Como regalo de cumpleaños, Victoria Colovatti de Maipú obtuvo los atributos de Reina Nacional de la Vendimia 2017. En segundo lugar como Virreina resultó electa Romina Méndez Pattaro, de San Carlos. Ambas tendrán la responsabilidad de suceder a la amistosa dupla que formaron Giuliana Lucoski y Rocío Fuster.
Tras la postergación por la caída de la grúa en el teatro griego Frank Romero Day, ayer se realizó el Acto Central de la Fiesta Nacional de la Vendimia, denominado “Con el vino en la piel”, el espectáculo dirigido por Héctor Moreno.
Pero ésta, no fue la única característica especial que tuvo la fiesta mayor de los mendocinos. Este año, se incorporó la posibilidad de que la Reina de la Capital participara por la corona nacional, algo que solamente sucedió en 1986 (aunque en algunos registros se destaca la participación de la soberana capitalina en la Fiesta del Vino que reemplazó a la Vendimia en 1959).
Además, el voto del público dio el otro matiz para volverla una edición nunca vista (ver página 3). Por primera vez, en los 81 años de historia, se sortearon 300 votos en los distintos sectores, de acuerdo a la terminación del documento, para que los asistentes fueran los únicos responsables en elegir a la nueva soberana.
Poco después de las 22, la presentación de las 18 candidatas departamentales marcó el inicio de la fiesta 2017. El momento fue propicio para que las hinchadas de cada una de las reinas se hicieran sentir en la espectacular noche mendocina.
Así, arrancó el tan esperado espectáculo vendimial “Con el vino en la piel”.
Danzas y música en vivo
Con la eliminación de los números de teatro aéreo y de sombras, el espectáculo vendimial “Con el vino en la piel” apostó fuerte a los cuadros de danzas con cientos de bailarines en escena y piezas tradicionales, que con buen vestuario y el acompañamiento de la iluminación proporcionada, sobre todo, por las cajas lumínicas fue lo más sobresaliente a lo largo de cada una de las escenas.
En el inicio, “los ángeles de manos artesanas cuidan el alumbramiento vegetal del vino”. Así, hace su aparición el vino, interpretado por el bailarín Jonatán Luján. En pantallas de led, centradas en el escenario, el vino es protagonista y el momento marca el comienzo del viaje del hombre hasta éste.
De esta manera, el malambo se adueña de la escena con la aparición del General San Martín (interpretado por el actor Federico Ortega) y el homenaje a los 200 años de la Gesta Libertadora. Las visuales de las pantallas complementan la escena en vivo: el acampe de soldados, el Cruce de la Cordillera y el llamado del general a brindar con el vino nuevo que “nos acompañará en nuestro camino hasta la eternidad”.
La integración latinoamericana y la pasada de los pueblos originarios también quedaron representadas en el espectáculo con danzas en la fuente del Teatro Griego, los sonidos de percusión de la orquesta en vivo, las imágenes de lugares clave de la identidad de países de Latinoamérica y la pisada de la uva con un cierre de bailes a pleno, algo que se vio sucesivamente durante todo el show.
Maestros mendocinos homenajeados
Sin una conexión precisa entre cuadros, comenzó la primera parte del homenaje a los artistas mendocinos que dejaron su impronta en la provincia y en el mundo. Un aspecto de “Con el vino en la piel”, que su director Héctor Moreno, quiso priorizar en su guión para revalorizar el talento mendocino.
Primero fue el poeta Armando Tejada Gómez y el cuadro del legado de la palabra. En versión rapera, el poema “Hay un niño en la calle” y el actor Sergio Martínez en escena, interpretando al poeta. Su pluma, un tintero y sus libros formaron parte de la escenografía para este tributo.
Continuó, en la misma línea, el recordatorio a Juan Draghi Lucero con las leyendas de “Las mil y una noche argentinas”. Se mostraron imágenes del “futre”, aquel mítico personaje que habitaba en la montaña mendocina. La chacarera se adueñó nuevamente de la escena central, siempre colmando la totalidad del escenario de bailarines.
