Víctor Saldaño, el cordobés de 47 años que desde 1995 está en el "corredor de la muerte" en una prisión de Texas, Estados Unidos, podría ser ejecutado en los próximos días en virtud de que el Tribunal Supremo de aquel país rechazó la última apelación de la defensa del argentino, condenado a muerte por un asesinato en Texas, en 1996.
Por más de dos décadas el Gobierno de Argentina, donde no hay pena de muerte, apoyó la defensa legal de Saldaño, por quien también abogó la Conferencia de Obispos Católicos de Texas y otros grupos opuestos a la pena capital.
Los pedidos del Gobierno de Argentina fueron apoyados por los de la República Dominicana, Uruguay, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, nicaragua, Paraguay, Perú y México.
El caso
Saldaño, oriundo de Córdoba, tenía 23 años cuando ingresó ilegalmente a Estados Unidos en 1995 y después de ocuparse en diversos trabajos en la ciudad de Nueva York llegó a Dallas, donde compartió habitación con el mexicano Jorge Chávez.
En noviembre de 1995, Paul King entró en una tienda de alimentación en Plano (Texas) a comprar el almuerzo para sus compañeros de trabajo de la cadena Best Buy, cuando Saldaño y Chávez lo amenazaron con un arma de fuego y lo llevaron a un lago cercano.
Según la Policía de Texas, Saldaño le disparó cinco balazos a King, le robó la billetera y el reloj y se marchó.
Saldaño fue juzgado en 1996 y, tras ser declarado culpable, fue condenado a muerte, mientras que Chávez recibió una condena de cadena perpetua.
En la audiencia para determinar la sentencia, el psicólogo Walter Quijano había afirmado que los latinos son más propensos a cometer crímenes y que el sistema carcelario tenía demasiados hispanos, algo que utilizaron los abogados contratados por el Gobierno argentino para que se anulara la sentencia, argumentando que ese testimonio estaba marcado por el racismo.
Pero tras un nuevo juicio, en 2004, Saldaño fue condenado de nuevo a la pena capital.
En un habeas corpus presentado en 2007 los abogados de Saldaño argumentaron que al convicto se le había negado la asistencia legal efectiva, un reclamo que el Tribunal de Apelaciones de Texas rechazó.
Argumentos
Un año más tarde, los abogados presentaron ocho argumentos por los cuales Saldaño cuestionaba la validez de su sentencia, tras lo cual el mismo Tribunal de Apelaciones de Texas aceptó solo uno de los alegatos del convicto y validó la sentencia de pena capital.
Lidia Guerrero, la madre de Saldaña, envió en 2013 una carta al papa Francisco, rogándole que intercediera para evitar la ejecución de su compatriota, y en dos ocasiones (marzo de 2015 y agosto de 2018) el pontífice declaró públicamente su oposición a la pena capital en todos los casos.
En la apelación final ante el Tribunal Supremo, los abogados alegaban que la segunda sentencia fue resultado del deterioro mental del reo causado por su aislamiento durante su larga permanencia en el corredor de la muerte.
El procedimiento que acaba con la vida de los condenados
El prisionero viste, por última vez, su tradicional uniforme blanco. Le sacan las esposas y le preguntan si quiere despedirse con unas palabras. Lo acuestan en una camilla, lo atan y le inyectan la primera sustancia para adormecerlo. El final llega con una nueva droga que le paralizará definitivamente el corazón. Sólo algunos invitados pueden observar la escena desde otra habitación, a través de un vidrio.
Así es cómo ejecutan en Texas, el estado con más condenados a la pena capital en todo Estados Unidos. Así es como, si no recibe un improbable indulto del gobernador, terminará su vida Víctor Saldaño, el argentino que permanece en el corredor de la muerte desde hace casi dos décadas.
Según expertos, su ejecución será concretada seguramente recién el año próximo.
Abogado, Kenneth Williams es profesor en el South Texas College of Law, y ha escrito decenas de libros y artículos sobre la pena capital. Conoce bien el caso de Saldaño y señala que "salvo un milagro", no hay chances de que pueda eludir la ejecución. Podría quizás tener una última oportunidad con un indulto del gobernador, el republicano Gregory Abbott, pero es un recurso que raramente prospera, asegura.
Para comenzar a activar el proceso de ejecución, el juez primero debe fijar una fecha, algo que todavía no ha hecho, dice Williams. En el período entre el día de Acción de Gracias (el 28 de noviembre) y Navidad, no se concretan las penas. Además, hay 5 personas que ya están con fecha fija. Según la página del Departamento de Justicia criminal de Texas, la última programada es para el 29 de abril del 2020, para un hombre que robó y mató en 1993. Recién después le tocaría a Saldaño.
Según el procedimiento habitual, una semana antes de la fecha, el condenado es trasladado a Hunsville, donde se ejecutan las penas capitales del estado.
Allí tienen derecho a cumplir sus últimas voluntades.
El abogado apunta al gobierno de EEUU
El abogado de Víctor Saldaño, Juan Carlos Vega, dijo que "la única sentencia (que podría ayudar a su cliente) es la de la CIDH, que EEUU no quiere cumplir", tras el rechazo de la Corte Suprema a revisar el caso.
El letrado hizo referencia al "Tratado que integra la Carta de la OEA y que fue ratificado por el Senado de los Estados Unidos en 1948".
"De allí que la decisión de fondo de la CIDH fundada en este Tratado Internacional sea obligatoria para Estados Unidos, y ninguna norma del derecho interno de ese país puede ser utilizada para suspender o neutralizar la vigencia operativa y el valor jurídico vinculante del Informe de la CIDH 76/16", agregó Vega.
La Corte Suprema de EEUU rechaza rever el caso. La semana pasada Vega participó de un encuentro en la CIDH, tras el cual manifestó su expectativa de que Estados Unidos cumpliera "con la decisión de fondo de la Comisión, ya que la víctima es una sola" y criticó el "racismo" de ese país para con su cliente.
"Este es el primer precedente en el Sistema Interamericano de DD.HH. que condena a los Estados Unidos por vicios de racismo en su sistema judicial", aseguro el letrado que patrocina al cordobés.
El final
Dogra y funeral. Las drogas que se les suministran a los condenados a muerte permanecen en secreto en Texas, pero se estima que la sedación es a través de pentobarbital. La mayoría de los ejecutados son sepultados en el cementerio del penal estadounidense.