La trayectoria en la función pública del Dr. Víctor Fayad cubre un itinerario que abarca desde el primer día del inicio de la democracia en diciembre de 1983 hasta la semana pasada en que debimos lamentar su deceso. Fue primero concejal donde ya demostró su voluntad de hacer, con propuestas muy osadas para cambiarle la cara a la Municipalidad de la Capital. Desde esos inicios se vio que todo lo suyo estaría cubierto con polémicas que lo llevarían a tener detractores y admiradores permanentes.
Como Intendente electo de la Capital en 1987 cumplió una gestión muy dinámica donde la ciudad de Mendoza vivió un importante auge de modernización. Con el éxito de esta gestión a cuestas Fayad intentó dos veces consecutivas ser gobernador de la provincia, no lográndolo. Luego fue diputado nacional por tres periodos. Pero en los últimos años de su vida volvió a sus principios como funcionario municipal, al ser reelecto otras dos veces como intendente de la Capital, desde donde prosiguió su obra inicial.
Más allá de su voluntad personal, está claro que la impronta tan decisiva que imprimió a la Capital mendocina desde su intendencia hizo que fuera muy valorado en esa función por encima de cualquier otra aspiración.
Sin embargo, Víctor Fayad no sólo fue un intendente reconocido con una gestión que será recordada de aquí en más mucho más por sus aciertos que por sus falencias, sino que tuvo una gran participación en la política partidaria del radicalismo como uno de sus primeros líderes en la renacida democracia.
Su influencia permitió que una importante camada de nuevos dirigentes radicales renovara al tradicional partido cubriéndolo con una impronta local y expandiendo su influencia no sólo en todo el territorio provincial, sino incluso a nivel de todo el país donde el radicalismo mendocino tuvo desde entonces un singular peso en la gestación de dirigentes nacionales. Las dos gobernaciones que logró el radicalismo en Mendoza, con Roberto Iglesias y con Julio Cobos, contaron con dos políticos que surgieron de la cantera del “Viti”.
Su gran virtud fue la convicción permanente en la singularidad de la política y su pasión profunda hacia ella. Siempre creyó que no se conduce desde las encuestas sino desde la convicción del liderazgo aunque a veces la misma llegue a chocar con las tendencias del momento en la opinión pública. Eso más de una vez lo llevó a excesos como “retar” al pueblo mendocino porque no lo haya elegido gobernador. Del mismo modo, en los últimos tiempos tuvo muchas diferencias con la mayor parte de los líderes de su partido e incluso el año pasado los enfrentó en una propuesta electoral que resultó un rotundo fracaso.
Pero esos son los avatares propios de toda una vida dedicada a la política donde éxitos y fracasos son inevitables cuando se encaran las cosas con pasión poco contenida aunque muy sentida. La misma pasión que lo llevó a convertirse en un hacedor dentro de un momento de la política donde se habla más de lo que se hace.
Siempre hemos sostenido que muy por encima de ser una profesión más, la política es básicamente una vocación que se tiene o no se tiene, y desde ese punto de vista es indudable que al Dr. Víctor fayad le sobró vocación junto a las ganas de hacer. La suma de las cosas que hizo bien y las que hizo mal se inscriben dentro de esa férrea voluntad de una personalidad pujante que sin lugar a dudas será recordada como la de uno de los más importantes líderes de la generación mendocina que construyó las bases de la nueva democracia en Mendoza, con sus pro y con sus contras.
Pero en estos momentos en que esa generación va siendo relevada por otra nueva, los jóvenes políticos deberán inspirarse en ella para mejorar continuando la obra de sus antecesores.
