Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
La contradicción es evidente. Los vinos argentinos obtienen cada vez mejores calificaciones entre los expertos internacionales y el reconocimiento mundial es creciente, mientras en el mercado interno se observan datos que hablan de un crecimiento en el consumo.
Sin embargo, la industria en general atraviesa momentos difíciles, con un porcentaje importante de productores a punto de abandonar sus viñedos por la imposibilidad de mantenerlos y con bodegas que están trabajando al límite de la subsistencia, porque el porcentaje de ganancias es mínimo. No es un tema que afecte sólo a la vitivinicultura, sino que alcanza a la totalidad de las economías regionales, lo que demuestra una vez más que el problema se centra en la implementación de la política económica nacional.
Una simple charla con los bodegueros permite conocer que están desconcertados. "Es ilógico. Cada vez que hay un concurso, obtenemos más medallas de oro, mientras los expertos internacionales nos califican cada vez mejor. Hemos entrado a jugar entre los grandes en lo que a calidad se refiere, pero eso no se refleja en las exportaciones", dijo con cierta dosis de preocupación uno de ellos, quien destacó que el malbec argentino sigue ganando espacios y tiene identidad propia.
"La variedad nos ha llevado a que también se nos califique con los mejores puntajes a los blends y también a otros varietales, cosa que antes no ocurría", señaló al destacar un concurso que ubicó a más de 40 vinos argentinos con un puntaje superior a los 90 puntos.
En cualquier otro momento, ese posicionamiento en calidad de los vinos argentinos le permitiría ampliar su ingreso en los mercados internacionales. Pero sucede que los problemas económicos generados por un dólar desfasado y una inflación creciente, han provocado que nuestros productos hayan perdido competitividad frente a sus principales competidores.
"En algunos casos hemos llegado al colmo de exportar casi a pérdida, con la sola intención de mantener los mercados, a la espera de que la situación se modifique", llegó a asegurar una de las fuentes consultadas.
Pedido a la clase política
Es más que preocupante también lo que está pasando con la coyuntura. La vitivinicultura está atravesando una situación grave, como consecuencia de los precios que se están pagando a nivel de productores. Todo ello generado por la existencia de un sobre stock de vinos que alcanzaría a los 200 millones de litros que están presionando sobre el mercado de traslado.
Todos coinciden en que la inacción, desde el plano del Estado es evidente, como consecuencia de que hay un gobierno que no toma decisiones, porque "se va" y otro "que viene" y que tampoco lo hace porque no puede, mientras paralelamente no anticipa pautas futuras por temor a ser calificado de "co-gobierno".
"Estamos indefensos y creemos que es el momento de que la clase política demuestre la grandeza suficiente para aclararnos el panorama", señaló un dirigente consultado, quien destacó que los equipos técnicos de Pérez y de Cornejo deberían reunirse para establecer qué se hará dentro de poco más de tres meses.
"En los hechos estamos con la cosecha encima, porque es el momento de la toma de decisiones", expresó un empresario, agregando que "lo que está en juego es el futuro de miles de productores que no van a poder sobrevivir a otro año de trabajo a pérdida…".
Los dirigentes sectoriales coinciden también en señalar que hubo algunas iniciativas oficiales que no dieron los resultados esperados, como el operativo mosto o la compra de uvas, entre otros, mientras por problemas de competitividad (volvemos a lo mismo) tampoco alcanzó el aporte que daba el Estado para la exportación de vinos a granel.
"Hay otros que, mejorándolos podrían funcionar, como los títulos vitivinícolas", dijo uno de ellos, mientras otro destacó que "tampoco puede descartarse la exportación si se nos mejora el plano de las retenciones o quizás con la implementación de un dólar diferencial".
Respecto de los TIVI se indicó que "el objetivo no es malo, sino que estuvo mal planteado y sería oportuno que la dirigencia política se reuniera con las entidades a los efectos de limar esos detalles".
Con relación a las exportaciones, se indicó que resultará una tarea complicada, en razón de que significaría "sacar" 200 millones de litros, una cifra similar al total de las exportaciones de la Argentina en la actualidad.
De las consultas realizadas, también se llega a la conclusión de que hay prácticamente unanimidad en señalar que, de no alcanzarse los resultados por las vías anteriormente señaladas, no debería descartarse la posibilidad de enviar vinos a destilación.
"Lo que pasa es que ahora están en una misma bolsa los vinos buenos junto a los que tienen problemas. Si eliminamos a estos últimos y los destilamos, el vino bueno puede aumentar su valor", expresó un dirigente, quien agregó que "tenemos que eliminar volúmenes en forma urgente y esa sería la salida más rápida".
Recordaron en ese esquema la charla que en su momento mantuvo la propia Presidenta de la Nación con los gobernadores de provincias y representantes de la industria, destacando que "cuando Cristina preguntó porqué no se exportaban los blancos escurridos que estaban afectando el stock, recibió como respuesta, de parte de un gobernador que no todos los vinos estaban en condiciones de ser exportados".
En este marco, también vale tener en cuenta la opinión del INV, quien destacó que "no hay dudas que el clima este año ha jugado una mala pasada y las bodegas hoy sufren las consecuencias de esta situación. En el último mes el INV ha intervenido por distintos motivos más de 3,5 millones de litros de vinos que seguramente terminarán con destinos no vínicos, por la estricta aplicación de la Ley 14.878. Esta situación se presenta en todas las provincias, sin embargo se debe destacar como positivo el cuidado de la calidad que se está teniendo de nuestros vinos".
Destaca que "también se está desarrollando una nueva normativa que permita tener un mayor control sobre los vinos que tienen dificultades para acceder al mercado por no responder a los parámetros de calidad exigidos por los compradores y finalmente por el consumidor. Estos productos generan presión como excedentes, disminuyen los precios de todos los vinos y no contribuyen a incrementar los pisos de calidad. De esta manera se avanzaría además con un trabajo permanente más cercano por parte del INV con las bodegas que deben incrementar los pisos de calidad".