La sostenida caída del consumo de vino es un problema que no se soluciona. Los diagnósticos se repiten, lo hecho para frenar la caída no alcanza y se consolida la baja.
En 1970 se consumían 97,8 litros per cápita y el último dato del Instituto Nacional de Vitivinicultura indica que estamos en los 20,2 litros en 2017.
Pasados 47 años sólo se consume el 21% de la medición de principios de los 70.
Entre las causas mencionan siempre los mismos factores: tendencia mundial, cambio de hábitos en el consumo, fuga de consumidores hacia aguas saborizadas por un nuevo estilo de vida que busca cuidarse más y evitar el alcohol, y cambio del vino por cerveza, entre otros.
El debate por el peligro de que la cerveza vaya desplazando el consumo de vino es centenario y todavía la industria no le encuentra solución.
Demasiado tiempo para seguirse lamentando.
Uno de los referentes vitivinícolas que conoce en profundidad los problemas del sector, el gerente de la Coviar, Carlos Fiochetta, señaló que los factores son varios y advierte que con una cosecha normal como la de este año, habrá equilibrio para las empresas y productores, lo que permitirá que haya previsibilidad.
Cree conveniente también una política tributaria diferencial para el vino, que se reconozca el valor agregado de la industria y la mano de obra que genera porque se complica la pelea con las otras industrias. Advierte también la necesidad de incorporar tecnología para que sea más eficiente la producción y así poder mejorar los precios.
Pero el dirigente fue claro al señalar que "ahora hay una necesidad de entender la caída. Los precios, la falta de integración y demás factores. Es obvio que algo pasó, en dos años se cayó fuerte. No hay una comprensión sobre las causas. Estamos en el ojo del huracán viendo qué pasó y tratando de proponer qué hacer más allá de lo que se sabe".
Destacó también que "las campañas de promoción necesitan más potencia, y eso es más plata". También afirma que el dinero para promoción debe salir del sector público y privado. "La mayor parte de los recursos han sido puestos por las empresas. Hay países vitivinícolas como España, Francia, Australia y Chile en donde el Estado financia la promoción y aquí no hemos logrado aceitar eso con el Gobierno".
Desde el Gobierno consideran que la promoción que fomentan los Estados en otros países es para exportar y no para el mercado interno. Afirman que se está negociando con Nación más reintegros a exportaciones para promoción externa. Además, señalaron que el Estado Nacional, vía reforma tributaria, dejará de percibir cerca de 400 millones de pesos en 2018 que quedarán en manos de las empresas del sector. "¿Qué van hacer con ese dinero, lo van a destinar a promoción o van aumentar su rentabilidad?", se preguntan.
En cuanto a las campañas de promoción, desde el Gobierno advierten que deben tener un objetivo y al finalizar es necesario saber si se cumplió o no.
Para colmo, los cerveceros afirman que el consumo subió después de cinco años de estancamiento y llegó a los 44 litros per cápita el año pasado. Al analizar las causas señalan: la suba del precio del vino, que es bebida sustituta de la cerveza; aumento del consumo en las mujeres, y el auge de las cervezas artesanales.
El precio del vino es un factor importante, hasta un ex gobernador involucrado en la industria se refirió al tema en una columna publicada por Los Andes el miércoles pasado. Es cierto que es más caro elaborar vino que cerveza. La industria deberá definir cómo manejar este factor. Pero lo cierto es que algunos vinos de gama media aumentaron hasta el 90% en góndola. Desde el sector miran con mucha desconfianza lo que sucede con los precios de los vinos en los supermercados y en los restaurantes. Lo cierto es que no va quedando margen para mucho más, deben encontrar una solución.
Las condiciones macroeconómicas sin duda impactan en el consumo, pero también le impactan a la cerveza, a las aguas y gaseosas. También, en 47 años vemos que el consumo de vino cae sostenidamente y sabemos que en ese tiempo el país atravesó por períodos en los que la macroeconomía estaba bien.
Hace más de 85 años, en las páginas de Los Andes los bodegueros señalaban con relación al remplazo del consumo de vino por cerveza: "Vino y cerveza no son en la práctica bebidas similares, de tal modo que al bebedor de vino se le pueda convertir, por razones de economía en el precio, a usar cerveza; al que consume ésta sería difícil hacerlo evolucionar hacia el vino. Ello no implica que la cerveza, por otras razones, no pueda con el tiempo extender sus dominios, sobre todo en base a las nuevas generaciones, pero obra de inteligente comercio será la de prever el caso manteniendo la predilección del jugo de la uva, cosa que, como decimos, ha de fundarse más que nada en la calidad, único medio efectivo de defender al vino". Aquí estamos, soportando los embates de la cerveza, el comercio "inteligente" al que apelaban no apareció y algunos responsables técnicos de establecimientos están "flojos de papeles" en el INV.
Insisto, el problema de la caída del consumo no es nuevo, lo vemos con claridad en el gráfico, pero sería bueno al menos frenar el descenso y no perforar la barrera psicológica de los 20 litros per cápita.
"Es un trabajo de todos no caer, de las empresas, del Gobierno y de las entidades. Debe haber consenso entre los actores, porque el sector tiene 200 mil hectáreas y si el consumo queda por debajo de los 20 litros per cápita hay actores que se quedan afuera", analiza el gerente de Coviar.
Las palabras de Fiochetta son sensatas, ahora tienen los distintos actores 9 meses para poder anunciar en la próxima Fiesta de la Vendimia que se frenó la caída del consumo de vino y se mantuvieron los 20 litros per cápita con la medición que arroje el INV sobre consumo referida a 2018.
