Todos nos hemos sorprendidos. Vemos en las góndolas del supermercado "vino mendocino" de procedencia de Chile. Cuando se dio esta pelea allá por 2016, todos mirábamos para otro lado. Pusimos nuestras esperanzas, o no, sobre las espaldas de "Don Quijote y su escudero", entendiendo que luchaban contra grandes "molinos de viento" (monooligopolios vitivinícolas) y que sin nuestra fuerza de empuje es muy poco lo que pueden hacer.
Son muy pocos los que tienen la valentía de encaramarse en estas lides. Tengo la obligación de nombrar al diputado Ricardo Alfredo Mansur (UCR), quien se puso a la cabeza de esta contienda por la igualdad del reparto en la vitivinicultura, acompañado a veces por Niven (PD) y Priori (PRO), otras por Parisi (FPV), y desde otro ámbito por otros viñateros de Aproem.
Tal es su defensa y la convicción de su postura que le ha valido el enojo y aislamiento del propio Instituto Nacional de Vitivinicultura y del Fondo Vitivinícola.
Y algunos dirán, si pero les dieron subsidios. Sí, les dieron subsidios; y que representa eso a la hora de evaluar la ganancia de un pequeño productor con respecto a las ganancias de los grandes bodegueros y sus aliados?
Cuántos espejitos estamos dispuestos a recibir antes de darnos cuenta que esta estrategia pensada por seis o siete que manejan el sector desde afuera y desde adentro del país, terminará por destruir nuestra industria madre, nuestra cultura vitivinícola. Cuántos intendentes han alzado su voz frente a productores que se han visto damnificados por estas políticas dañinas para el futuro de la vitivinicultura. Ya es hora que todos nos subamos a esta discusión y defendamos de una vez por todas lo que por derecho histórico nos corresponde.
Claudio Daniel Aguilera
DNI; 12.537.577