El campeón argentino de los pesados, el neuquino Matías Vidondo, además de retener por segunda vez su título, escribió con un cruzado de izquierda, por lejos, la mejor victoria de su campaña al imponerse por nocaut técnico en el segundo round ante el porteño Marcelo Domínguez, ex monarca crucero del CMB.
En el Club Atlético Independiente, en la ciudad de Neuquén, como si se tratara de un tallista, el gigante patagónico (119,100 kilos) grabó la mejor mano de su vida como boxeador en el arco superciliar derecho del ex rey crucero (97) y la marca fue tan importante que la médica de turno, tras evaluar la herida, recomendó el epílogo prematuro de la pelea.
La trascendencia del triunfo y el orgullo que le generó fue tan grande que Vidondo, en un sincero gesto de humildad, se arrodilló sobre el cuadrilátero y le hizo reverencias al Toro, un hombre muy respetado en el ambiente del boxeo y quien en la ocasión intentó infructuosamente convertirse, a los 44 años, en el campeón argentino más longevo de la historia.
Durante el corto desarrollo que tuvo el combate, los protagonistas se tomaron el duelo con máxima seriedad y cada uno dejó en evidencia que tenía muy claro cuál era el plan que iba a intentar desarrollar.
El experimentado Domínguez, consciente de que su altura es de 1,77 metros, procuró reducir la distancia en el ring y recurrió para hacer blanco a su envío voleado de zurda.
Por su parte, El Matador, basado en su 1,94 de estatura, trató de estar fuera del alcance del retador y mantenerse en todo momento concentrado, aplomado, a la espera de su oportunidad.
Y fue así que el campeón argentino, futuro médico especializado en traumatología, ni bien se le presentó la ocasión, supo resolverla con ojo clínico y precisión.
En definitiva, la mano izquierda, que el día de mañana se va a dedicar a curar, en la noche neuquina impactó con exactitud y potencia sobre el rostro de Domínguez y así el radicado en Rosario se hizo más merecedor que nunca de semejante cinturón argentino.
Por lo tanto, a los 37 años, el pugilista con formación universitaria y admirador desde pequeño del formidable Muhammad Alí, además de conservar la faja, pasó a disponer de un récord compuesto por 20 éxitos, 18 de ellos expeditivos, un revés y un empate.
En cuanto al Gordo Domínguez, quien había regresado a la actividad tras siete años de retiro y desde entonces había ganado las seis contiendas en forma consecutiva, quedó con un palmarés en el que se totalizan 47 imposiciones, 25 de ellas drásticas, ocho derrotas y una igualdad.
