El Club Social y Deportivo Villa Emilia de pelota paleta, en Godoy Cruz, apenas a 10 cuadras de la plaza departamental, sobre la calle Bernardo Ortiz, es una de las joyas más preciadas del barrio, porque desde su creación se transformó en el lugar de reunión de la familia, los vecinos y los amigos.
Es uno de los clubes más antiguos del Gran Mendoza, fundado en 1940, según cuentan Guillermo Lencioni y Mario Cuevas, dos destacados pelotaris de larga trayectoria, que han sido dirigentes, instructores y siguen ligados a la entidad de sus amores con la misma pasión y entusiasmo de siempre.
En una antigua finca de viñedos y plantación de cerezas -terrenos que pertenecían a la familia Godoy, por lo que lleva el nombre de Emilia Quiroga de Godoy, madre del ingeniero Alfredo Godoy, antiguo propietario de esas tierras fértiles- fue donde se produjo el asentamiento de las viviendas que dieron origen al pintoresco, pequeño y deportivo barrio de Villa Emilia. Caserio que creció a la par del viejo frontón que el propio ingeniero Godoy hizo construir para él y sus amigos bodegueros, como don Julio Filippini.
El complejo se completó luego con la edificación de la cancha cerrada, con sus medidas reglamentarias. En un artículo escrito por Francisco Guerrero, periodista de Los Andes, publicado en noviembre de 2008, data sobre el conglomerado de Villa Emilia, allí rescata el testimonio y el sentimiento de los vecinos “el club es la fuerza del barrio, porque el frontón siempre está presente”, sensación que también comparten Lencioni y Cuevas.
Con distintas camisetas
La pelota paleta sumó a otras entidades de nuestro medio, entre ellas el Club de Gimnasia y Esgrima -en calle Gutiérrez de ciudad-, el Club Social Maipú, Club Mendoza de Regatas, Círculo Médico Mendoza, Club Atlético San Martín en la zona Este y Sociedad Española y Club de Pelotas en San Rafael, además de las canchas abiertas de Vialidad Provincial y de la IV Brigada Aérea, así llamadas porque han sido edificadas sin techo y sin paredes a la derecha del frontón, modalidad que torna al juego más exigente.
Una gran proeza
Guillermo Lencioni se entusiasma con sus recuerdos y evoca lo hecho por dos grandes exponentes de los años ‘60 -Alfredo Quijano (del Villa Emilia), y Ángel Benito (Gimnasia y Esgrima), que se convertían en una de las parejas más sólidas y más fuertes cuando representaban a la provincia en los campeonatos argentinos y que en esa época lograron el título nacional en mayores superando a jugadores con mucha mayor experiencia como lo eran los representantes de Capital Federal, Santa Fe y Córdoba.
“Resultó magnífico -explica- y demostró que se les podía ganar a deportistas que viven exclusivamente para esa actividad, como sucedió en aquella oportunidad”. En el historial también resultó significativo el éxito logrado por Ángel Frúgoli (Gimnasia), Gabriel Riquelme (V. Emilia), y Lucas Gattás (Sociedad Española), que en la década del ‘90 integraron la terna que trajo al país y a Mendoza el título mundial juvenil Sub-22, en la modalidad trinquete.
En la charla se recuerda como una de las grandes promesas a Ramiro Zulueta, un joven que mostraba una gran capacidad para la práctica de ese deporte por sus excelentes condiciones físicas y técnicas, pero que lamentablemente vio truncada su carrera a raíz de un accidente automovilístico.
En tanto que los dos hermanos Álvarez, actualmente en Villa Emilia, han sido campeones argentinos en menores y al igual que Gabriel Riquelme pertenecen a una camada que se formó bajo las enseñanzas de Mario Cuevas, ayer alumno y maestro.
Escuelas y maestros
Una recorrida por distintos clubes permite conocer la importancia que tienen las escuelas de pelota paleta, como la de Villa Emilia, porque se trata de un deporte muy exigente que a veces requiere de un aprendizaje demasiado largo, una concentración permanente y un buen estado físico, un deporte que se puede desarrollar hasta los 70 o más años. Dámaso Cilvetti ha sido uno de los maestros más valiosos por su larga trayectoria, además de Sergio Perelló, Pedro Lorenzo, Mario Cuevas, Carlos Da Peña y el profesor Zanni.
Francisco Saita, el primer gran campeón
En la zona Este, dominios del Club Atlético San Martín (otra de las entidades pioneras en el juego de la pelota paleta), se recuerda con mucho orgullo y nostalgia a la pareja que integraban Francisco Saita y Juan Capriolo, dos legendarios pelotaris de fama muy bien ganada.
Según las crónicas de la época reflejadas por Los Andes, Saita y Capriolo pasaban horas entrenándose frente al frontón albirrojo, por lo que se entendían de memoria. Esto les permitió en 1942 obtener el primer título oficial que hizo disputar la Federación Mendocina, halago que repitieron hasta 1948 en una demostración de clara superioridad.
Ambos participaron en dos Campeonatos Argentinos y en 1944 en Tucumán estuvieron muy cerca de regresar con la Copa pero una lesión de Capriolo lo impidió. Luego en Comodoro Rivadavia fueron cuartos detrás de Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, los máximos exponentes en el país. Saita destacaba siempre las enseñanzas que había recibido de Vicente Moreno, su viejo y querido maestro , y entre sus adversarios más leales recordaba a los hermanos Ciro y Pedro Chamorro, de Social Maipú, y la pareja Olmedo Aguirre, del Club Arizu.
También tenía palabras de elogio para algunos de sus compañeros, como Juan Capriolo; el juvenil Marigliano, en sus inicios en San Martín; Gazcón, con quien formó dueto en el club Atenas de Río Cuarto en 1949, donde había sido trasladado por su trabajo como empleado de Obras Sanitarias; Jorge Leiva, con quien jugó en el Club Luján cuando regresó a Mendoza para ocupar un digno tercer puesto y tenía 35 años; Carlos Tello, su compañero en Villa Emilia en la temporada siguiente; hasta su despedida a los 68 años en los veteranos del club de Godoy Cruz junto a Dámaso Cilvetti.