"Entré a sacarla. Corrí por la escalera. Todo negro, todo un desastre. Los gritos. No había paredes. Y ahí la vi a mi sobrina, yo había entrado a sacarla, todo era un desastre. Los gritos. Mi sobrina que no resistió la explosión". Habla Esteban Impalari, el tío de María Emilia Elías, una de las víctimas de la tragedia. Esta joven, nacida hace 28 años con síndrome de down. María Emilia estaba ayer en su habitación cuando a las 9.30 saludó a sus hermanas, María Fernanda, su melliza, y Romina, que partían a sus trabajos. Cuando llegaron a la esquina las paralizó el estruendo".
"Tardaron en volver en sí. Cuando se dieron cuenta de que el edificio que habitan se habia vuelto un gigante desarmado, corrieron a la puerta, pisaron vidrios, madera, ropa. Pero fue Esteban el que corrió hasta el primer piso y divisó entre el desorden y el humo a María Emilia y su perra labradora."Era una chica con mucha fuerza, independiente, con ganas de vivir", sigue Esteban. La joven bailaba danzas árabes y hasta cumplió su sueño de conocer Hernán Piquín durante un concurso. El sueño que seguía quedó trunco: su tío quería sumarla a la empresa yerbatera de la que es dueño como administrativa.
"¿Pero sabés qué me decía? Que no correspondía porque iba a parecer que ella estaba acomodada", cuenta.
Frente a ese edificio que ahora es una mole frágil trabajaba Adriana Mattolini, esposa de Aldo Guidotti. Ellos llevaban adelante la pequeña galería de arte Jea y vendían marcos. Justo cuando María Fernanda y Romina saludaban a su hermana, Adriana le gritaba a su marido que había que salir de ahí, que tanto olor a gas era un peligro. Justo cuando las chicas llegaban a la esquina y sobrevino la explosión, Aldo lo logró pero Adriana no: quedó debajo de los escombros, malherida, y murió en la ambulancia camino al hospital.