En la previa de los partidos de Copa América, como en un Mundial u otro torneo internacional, siempre aparecen situaciones extrañas o al menos poco conocidas. En Viña del Mar, un pareja de hinchas colombianos hacían honor de sus costumbres y comían hormigas culonas. De un tamaño muy grande, casi como de un maní, llamaban la atención de los argentinos, que también esperaban la apertura de las puertas del Sausalito.
Este tipo de hormigas (Atta laevigata) han sido ingeridas durante siglos, como una tradición heredada de culturas precolombinas como los guanes. Las reinas son las únicas comestibles. Para su elaboración son descartadas alas y patas, se sumergen los cuerpos en agua salada y se tuestan en sartenes de cerámica. Este alimento es usado tradicionalmente como regalo de bodas, por la creencia de que estas hormigas son un manjar afrodisíaco.