El ritual se repitió con frecuencia, durante quince años: el cartero subía la cuesta del cerro Montjuic en Barcelona, dejaba la postal en el buzón de la casita alejada, América Sánchez salía a buscarla, sonreía al ver el remitente argentino y, con complicidad, ya planeaba una respuesta.
“Esto viene de la época preinternet -cuenta el diseñador Víctor Boldrini - una amistad de postal a postal”.
Fue así: a mediados de los '90s, cuando Boldrini cursaba en la facultad de Artes, solía curiosear en las librerías mendocinas volúmenes sobre diseño gráfico, algo que todavía no aparecía en las vidrieras pero que llegaba, en pequeñas dosis, a través de la editorial Gustavo Gili. A los 24 años, pues, se topó con una monografía de América Sánchez, un fotógrafo, dibujante, pedagogo y diseñador gráfico argentino afincado en España desde el '65.
Nueve años después, en vísperas de las fiestas, el mendocino decidió enviar a su admirado Sánchez una salutación. De hecho, en el estudio de diseño que ya había montado junto a Leonardo Ficcardi, creó una serie de estampillas para la ocasión que, como a muchos, le envió cual botella al mar.
- ¿Y la dirección?
- La saqué del libro.
Poco tiempo después, recibió una curiosa postal desde Barcelona. “Acá te mando la judía perona que me pediste”, respondió América como extensión del juego.
Sin pausa, pues, comenzó una serie de envíos que hasta hoy se mantienen, con postales que no tienen otra pretensión que ser lúdicas, casi experimentales”, explica Boldrini, más conocido por su apodo “Pupo” y autor de las etiquetas de muchos de los mejores vinos de Mendoza.
De modo que no pararon: que si uno le mandaba un catálogo, el otro una estampita; que si uno ilustraba una calle, el otro algún detalle sorprendente. Puro juego, sin pretensiones artísticas, sin decir “esto es lindo o esto es feo”.
“Lo curioso de este intercambio es que comenzó a través del correo tradicional, con lo que la espera, la ansiedad y la sorpresa formaron parte de esta curiosa relación”.
Claro que el contacto siguió por vía telefónica y luego cibernáutica hasta que finalmente se encontraron en España, donde se saludaron como viejos amigos.
Ahora, después de décadas de cruces, decidieron hacer un libro juntos que reuniera esa experiencia. Lo llamaron “Postales por avión”.
Libro de vuelo
"Esta publicación es un homenaje a las conexiones, a la paciencia , a la espera, a la sorpresa y al tiempo que todo lo vuelve a conectar", dice Víctor.
Dentro de las páginas del libro, el juego continúa: ambos se escriben unas líneas sobre el proyecto.
Víctor da el puntapié: “Pensé esta publicación como homenaje a uno de los últimos envíos por correo tradicional. Reunimos dibujos realizados sin ningún objetivo, por el simple hechode disfrutar el momento, de investigar y de experimentar. Al igual que los momentos que compartimos con los amigos, sin ningún otro fin que el de disfrutar de su presencia. Abrazo. V.B”.
Y América devuelve: “Muy cariñosamente respondo a la amable invitación de Pupo para editar una pequeña publicación de dibujos conjuntamente para los amigos. He seleccionado de mi colección de postales originales, casi al azar, todas verticales y de temáticas y de técnicas diferentes, mostrando algunos de mis caprichos y misturas del dibujo. Un abrazo.A.S.”
Como dos niños que juegan con figuritas, juntaron cientos de dibujos, ilustraciones y postales que luego de una arbitraria selección quedaron plasmados en el libro que fue presentado hace unos días en Mendoza, en la galería Cosset.
La curadora de esta obra fue Tite Barbuza, también reconocida diseñadora mendocina, a quien le tocó danzar con los dibujos de sus colegas y ordenar el caos creativo de tantos correos cruzados. La propia Barbuza define la obra como un “baile, donde todo vale, donde no hay reglas, salvo la de la propia limitación”.
El volumen reúne ilustraciones de ambos diseñadores. Se editaron apenas 300 ejemplares numerados.
“Hay un dato interesante -agrega Boldrini-, el cartero. En una de las postales de 2014, se me ocurrió agregar: 'Dale un abrazo al cartero de mi parte'. El hombre leyó el mensaje y se emocionó. Él, que había sido parte de ese intercambio durante quince años, se jubilaba esa tarde”. Esa fue su última entrega.
Diseño a la carta
América Sánchez se llama, en realidad, Juan Carlos Pérez. Adoptó ese nombre artístico tomando el real de su madre, su mentora en el territorio de las artes.