Abelardo Vázquez fue otro de los maestros locales reconocidos y con él, la mención al viento Zonda y el paso de un gran dragón, como signo de su estilo artístico. Un momento que sorprendió por la espectacularidad del animal. Como éste, el resto de la utilería y el colorido vestuario fueron de los aspectos que más deleitaron al público. Aunque una mención especial merece la orquesta en vivo, dirigida por Claudio Brachetta, ubicada a un costado del escenario.
Los artistas plásticos Fernando Fader, Juan Scalco y Marcelo Santángelo también tuvieron su homenaje en “Con el vino en la piel”, con la llegada del otoño como la paleta de colores que da Mendoza.
Cuadros conocidos, escenas infaltables
En la segunda mitad del espectáculo, el huarpe como constructor de la identidad de esta tierra mendocina, la danza de los telares a cargo de tejedoras y el tan esperado cuadro de la llegada de los inmigrantes se apoderaron de la atención de los presentes.
La importancia de éste para la evolución de la industria vitivinícola y la celebración por el vino nuevo dieron pie a números de danzas cargadas de alegría como tarantela, polcas, milongas, cuecas y gatos cuyanos en tiempo de cosecha.
Nuevamente, las visuales en las pantallas reforzaron el concepto de los bailes entre viñas y el trabajo en la misma. Como broche del cuadro, el director de la fiesta, Héctor Moreno, invitó a la Reina, Giuliana Lucoski, a bailar una cueca y gato cuyanos, en una explanada montada entre las gradas.
La tormenta acecha al viñedo y, por lo tanto, al trabajo del hombre. Un número de malambo representa el mal presagio. Sin embargo, el mensaje de la patrona de los viñedos renueva la esperanza. En voz en off: “Abrazo a la diversidad de todas las razas... sientan consuelo hasta el dolor y la desesperanza… crean en el amor. Así verán racimos de vida… Mendoza, tierra elegida para todos los milagros”.
El ingreso de la Virgen de la Carrodilla (personificada en una de las artistas) -que estuvo pensado, en un principio, como un número de teatro aéreo-, la procesión de trabajadores por la pasarela de la fuente y la clásica plegaria en la voz de Los Trovadores de Cuyo se convirtió, una vez más, en uno de los momentos más emotivos y aplaudidos de esta nueva fiesta.
Posteriormente, hubo una segunda vuelta de homenajes a varios mendocinos hacedores de la cultura local. En menor medida, y siempre acompañado de bailes figuraron los músicos Hilario Cuadros, Tito Francia y Félix Dardo Palorma y los escultores Eliana Molinelli y Roberto Rosas.
La serie de reconocimientos terminó efusiva y marcadamente con Leonardo Favio y sus recordadas películas. La orquesta interpretó la banda sonora de Nazareno Cruz y el lobo y las pantallas reflejaron fragmentos de sus films, al tiempo que hubo zambas, tango e interpretaciones en el escenario. Notablemente extenso, el público pudo repasar tranquilamente la filmografía del mendocino y apreciar la música que, sin dudas, fue un acierto.
Para el final, nuevamente el vino que “concluyó su viaje y comienza un nuevo ciclo”. El bailarín Jonatán Luján brindó un último baile solo a lo largo y ancho del escenario. Antes de finalizar, hubo en escena un tango más.
Con un saludo y brindis final, todo el staff en escena y los artistas protagonistas en la pasarela (San Martín, el vino, el cosechador, la tejedora, Tejada Gómez) se rindió un último homenaje a los trabajadores de la viña.
Las voces de cantantes mendocinos, entre otras, las de Sebastián Garay y Sandra Amaya volvieron a sentirse para la despedida que fue contundente: “Mendoza, con el vino en la piel”.
El público aplaudió efusivamente de pie y los artistas acompañaron el entusiasmo al grito de “sí se pudo”, en clara referencia a todos los inconvenientes de la semana pasada. Al finalizar el espectáculo, los artistas salieron a escena y se acomodaron en posición apuntando al lugar donde se cayó la grúa el jueves pasado. Además, pasaron un cartel que decía: Vendimia digna y segura para artistas, técnicos y público.