La Salada local, habilitada y siempre llena

Miles de personas la visitan en Santa Rosa cada fin de semana buscando precio y, si se puede, calidad. Tras la escandalosa detención de su dueño, ayer la feria abrió aunque sigue sin habilitación.

La Salada local, habilitada y siempre llena

Luego de haber intentado desembarcar en otros departamentos, La Salada abrió en Santa Rosa en setiembre de 2013. Aquel año, la feria llegó a Mendoza junto con la primavera, aunque ese primer sábado llovió todo el día y el terreno que su dueño, Jorge Castillo (hoy detenido), compró en el kilómetro 920 de la ruta 7 se llenó de barro. Igual, unas 15.000 personas visitaron la novedad ese fin de semana: 200 puestos montados en carpas donde se exhibían toneladas de ropa a bajo precio.

En aquel momento, el ex intendente Sergio Salgado (FpV) le dio a la feria un plazo de 60 días para mejorar: la comuna le exigía terminar con la precariedad de locales de lona y cumplir con lo prometido en el proyecto: construir dos naves para alojar los puestos comerciales.

Desde entonces, La Salada abrió cada fin de semana y si bien las condiciones han mejorado, el lugar sigue como en 2013, sin habilitación municipal, porque no termina de cumplir con las reglas que se exige a cualquier comercio. "En enero firmamos un convenio que vence el 30 de julio; para esa fecha, La Salada tendrá que estar con sus instalaciones en condición de ser habilitada" dijo durante la semana la intendente Norma Trigo. La feria paga hoy  $ 160.000 a la comuna, a cuenta de tasas para el momento en que sea habilitada.

"Esto es una feria no un shopping y se está trabajando para mejorar, usted ve que hay maquinaria y obras en el predio. De todos modos, no creo que la clausuren porque acá trabajan 500 familias y muchas son de Santa Rosa. Sería un problema grande para un departamento donde no sobra trabajo", opina Ricardo, uno de los vigilantes que recorren La Salada. El hombre no viste uniforme porque su intención es pasar como cliente, pero mientras habla busca con la mirada cualquier intento de robo: "Acá la mercadería está al alcance de la mano y siempre hay 'mecheras' que buscan llevarse algo".

Pese a que su dueño fue detenido el miércoles en Buenos Aires acusado de asociación ilícita, La Salada de Santa Rosa abrió ayer con normalidad. "Es una unidad de negocio independiente que paga sus impuestos", aseguran desde la administración. Claro que en la feria nadie quiere hablar del tema y algunos comerciantes se molestan por las fotos: "Si salgo en el diario, el patrón se enoja", pide una jovencita que atiende un local de carteras y gana $ 35 por hora.

El alquiler de un local ronda los $ 800 diarios, aunque las esquinas y otros igual de estratégicos son más caros. Hay una playa de estacionamiento para clientes a $ 20 por vehículo, pero no es obligatoria y muchos dejan sus autos en la colectora de la ruta.

Aunque persisten problemas de luz y de agua, en estos cuatro años la feria dejó atrás la extrema precariedad con la que inauguró y hoy muestra 570 boxes de material y techo de chapa, distribuidos en una red de pasillos por la que es fácil perderse; allí, todo está lleno de ropa, de carteras, de calzados, y la gente va y viene por los túneles que forman la mercadería.

En La Salada, las artesanías y la comida la ofrecen los santarrosinos y la venta de ropa está a cargo de porteños y bolivianos; así está más o menos organizada la feria. Una docena de medias cuesta $ 100, un jean por $ 160, una boina a $ 50 y un equipo de gimnasia por $ 300. Un muchacho que atiende cuenta que casi se ha quedado sin mercadería: "Con todo el lío que hubo en La Salada de Buenos Aires no pudimos traer ropa y estamos con lo que quedó del sábado pasado", confía.

En la feria nadie entrega ni pide boletas; los precios son bajos y de todos modos hay regateo. “Hay cosas lindas, pero también mucha baratija -dice Míriam, que vino con la idea de vestir de invierno a sus tres hijos: “Los precios están bien, pero hay que mirar mucho porque la calidad no siempre es buena”.

Difícilmente la feria llegue a tener el casino que Castillo prometió en 2013 y, sin embargo, hay mejoras básicas que la gente agradece: los baños fueron habilitados y los pasillos ya no son de tierra. "¿No hicieron el cine?

Es cierto, pero lo bueno es que casi no hay una pieza para alquilar en Santa Rosa porque los feriantes de Buenos Aires las usan para almacenar mercadería”, dicen en la comuna, donde nadie quiere pensar en la posibilidad de clausurar la feria luego del 30 de julio: “Tienen que cumplir como cualquiera, pero sería un problema cerrarlo”, admiten.

Precios bajos: un jean a $160

La Salada abre todos los fines de semana de madrugada: “Llegamos a la 1 para agarrar un buen puesto”, explica Román, que vende artículos de ferretería en un local de lona, junto a la nave.

Los feriantes de Buenos Aires llegaron ayer en 16 colectivos: “La Gendarmería nos revisó en el camino. Eso nunca pasó y tampoco encontraron nada raro. Creo que es provocar al laburante y supongo que tiene que ver con lo de Jorge (Castillo)”, dice Carlos, mientras baja bolsones de ropa de una trafic.

Durante la madrugada, La Salada funciona para los mayoristas, los que van a buscar ropa y calzado para sus propios negocios. Las ofertas alcanzan en algunos casos al 60%, aunque la calidad en la mercadería varía mucho: “Vos acá encontrás un jean por $ 160 y es el mismo pantalón que en un comercio de la ciudad pagás a mil. El mayorista compra acá y después lo pone en una vidriera bonita, con muchas luces y le hace cinco veces el precio”, dice Daniel.

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