El vino amplía la oferta turística

Desde siempre, el vino se ha instalado como la principal actividad económica de base agraria en la provincia. No sólo por la cantidad de hectáreas implantadas, sino también por los ingresos en divisas y por la forma de distribución de esos ingresos a través de centenares de bodegas, de miles de productores y de decenas de miles de trabajadores en las zonas rurales.

Pese a los aspectos señalados, en las dos últimas décadas la vitivinicultura ha tenido un crecimiento exponencial. La reconversión de viñedos, el mejoramiento y el trabajo exhaustivo en las fincas respecto de los varietales, la incorporación de tecnología en bodegas y el esmero puesto de manifiesto por los enólogos, ubicaron al vino argentino en un excelente lugar en las exigencias de los consumidores, tanto a nivel nacional como internacional.

Las exportaciones aumentaron, de algunos cientos de miles de dólares a principios de la década de 1990 a más de mil millones de dólares en los últimos años, incluyendo en este aspecto al mosto. Y si bien en los dos últimos años se ha producido una meseta y se ha detenido el crecimiento, ello responde a factores externos de la industria, como es el caso de una inflación interna importante y un dólar desfasado, lo que hace perder competitividad a los productos argentinos.

Pero hay otros factores que hablan a las claras del respeto alcanzado por la industria local a nivel internacional. El más claro y concreto radica en que la presidencia del máximo organismo del vino a nivel internacional, la OIV, está en manos de una profesional argentina, Claudia Quini, que se desempeña en el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Debe destacarse también que sólo 12 años atrás otro mendocino, el ingeniero Félix Aguinaga, también ocupó, por elección, el cargo más importante en el organismo.

Otro aspecto no menos importante se centra en el hecho de que Vinandino, que este año desarrollará una nueva edición, está comprendido dentro de los siete concursos internacionales reconocidos oficialmente por la OIV.

Mendoza integra también el reducido círculo de Grandes Capitales del Vino, junto a Mainz, de Alemania; Bordeaux, en Francia; San Francisco y Napa Valley, en Estados Unidos; Porto, en Portugal; Ciudad del Cabo, en Sudáfrica; Bilbao y Rioja, en España y Florencia, en Italia. La organización se formó en 1998 con el objetivo de trabajar en conjunto para estimular el turismo vitivinícola internacional y fomentar intercambios culturales, económicos y académicos entre las capitales del vino.

Es precisamente en este último esquema donde se inserta la décima edición del concurso Best of Mendoza's Wine Tourism, en cuyo transcurso se dieron a conocer a los mejores referentes del mundo vitivinícola local y que competirán por el oro frente a los mayores exponentes de las restantes capitales del vino a nivel mundial.

En esa misma reunión se anunció que los turistas de Perú, Colombia y Chile que viajen por Aerolíneas Argentinas podrán hacer un "stop" en Mendoza, por 10 dólares extras en su pasaje y los de Brasil por 50 dólares.

Con la incorporación del turismo del vino, Mendoza ha ampliado sustancialmente su oferta a los visitantes. Cuenta con restaurantes, alojamientos y servicios de primer nivel internacional, con muestras de arte y con una arquitectura que combina al vino con el paisaje; una situación a la que no escapa el mendocino común, que ha advertido la importancia de la industria.

Al igual que lo que sucede en Bordeaux o en Porto, la sola llegada del viajero a Mendoza lo hace ingresar en un turismo enológico de primer nivel de calidad.