Violencia contra los animales

Un incidente en la vía pública en Las Heras terminó con la vida de un can doméstico, muerto a tiros por un irracional.

Violencia contra los animales
Violencia contra los animales

La desmesurada saña que puso en evidencia un sujeto que en plena vía pública ejecutó con disparos de arma de fuego a un perro doméstico, tendrá que ser perseguida por la Justicia y penado su autor.

También el caso es revelador de ciertos estados de violencia en la comunidad, que por supuesto no contribuyen en nada a la paz social.

Distintos medios de difusión, incluido este diario, se hicieron eco del drástico proceder de un individuo, que el jueves 15, en horas de la mañana, no trepidó en extraer un arma de puño y abrir fuego contra los dos canes de propiedad de un vecino de Las Heras, que paseaba a sus mascotas por un espacio verde cercano a la rotonda del Avión, en el Acceso Norte -un boxer, de 12 años, que murió, y una ovejera belga-. No los llevaba sueltos sino atados y con correa de ahorque.

El sujeto que usó el arma también se desplazaba, corriendo, con un perro a su lado. En determinado momento los 'fieles compañeros' del vecino se escaparon de su custodia e hicieron caer a su dueño, al tiempo que se acercaron al can del desconocido. Éste, probablemente ante la presunción de que atacarían a su mascota, sacó un arma que llevaba en la espalda, sostenida por el cinturón, y efectuó tres disparos contra los animales del desprevenido particular, dando muerte a uno de ellos e hiriendo, aunque no de gravedad, al otro.

Al parecer, el hombre que tuvo tamaña y violenta actitud se identificó como policía. En el colmo del desparpajo argumentó que había actuado de esta manera porque el boxer era peligroso y no tenía bozal, aunque el perro que él llevaba iba sin ninguna medida de seguridad. Incluso, levantó las vainas que dejaron los tiros efectuados y se fue del lugar.

El atacante actuó con total desaprensión y debe ser castigado por la innecesaria y cruel muerte del boxer, según las leyes que protegen el bienestar animal y en atención a uso irracional de un arma.

Pero, además la instrucción judicial que se haga de este caso seguramente deberá merituar el empleo de un arma de fuego en un espacio público, situación que podría haber derivado en lesiones e inclusive en la muerte del vecino que enfrentó esta difícil situación u otras personas que circunstancialmente  circularan por el lugar, a la hora del incidente.

El simple rebote de la bala no estaba exento de haber causado gravísimos daños colaterales.

Y mucho peor si como se ha indicado, el agresor se identificó como un integrante de la fuerza policial, que con más razón debería haber merituado el empleo de la fuerza y de un arma de fuego, sin justificación alguna porque en ningún caso estuvo en peligro su integridad física.

Pero más allá del lamentable hecho en sí mismo, lo grave es que el suceso es además revelador de un peligroso grado de violencia que subyace en no pocos integrantes de la sociedad que componemos. Lo percibimos en los barrios en ocasionales disputas entre vecinos, en los incidentes de tránsito y en las canchas de fútbol.

Afortunadamente un elevado porcentaje de habitantes procura vivir armoniosamente y sortear con paciencia y estoicismo la complicada situación por la que atraviesa la provincia y el país. Y en mismo sentido anotamos las demostraciones de solidaridad a las que nos tiene acostumbrados el pueblo mendocino en su inmensa mayoría.

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