La cocinera Julieta Javeman, aún encerrada en su edificio, ha tenido que asistir a su vecina del 7G, la vieja loca de las palomas, ahí descubre documentos raros mientras espera noticias de su amiga Gisela.
Capítulo 3 : "La hermana tarada de Dumbledore"
No debes permitir que una bruja viva.
Éxodo 22:18
Julieta había empezado a sentir una extraña claustrofobia, podía subir a la terraza, podía caminar por los pasillos color pastel del edificio, pero la puerta de calle seguía cerrada, impidiendo la salida o entrada de cualquiera. Julieta pendulaba su atención entre su amiga Gisela, que seguía desaparecida y había dado señales de alerta, y su jefe enojado.
Usó un método casero que tenía para bajar la ansiedad, primero encender una pipa con una dosis pulgar de porro, después, ya recostada y escuchado Debussy traer un recuerdo agradable de esas personas que le causaban ansiedad. De su jefe no encontró, pero apenas cerró los ojos por segunda vez apareció la última imagen que tenía guardada de su amiga Gisela:
"Los cachetes redondos, los anteojos rojos marcando el rostro, Gisela rodaba por la alfombra que Julieta tenía en la sala, envuelta por el humo de la salvia se reía mientras describía lo que imaginaba: sueño con Merope, caminado por las calles de Londres, entre la niebla y el frío y la lluvia! , la panza tirante por el embarazo del mal, las alucinaciones con su padre y su hermano maltratadores, llorando siempre llorando ella, desesperada dando a luz en un callejón oscuro y vacío para morir después"
Julieta abrió los ojos, expulsó el humo y se puso a leer finalmente uno por uno los mensajes de su amiga. El primero decía:
De: Gisela Fantacci.
31/12/12 11:56 p.m.
Ssssoy la merope gaunt de esta familia…
Era claro que Julieta estaba condenada a un 2013 de desgracias, encierro, desmayos, palomas y barbarie. Lo que parecía terrible no era tanto, comparadas a las circunstancias actuales de su amiga Gisela. Si era cierto que los primeros días del año determinaban el resto, el año de Gisela estaría signado por la lujuria, el reviente y la combustión.
Gisela se despertó en una zanja, para peor en una zanja desconocida, un hilo de saliva se mezclaba con un cauce diminuto que su cabeza bloqueaba, había empezado a funcionar como una represa su cara metida en el lodo, del lado izquierdo el pequeño cauce se había hecho embalse y hasta un pequeño ecosistema se había instalado alrededor del cuerpo fláccido y fermentado de Gisela.
Levantó la cabeza liberando el agua y destruyendo la vida de los microorganismos que se habían asentado a su alrededor; ella era un conjunto de secreciones varias, la nariz chorreaba un líquido blanquecino, los ojos pegoteados, de la oreja izquierda barro. Gisela tuvo una ráfaga de esperanza cuando descubrió que conservaba sus zapatos nuevos, estaban sucios o parecían mas baqueteados que ella misma, pero estaban.
Alzó la vista y encontró la Montaña, salvadora, debía estar en alguna parte de San José, mientras se revisaba a si misma descubrió que una parte de su vestido estaba quemada y que su teléfono y su cartera y sus llaves habíanse esfumado. No le quedo otra que caminar hasta algún sitio civilizado, hasta la casa de su amiga Julieta por lo menos.
En su extensa caminata a través de los barrios bolivianos y evangelistas, llenos de familias y niños en las calles, Gisela tuvo un avance de lo que había sido su pesadilla la noche anterior, y de como todo había comenzado.
La casa familiar en Chacras estaba llena de familia, las primas y las hermanas de Gisela siempre más exitosas que lo normal, las tías divorciadas, el padre reprimido, el arbolito, los niños; Gisela siempre se había sentido una squib en su familia.
La historia que contaba su padre era heroica, se remontaba al nacimiento de su hija mayor y la entrada definitiva de la pareja en la clandestinidad, en la organización destinada a derrotar al innombrable; la lucha montonera, las bombas, el exilio interno.
Por eso ella había nacido en Córdoba. Sus padres eran solidarios, y luchadores, y habían unido sus fuerzas a otros para luchar contra los Death Eaters, pensaba Gisela, y ella, a diferencia de sus hermanas, había nacidos sin poderes, sin valores, sin esa magia que tenían todos en su familia.
Carlos Nayuris Ball era su padre, ahora juez y personalidad influyente en la ciudad. Los Nayuris habían sido una familia influyente y poderosa, a su vez famosos por su inestabilidad y violencia, Gisela atribuía la locura familiar a ciertos casamientos entre primos y otras prácticas endogámicas.
Sus abuelos eran dos hermanos que se habían casado con dos hermanas cuyos padres eran primos o sobrinos. Eso había llevado un poco a la ruina a la familia y a la ciudad entera, se casan entre ellos, pensaba Gisela.
Quizás su primer escape simbólico de la familia había sido a los trece años, cuando decidió que nunca más nadie la llamaría por el nombre que su madre había elegido, en cambio solo respondería al más vulgar y desclasado Gisela.
Después, cuando tuvo que poner su nombre en las redes sociales, también había elegido cambiar el apellido, no quería que nadie la relacionara con su padre. En apariencia ser Gisela Fantacci no había sido suficiente para escapar.
Tuvo una primera iluminación.
Soy Merope, dijo Gisela en voz alta esa noche de año nuevo. Soy Merope Gaunt. Le envió ese primer mensaje a Julieta, que no supo y si supo de que estaba hablando. Supo que hablaba de Harry Potter, siempre lo hacia cuando se ponía irracional, pero no supo específicamente a que se refería. Merope era la madre del mal, el personaje más patético y sufrido que recordaba.
Los libros de Harry Potter eran lo único que la había podido rescatar de toda esa tristeza familiar, no había sido el amor romántico, como ella esperaba, sino los libros de Harry Potter, y ni siquiera Harry Potter en sí, a quien odiaba personalmente, como lo debían odiar todos sus compañeros de clase por estar llamando la atención todo el tiempo.
Gisela había leído toda la saga con ansias y en contra de las opiniones de los demás en la familia, que miraban siempre con ojos desconfiados todo aquello que viniera del imperio. Gisela los había leído más de una vez y estaba al tanto de todas las sabidurías de la saga.
Como los padres de Harry, los suyos se habían recibido y se habían unido a un grupo, para luchar contra el mal en persona. La diferencia era que sus padres no habían muerto, que ella era un squib y que ahora el mal no había desaparecido, sino que había cambiado de forma.
Gisela moría de sed, el sol del mediodía le pegaba fuerte en el rostro y decidió descansar en una sombra, mojándose el cabello con el agua de una acequia. No podía controlar sus ideas, cualquier imagen despertaba palabras y las palabras sonidos, todavía seguía drogada y era peor, o mejor, como comer las sobras del día anterior, cuando los sabores ya se mezclaron.
Una melodía la despertó, era el ring tone de su teléfono, una canción vieja de Bjork, no lograba saber de donde provenía; después de un silencio supo que el sonido venía de su interior.
Tuvo una segunda iluminación. Dijo en voz baja:
"Soy Ariana Dubledore, he sido vejada, he sido maltratada y ahora mi magia se sale de control"
Dicho esto se dejó caer sobre las baldosas rojas, a la sombra, golpeando su cabeza contra el piso al mismo tiempo que el ringtone dejaba de sonar.