La VIII Cumbre de las Américas realizada en la capital peruana mostró la coincidencia política de los países más relevantes, pero también sus limitaciones para actuar sobre Venezuela y alinear la región.
El "Grupo de Lima", gestado en 2017 por los países que cuestionan al régimen de Maduro, coincidió en criticar las condiciones en las cuales se realizará el mes próximo la elección presidencial, en la cual seguramente será reelecto el Presidente, aunque sólo uno cada cinco venezolanos aprueben su gestión.
En esta posición convergieron los tres países del Nafta (EEUU, Canadá y México) los más grandes de América del Sur con la excepción de Venezuela (Brasil, Colombia, Argentina, Perú y Chile, más Paraguay y Guyana) cuatro de América Central (Guatemala, Honduras, Panamá y Costa Rica) sólo dos del Caribe (Bahamas y Santa Lucía). En conjunto tienen más del 90% del PBI del continente y el 85% de su población.
Pero como viene sucediendo en el ámbito de la OEA, esta articulación critica la Venezuela de Maduro, pero no logra alinear al resto de la región, donde está otra cantidad de países similar, aunque con mucha menor significación económica y demográfica.
Esta situación permitió al régimen venezolano evitar un pronunciamiento de la Cumbre desconociendo el resultado de la elección presidencial que tendrá lugar el 20 de mayo.
Cuba y Venezuela fueron los únicos excluidos de la convocatoria, con el argumento de que ninguno de ellos tiene un régimen democrático.
La primera vive un régimen totalitario desde hace casi seis décadas y la segunda con la próxima elección terminará de transformarse de populismo autoritario en totalitarismo, al pasar a controlar la Asamblea.
No acompañaron al "Grupo de Lima" los países de América del Sur que integran la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA): Bolivia, Nicaragua y Ecuador, aunque su gobierno está enfrentado con el ex presidente Rafael Correa. En una posición similar está Uruguay, por la presión del ala izquierda del oficialismo.
El Salvador, gobernado por la ex guerrilla del FLMN y dos pequeños países que fueron colonias europeas hasta hace poco: Belice en América Central y Surinam en América del Sur. A ellos se suman Santo Domingo, Haití y una decena de pequeños países del Caribe, que son islas.
La "petrodiplomacia" sigue siendo la causa central por la cual estos 16 países, que en conjunto tienen sólo el 10% del PBI continental o menos, no condenan a Venezuela.
Pero la cuestión es cómo el poder de EEUU, Canadá y los países más grandes de la región no logran neutralizar la influencia del petróleo venezolano.
Es que ellos no están dispuestos a realizar ni una inversión mínima para que cambien su postura frente al régimen chavista.
En el pasado, Washington dominaba la OEA realizando aportes económicos a estos pequeños países, ahora no lo hace. Cuando el mes pasado Colombia pidió asistencia económica a la administración Trump, sólo le otorgó 4 millones de dólares, para un millón de emigrados.
La paradoja es que pocas veces desde la Segunda Guerra Mundial, EEUU, Canadá, Brasil, México, Colombia y Argentina han coincidido en una posición regional, al mismo tiempo pocas veces ha sido tan marcada la incapacidad de alinear a los pequeños países del Caribe.
La ausencia de Trump y el retiro anticipado de su vicepresidente confirmaron la baja importancia relativa de la región para los EEUU. Fue la primera vez en ocho Cumbres que el presidente estadounidense no asiste.
En un año y medio Trump nunca visitó la región e iba a ser la primera vez que lo hiciera, buscando alinear la región frente a Venezuela y neutralizar la influencia de China, que es creciente en términos de comercio e inversiones.
El ataque a Siria fue la causa que originó la ausencia de Trump. No es algo nuevo. En los dos años de la primera presidencia de Clinton (1992 y 1993), el secretario de Estado (Vance) estuvo 20 veces en Damasco y ninguna en América Latina.
Pero el retiro anticipado de Pence no parece justificado, pese al ataque a Siria, dado que el vicepresidente no tiene un rol específico en una crisis de este tipo.
Estuvo el secretario de Comercio estadounidense (Ross), pero no llegó a plantear un proyecto de preferencias comerciales para la región, como se había dicho desde Washington en los días previos.
La posición estadounidense contra la influencia china fue planteada, pero sin ser acompañada de una propuesta alternativa. Sólo se confirmó que se sigue dejando en suspenso la aplicación de la suba de aranceles del acero y el aluminio, algo que importa a los principales países de la región, pero sin adoptar una suspensión definitiva.
La declaración de la Cumbre quedó así circunscripta al tema corrupción, que afecta a la mayoría de los países de la región y que incluso produjo la renuncia del presidente del país sede (Kuczinsky), menos de un mes antes de la Cumbre.
El caso Odebrecht que afecta a 15 países donde dicha empresa brasileña realizaba negocios de obras públicas -2 de ellos africanos- ha creado una situación política crítica en diversos países de la región.
La detención de Lula deriva de esta situación, al igual que la renuncia del presidente peruano. En Panamá, un ex presidente está detenido por esta causa y en Colombia dos ministros de Santos se vieron obligados a renunciar.
En México, el gobierno de Peña Nieto forzó la renuncia del procurador general para evitar que avance la investigación. En Ecuador fue detenido el vicepresidente, en la Argentina se viene demorando y en Venezuela está bloqueada.
En conclusión: pese a que dieciséis países integrantes del "Grupo de Lima", que representan más del 90% de la región en PBI, tomaron posición contra el régimen de Maduro, no pudo emitirse una declaración sobre ello; otros tantos países, en su mayoría pequeños estados del Caribe se opusieron, influenciados por la "petrodiplomacia" de Maduro; la ausencia de Trump y la partida anticipada de Pence mostraron la baja importancia relativa de la región para Washington y no fue presentada una propuesta comercial para ella, y el único punto de la declaración de la VIII Cumbre de las Américas estuvo referido a la corrupción, pero fue más una declaración de propósitos que una propuesta concreta para enfrentar el problema.