Viajan ahora, pagaremos después

Las cuentas del Banco Central, clave de lectura del final de juego kirchnerista.

Viajan ahora, pagaremos después
Viajan ahora, pagaremos después

Imagine por un momento que una inmobiliaria cotiza la casa donde vive Pepe, le dice que vale 25% más que hace un año (pasó de 400.000 a 500.000 pesos) y le ofrece venderla. Pepe declina la oferta pero, entusiasmado por la buena nueva, decide disfrutar de su “ganancia de capital”, toma un crédito por $ 100.000 y se va con su pareja de vacaciones al exterior.

Pues bien, algo parecido viene haciendo, hace ya demasiado tiempo, el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Cada año, la autoridad monetaria, cuya misión primordial es (o debería ser) preservar el valor de la moneda, cuenta como “Utilidad” el aumento del valor en pesos de sus reservas en divisas (o nominadas en divisas) y se lo transfiere al Tesoro, que así cubre una buena parte del déficit fiscal, esto es, la parte del gasto en exceso de la recaudación impositiva.

Recientemente, por ejemplo, el BCRA decidió transferir al Tesoro la totalidad de las “utilidades” así obtenidas en 2014, unos 78.000 millones de pesos.

Se trata, obviamente, de utilidades ficticias, de papel, que en verdad reflejan la constante pérdida de valor de nuestra moneda.

Pero el cuento es peor. Porque, además, la mayor parte de lo que el BCRA cuenta como activos en divisas son papeles inservibles, títulos intransferibles que el Tesoro le fue dando cada vez que le sacaba dólares o divisas de verdad para pagar deudas en moneda extranjera.

Esos activos tienen dos grandes componentes: las llamadas “reservas internacionales”, que en 2014 promediaron 28.000 millones de dólares, y títulos públicos “dolarizados”, unos 47.000 millones de “dólares” (con comillas) que en 95% consisten en esos papeles cuyo valor real es próximo a cero.

Así, en base a los números difundidos hasta ahora el economista Federico Muñoz calculó el “Balance 2014” del Central y llegó a una conclusión impactante: el grueso de la utilidad anual del BCRA se explica por la “valorización” en pesos devaluados de un activo que, en verdad, “vale nada”.

El cuento de horror monetario no termina allí. Porque el BCRA tiene también otras formas de transferirle recursos al Tesoro, como la propia cesión de reservas, los “Adelantos Transitorios” (que en rigor son definitivos) y la valorización de los Derechos Especiales de Giro (DEGs), la moneda de cuenta en que se mide la “cuota-parte” de la Argentina en la integración del capital del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sumando todo eso, calculó Muñoz, entre 2010 y 2014 el BCRA transfirió al Tesoro la friolera de 104.000 millones de dólares.

Esas transfusiones no mejoraron las cosas. Por un lado, la deuda del Tesoro siguió aumentando. Por el otro, el BCRA mostró una importante merma en el nivel de reservas, al tiempo que se degradaba la calidad de sus activos.

A fines de 2011, cuando Cristina Fernández comenzó su segunda presidencia, las reservas del BCRA eran poco más de 46.000 millones de dólares, de los cuales algo más de 35.000 millones (más de tres cuartos del total) eran divisas de verdad y “propiedad” del Central.

Ahora, en cambio, de los 33.900 millones de dólares que supuestamente tiene de “reservas”, más de la mitad no son de su propiedad. Una buena parte son préstamos internacionales (el equivalente a unos 5.500 millones de dólares provienen de un “canje” de monedas con China, otros 3.000 millones de créditos del Banco de Francia y del de Basilea), otra parte, de cerca de 8.000 millones de dólares, son reservas en dólares que los bancos privados tienen como “encaje” de depósitos en divisas de sus clientes y que el BCRA insiste en contar como propias, otros 1.600 millones son los “pagos de deuda externa” que no se pudieron hacer debido a fallos adversos del juez neoyorquino Thomas Griesa.

Algunos analistas también restan de las supuestas reservas la deuda del BCRA con importadores, a los que aplica un cepo cambiario riguroso. Con todas esas deducciones, las reservas se reducen de casi 34.000 millones a cerca de 15.000 millones de dólares “propios”.

Pero el dislate monetario sigue. Como hasta los funcionarios kirchneristas saben que el Jauja monetario puede provocar inflación, tratan de neutralizar una parte a través del BCRA, colocando títulos entre los bancos, de modo de sacar de circulación y “esterilizar” al menos una parte del dinero emitido.

Como esa política lleva varios años, el stock de esos títulos aumentó y las tasas que el Central paga para que los bancos los acepten es de 25 a 30% anual, el BCRA va engrosando su “déficit cuasifiscal”. Sólo en 2014, fueron casi 60.000 millones de pesos.

Para revertir la tendencia es necesario que la economía genere divisas genuinas, vía exportaciones y superávit comercial. Y que luego el Tesoro no le “robe” las divisas al BCRA.

Pero las exportaciones llevan 18 meses consecutivos de caída y en los primeros cuatro de este año el saldo comercial fue 69% inferior al de igual lapso de 2014. Y aun si el sector externo anduviera mejor, difícilmente alcanzaría para saciar la voracidad de un fisco cuyo gasto crece al 39% anual, contra 32% al que lo hacen los ingresos.

Este desastre macroeconómico, que está destruyendo varios sectores de la industria, los servicios, las economías regionales y hasta dañando producciones en las que el país fue siempre muy competitivo, se disimula con crédito chino, dólar planchado y consumo en cuotas.

Como saldo es paupérrimo, pero como hace seis meses las perspectivas lucían mucho peores, este aire de calma chicha bastó para que Axel Kicillof sea considerado un gran activo político. “Es necesario en cualquier gobierno”, dijo el jefe de Gabinete de Scioli, Alberto Pérez, del ministro de Economía de peores resultados en doce años de gestión kirchnerista.

Pues bien, Kicillof es el Pepe del inicio y se fue de vacaciones con Cristina. Al regreso nos dejarán la cuenta del crédito. Y tendremos que evitar que nos rematen la casa, que ellos en realidad alquilaban.

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