Nació en Buenos Aires, en 1939. Se formó como autodidacta, guiado por su musa maternal. En la década de los sesenta ya trabajaba como diseñador en Argentina, con influencias del pop-arte y aprendiendo estilo tipográfuico de la llamada Escuela Suiza.
Desembarcó en la España de Franco, en 1965. Se radicó en Barcelona, donde desarrolló la mayor parte de su proteica carrera, habiendo trabajado para el Museo Picasso, La Caixa, para el Ayuntamiento de Barcelona, el Teatro del Liceo, los humoristas Tricicle, el fútbol Club Barcelonay otra gran multitud de clientes de importancia.
Entre sus obras se halla el gran mural que en 1971 dedicó a Copito de Nieve compuesto de 240 postales personalizadas con intervenciones cromáticas, los bodegones del juguete Pipo, niño fumando, que se fabricaba en un taller de Gràcia, y su libro “Barcelona gráfica”, un catálogo editado en el 2001 con fotografías de rótulos de fachadas de comercios y de bares, anuncios, números de portales, iconografías, escudos, placas, azulejos y señales singulares de la ciudad.
Además de su faceta más creativa, también dicta clases en la Escuela de Diseño y Arte Eina de Barcelona.
Se ha especializado en identidad corporativa para empresas e instituciones. Combina su actividad de diseñador gráfico con una intensa labor de investigación y experimentación de otros campos de la imagen: fotografía, fotomontaje y video.
Desde 1963 realiza exposiciones personales y colectivas como autor fotográfico, e imparte cursos y conferencias audiovisuales sobre creatividad fotográfica.
Víctor Boldrini nació en San Rafael, hace 47 años. Es diseñador gráfico formado en la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo. Desarrolla su actividad docente impartiendo clases y conferencias en diversas universidades de Argentina y Chile. Junto a Leonardo Ficcardi fundó un estudio especializado en el mercado global de vinos y bebidas alcohólicas. Sus principales clientes son bodegas y compañías de Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Japón y Reino Unido.
Ambos se especializan en la creación de imagen de bebidas alcohólicas y lo que ellos llaman packaging, una ventana al consumidor que comunica mucho más que una idea.
La romántica costumbre de enviar postales
El intercambio epistolar entre maestros y discípulos tiene una larga historia. El estadounidense Chuck Palahniuk, creador de obras que inauguraron un género bizarro en la literatura contemporánea y que hoy son de culto, es conocido por incluirle a sus admiradores regalitos y pequeños gadgets adentro de los sobres.
Ya lo dijo también la escritora belga Amélie Nothomb: “Prefiero escribir cartas como un arte. No tengo una regla para hacerlo. Si recibo una carta deliciosa, contestarla es un placer”.
Tal como hicieran Víctor y América, ese ritual de enviar postales parece expandirse en tiempos digitales.
De hecho, la tendencia se amplía en Argentina, donde varios usuarios del portal Postcrossing parecen disfrutar de enviar por correo una postal de sus sitios favoritos y recibir otra a cambio, sea o no artística.
Postcrossing es una plataforma online donde se juntan las personas interesadas en intercambiar postales, vivan donde vivan. Cualquiera, pues, puede mandar y recibir tarjetas, sin importar género, edad o ideales. Es una comunidad a la que le encanta este tipo de conexiones. Eso aclara desde el sitio Paulo Magalhães, fundador de Postcrossing.com.
El método es simple: por cada postal que uno manda, se recibe otra. Lo curioso es que el sistema elige al azar el destinatario, uno no lo escoge. Nunca se sabrá hasta que llegue la carta, de dónde ni de quién proviene. El portal es gratuito, así que quien quiera sumarse, sólo tiene que crear una cuenta. El resto, lo hacen ellos.
Para empezar, el interesado debe convertirse en usuario, ingresando su nombre completo, país, ciudad de residencia y dirección completa con código postal. También, se le pide el e-mail y que cree un apodo y contraseña. Estos datos son privados, nunca serán publicados. Una vez que la postal llegue a puerto y se marque registrada, el remitente será elegido para recibir otra de una persona desconocida.
Toda una sorpresa. “La comunidad existe hace ocho años y hasta ahora no hemos tenido ningún problema a nivel seguridad. Diseñamos la página para que sea segura y tenemos varios sistemas de protección para prevenir que nadie tenga acceso a los datos personales”, asegura Magalhães.
Este intercambio es interesante para practicar otro lenguaje y conocer otras culturas vía imágenes y relatos del postcrosser. Hay algunos que incluso mandan regalos y artesanías, pero esto no es obligatorio.