En 2020 se cumplirán 20 años de la existencia de la Reserva Natural Villavicencio que comprende unas 70.000 hectáreas, a través de un convenio entre el propietario del sitio –Aguas Danone de Argentina- y el gobierno de Mendoza.
Hoy todo el lugar se encuentra en apreciable buen estado general gracias a los beneficios de un acuerdo entre el Estado y un actor privado.
Así Villavicencio, ubicada en la zona norte del departamento de Las Heras, se ha convertido en una de las reservas más ponderadas del país. La compañía elaboradora de agua mineral gestiona y protege este ecosistema de enorme riqueza, donde habitan y crecen 200 especies de flora, 247 de fauna, 193 especies de aves, 21 de reptiles, 32 de mamíferos y tres de anfibios. Entre ellas, se destaca el guanaco, animal que ha sido declarado Monumento Provincial, al igual que el cóndor, que se puede apreciar en las alturas, y la jarilla, que es considerada flor provincial.
Las áreas de gestión son seis, con distintas competencias que hacen al funcionamiento de la reserva, como guardaparques, área técnica, educación ambiental, turismo, gastronomía y comunicación.
El visitante advierte que hay una dedicación de los administradores privados sobre este enorme espacio natural del norte provincial, y se aprecia el cumplimiento de la misión de conservar el patrimonio natural, cultural y social, garantizando los servicios ambientales a la comunidad y protegiendo un paraíso de la flora y la fauna de la región.
Asimismo, en la visita a la zona se aprecia el grado de involucramiento de los guardaparques, que controlan y libran una cruzada contra la cacería furtiva, además de estar alerta ante cualquier riesgo de incendio, que para un espacio de tanta fragilidad como es Villavicencio, sería catastrófico.
El personal, reiteramos es competente, pero nos preguntamos si no debería contarse con un plantel más numeroso en atención a la extensa superficie a cuidar.
En materia de riesgos de fuego nos parecen procedentes todos los recaudos que se toman y la cartelería existente llamando la atención sobre este aspecto. Sin embargo, pensamos que la autorización para encender fogones para asados a los costados de la ruta provincial 52, antes del inicio de la jurisdicción de la Reserva Natural, debería ser cuanto menos revisada y analizada. En efecto, en un determinado punto del camino, aproximadamente a la altura del kilómetro 16,5, personal de la reserva advierte que a partir de ese hito, próximo a Canota, ya no se puede encender fuego. Pero antes de ese límite, sí se puede y no se puede saber si el estallido de un siniestro accidental por un descuido o un fogón mal apagado, no desencadenaría un suceso de consecuencias devastadoras. Obviamente, los riesgos para la reserva en este sentido son muy grandes.
Igualmente antes de entrar al territorio del ecosistema, se observan varios focos de basura arrojada al costado de la cinta asfáltica, que dan muy mal aspecto. Deberían ser limpiados con más asiduidad por el municipio de Las Heras, ya que no es área de competencia de la empresa privada.
Por lo demás, las visitas a la reserva se realizan con resultados auspiciosos porque hay sectores delimitados para acampar o hacer picnics, se entregan bolsas para que el visitante retorne con sus residuos a sus casas y además se brinda material informativo sobre el peligro de incendio.
Otro aspecto que es muy positivo son las rutinas de educación, que personal de guías realizan con alumnos de escuelas públicas y privadas, que tienen como objetivo sensibilizar y concientizar a los chicos como futuros ciudadanos responsables del ambiente.
Además, aunque no hay aún definición por parte de la empresa, se espera que en un futuro mediato se pueda materializar la idea de convertir al emblemático hotel de Villavicencio, construido en 1940, en un museo.