Vientos - Por Jorge Sosa

“Los vientos nos acosan. Creo que el gobierno debería tomar cartas en el asunto y cobrarles peaje.”

Vientos - Por Jorge Sosa
Vientos - Por Jorge Sosa

Los vientos siempre han sido preocupación de la humanidad, a tal punto que en muchas culturas ya pasadas eran considerados dioses. Ahí está Eolo, que era el dios de los vientos para los griegos, y que tantos dolores de cabeza le dio a Ulises en su viaje de regreso a su ansiada isla de Ítaca.

Sabido es que la temporada que abarca agosto, setiembre y octubre es una temporada de vientos en Mendoza. Pues este año nos han castigado intensamente encabezados por el Zonda, viento patotero que no tiene piedad de nosotros.

Cuenta la leyenda que Gilanco era un huarpe muy diestro en el manejo del arco y de la flecha. Bicho que se moviera cerca de Gilanco terminaba atravesado por sus dardos.

Gilanco encontraba placer en esta actividad y la desarrollaba a destajo. Un día se le apareció la Pachamama y le dijo: “Estás equivocado, Gilanco, no es cuestión de matar por matar. Podés matar si sentís hambre y entonces pedile perdón al animalito que sacrificás para satisfacerte, pero matar a diestra y siniestra no es algo que pueda permitirse. Si lo seguís haciendo voy a darte un castigo ejemplar a vos y para toda tu gente”. Pero Gilanco no le dio ni una pizca de importancia a los consejos de la Pachamama y siguió matando como se le daba la gana. Entonces la Pachamama envió un viento caliente como bocanada de diablo que se tragó a Gilanco y a toda su tribu. Era el viento Zonda, que se quedó a poblar la zona para siempre. Mirá, Gilanco, posiblemente tu madre haya sido una persona de bien, sin embargo…

Pues fue el Zonda el que incentivó el incendio que hace pocos días azotó nuestro pedemonte, posiblemente con un inicio accidental, aunque algunos dicen que fue una tentativa de emprendedores inmobiliarios para dejar sin cerros a la precordillera y así poder construir nuevos barrios privados...

Sin embargo, no sólo el Zonda nos ha castigado: hemos recibido vientos de los cuatro puntos cardinales. El del norte, calentito pero querendón; el del sur, que nos impregna con su frío y hace que en plena primavera manoteemos otra vez camperas y pulóveres. Gélido en su andar, el guacho, te hace tiritar los dientes y hasta los dedos de los pies.

La temporada de los vientos llegó con una paleta de vientos para el más exigente y nos obligó a cambiar de vestimenta varias veces.

Yo creo que el gobierno provincial debería tomar cartas en el asunto. Por ejemplo, cobrarles peaje a los vientos, ya que atraviesan a gusto y placer toda la provincia. En una de esas la piensan mejor y se deciden por otros lugares, aunque en otros lugares reinan otros vientos que son tan molestos como los nuestros. Tengamos en cuenta el Chorrillero en San Luis, que es más frío que novia enculada, o la sudestada que arrasa la provincia de Buenos Aires y trae al río como aliado.

Otra idea sería que así como hay aviones para la lucha antigranizo, se compren aviones para la lucha antivientos.

Los vientos nos acosan y uno sabe que tienen cierto lado beneficioso, pero se hace insoportable vivirlo con alguna dosis de alegría, porque tienen poco de alegres. Como el cielo es de ellos hacen lo que se les canta el cielo, que a veces es celeste bandera y a veces es marrón cascote.

Los vientos están con nosotros y no se les hinchan los ganglios por soplar.

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