se dan cuenta".
"En el gimnasio trato de ayudar a otras chicas. Hay muchas en situación de violencia de género que tienen miedo de salir. Viven bajo una tiranía de abuso pero a la vez en una comodidad, y les entra el miedo a cambiar. A veces no lo quieren entender."
La docente Villegas redondea la idea: "muchas chicas son dependientes a veces en lo económico y a veces en lo emotivo de los hombres que las maltratan. Sienten una suerte de Síndrome de Estocolmo y no quieren dejar su comodidad porque creen que va a ser difícil salir adelante".
Ante eso las tres chicas dicen al unísono: "se puede salir, cuesta pero se puede".
Fundación Accionar
La Fundación Accionar es una entidad sin fines de lucro que trabaja por la protección de derechos de niños, niñas, adolescentes y mujeres en situación de riesgo, generando un contexto social y comunitario inclusivo, solidario y equitativo.
Apunta a promover, crear, supervisar y ejecutar proyectos que se relacionan con la prevención, la rehabilitación y la posterior reinserción social de niños, niñas, adolescentes y mujeres afectados por distintas problemáticas. La ONG realiza lo hacer mediante el trabajo comunitario en redes, el fortalecimiento de la familia y la promoción de personas libres.
Trabajan con voluntarios y su presidenta es la licenciada en psicología Vilma Jilek. El sitio web es: http: //accionarargentina.org
Mañana,movilización
Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, mañana a las 18 en Garibaldi y San Martín se llevará a cabo una movilización e intervención artística. Una de las organizadoras es la Corriente Política y Social La Colectiva.
"Nuestras demandas han llegado a todos los rincones de nuestro país con consignas claras, abriendo debates profundos. Transformando, sin lugar a dudas, nuestra realidad y allanando el camino para las próximas conquistas", indica la Corriente en su gacetilla de prensa.
