Villa Hipódromo es algo más que un barrio, es un sentimiento, un lugar en el que llega o nace nunca más puede olvidarlo. El cantante Daniel Riolobos y el pintor Antonio Sarelli, son algunos de los nombres ilustres de ese pedazo de Godoy Cruz que late al ritmo de sus vecinos.
La calle Paso de Los Andes, columna vertebral del barrio, tiene en su esquina con Ortiz al club que tantas parejas formó en aquellos inolvidables bailes de carnavales. Y hoy, después de renacer de las cenizas tras el terremoto del 85, es casa del futsal, este deporte que no para de crecer.
Y justamente, también tiene a personajes ilustres de la actividad. Es por eso que convocó a Armando Corvalán, quíntuple campeón argentino con la selección mendocina y Pablo Stahringer, seleccionador de la C 20 también campeón nacional, quiénes están ligados de una y otra manera a la Villa y nos contaron anécdotas imperdibles.
"Yo estaba jugando en el club el día del terremoto", cuenta Armando. " Jugábamos un torneo de papi. Yo jugaba en el equipo con Gachinad y el Ale Yacopini. No sé por qué se había atrasado el partido. Terminamos cómo a las 12 y nos cruzamos al Mangucho a tomar una gaseosa y ahí fue cuando se vino el terremoto. Me acuerdo que estábamos agarrados a los postes de luz para no caernos", repasa de aquella noche en la que se empezó a escribir una nueva historia del club.
"Al Daniel se le cayó la tintorería. Tintorería Luxor. Ahí nos dimos cuenta que estábamos parados en el epicentro. Yo los conozco a todos, el Negro Pérez, el Negro Díaz el Huevo. Esos tenían todos un equipo que se llamaba "Perdón Pelé". Eran los mejores del mundo esos. El Felipe, el Adrián Distante, que ahora se hace llamar Adrián pero para nosotros sigue siendo Felipe. El Dany López, el Chaplin, el Capicúa. Nosotros éramos buenos, pero no como ellos que eran imbatibles. Se habían criado jugando ahí. Se llenaba de gente y los árbitros cobraban todos para ellos", risas y recuerdos que van apareciendo.
"Yo jugaba para el equipo de Tapón de Sevilla, que era una canchita chiquita en la que se jugaba con la pared. Ahí ganamos una final contra Godoy Cruz en el que estaba el Gato Oldrá, Rubén Almeida y el Rafa Iglesias. Yo jugaba para Helados Giunta y teníamos una camiseta verde y blanca. El.tema es que nosotros estábamos acostumbrados a jugar con la pared y ellos no. Un lugar que no sé cómo estará de papeles, pero hasta me acuerdo que cada uno teníamos una llave y entrábamos cuando queríamos", agrega Armando con esa pasión que produce el arraigo. Cuenta, además, que su amor por el barrio es muy fuerte. "Me fui solo seis años cuando me casé, pero después volví".
Pablo Stahringer escucha atento. El técnico multicampeón con Regatas y con la C 20, advierte que él es de Villa del Parque, "¿seremos rivales?", pregunta con tono jocoso y Armando le interrumpe. "No, no, no. Villa del Parque es el patio trasero de Villa Hipódromo. Está geográficamente demostrado", asevera ante la sonrisa de todos los que escuchan la charla en el mítico Café Sportsman.
Igual Pablo cuenta que su familia ha adoptado la esquina de Paso de Los Andes y Ortiz como su segunda casa y cuenta que "yo por cuestiones ideológicas no llevé a mis hijos a Regatas, que es donde yo trabajaba y vinieron acá y se sienten contenidos. No sólo aprendiendo a jugar al fútbol de salón, sino también contenidos y con ganas de venir que eso es muy importante. El club tiene un ambiente familiar. Yo jugué para los veteranos en el Apertura, pero ahora no lo estoy haciendo", repasa.
También hace hincapié que "es un club que tiene apenas diez años y ha crecido porque está haciendo las cosas bien. Esta es una zona muy salonera, está muy cerca el Jockey y Don Orione. Ahora, además, va a tener el estadio techado y eso es muy importante. Un logro que pocos clubes han conseguido. Me dijeron también que están soñando con el parquet y una buena iluminación que es clave. Eso lo va a ayudar y a obligar a crecer", agrega.
La charla se llena de nombres, de anécdotas y lugares Corvalán cuenta que alguna vez estuvo cerca de dirigir al equipo de la Villa pero finalmente no se dio. Ambos coinciden de que hay que tener un plan de trabajo. Escribir lo que se quiere y seguir el proyecto. Pero también coincidieron en elegir para su cuerpo técnico de la selección a Emanuel Palumbo, técnico de las formativas de la Villa Hipódromo, lo que demuestra su valía.
Dos monstruos que muestran porqué han llegado hasta donde llegaron. Apasionados, sabios, con contracción al trabajo. Dos hombres que hoy están con el corazón en ese pedacito de Godoy Cruz que crece día a día en silencio. Sin prisa, pero sin pausa. Porque aunque muchos no lo recordaban, el 26 de enero de 1985, ese lugar era un muestrario de escombros y hoy es un lugar de reunión, de aprendizaje, pero principalmente de trabajo y el trabajo que realmente sirve, el que se hace con pasión.