En una época, fue la mirada torva de Clint Eastwood la que definió cómo era el paradigma del tipo rudo de Hollywood. El modelo fue variando con los años y desde 1980 mutó según géneros y actores: del molde inflado y áspero de Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone al modelo que restó bíceps y agregó simpatía de Mel Gibson o Bruce Willis. En el medio, extremos y variantes del galán (Will Smith) y del concentrado de testosterona (Vin Diesel).
La cartelera actual de Mendoza y el país es un ejemplo de cómo han cambiado los tiempos, los íconos de acción, y de cómo actores que empezaron con otros perfiles supieron cambiar. Más de 100 funciones diarias en todas las salas tienen a Robert Downey Junior canchereando al estilo Tony Stark en “Iron Man 3”; en su cuarta semana en cartel, Tom Cruise sigue salvando el planeta en una veintena de funciones diarias de “Oblivion”; y desde el jueves pasado vino a sumarse Gerard Butler, que además de cantante y abogado pasó a ser un héroe de acción en “300” y ahora su personaje se encarga de salvar (por enésima vez) al presidente de los Estados Unidos en “Ataque a la Casa Blanca”. Y si bien en la pantalla no se cruzan, en la taquilla es donde se ven los pingos.
Tom Cruise, el de la eterna juventud.
Si algo tienen en común los tres actores es que nacieron en la década de 1960. Y que sus personajes fueron galanes a los 20, pero salvaron el mundo a los 40. Tom Cruise, el hombre que parece haber firmado un contrato de juventud eterna con la Cienciología, comenzó como el galancito de “Risky Business”, “Cocktail” o “Top Gun”, y después de varias películas se instaló con la escena en la que pende de un hilo en el rol de tipo de acción en “Misión imposible” (franquicia que ya tiene la quinta parte confirmada). Llegaron luego “Colateral”, “Sentencia previa” y “Jack Reacher”, estrenada hace unos meses.
Ahora, en “Oblivion, el tiempo del olvido”, regresa como un héroe del futuro, con armas que darían envidia a los jedis de “Star Wars”, una moto que le conseguiría cualquier cita y la destreza de un atleta. Cruise es uno de los pocos sobrevivientes en el planeta Tierra y se arroga la "pequeña" tarea de salvar lo que queda en pie del planeta. Y frunce el seño cada vez que lo intenta.
Robert Downey Junior, descontracturado.
Nadie hubiera apostado un chelín en la década de 1990 por Robert Downey Junior como actor de acción. Después de varias comedias románticas y de consagrarse como actor en “Chaplin” (película por la que fue nominado a un Oscar) le llegó el tiempo de escándalos y la prensa amarilla, con entradas y salidas de prisión, problemas de adicción y hasta tenencia ilícita de armas, el actor pasó unos años de ostracismo, de los que volvió más fresco y sobrio que a los 20.
Marvel se jugó a elegirlo como el carismático Tony Stark en la adaptación de “Iron Man” (cuya tercera parte ya rompe récords de taquilla y tiene confirmada una cuarta entrega). Altanero, seductor y con un sentido de la ironía que pocos personajes de acción tienen, el actor le dio el tono justo a su superhéroe. Además, se embarcó en otra trilogía con Sherlock Holmes, en la que dotó al personaje de Arthur Conan Doyle de cualidades similares: acción, humor, carisma en cuotas industriales y alguna que otra adicción (al trabajo).
Gerard Butler, áspero y furioso
. Gerard Butler, como lo fue en su momento Bruce Willis, puede dar con el perfil de actor de comedia romántica o de feroz film de acción: de “La cruda verdad”, en la que seduce con bombones a Katherine Heigl, o la reciente “Jugando por amor” a “300”, en la que espanta espectadores con litros de sangre y furia espartana.
Tras el hit de “300”, el escocés continuó con la acción de época en “Coriolanus” y fue fichado por Guy Ritchie para “RocknRolla”. Él también, como Downey Junior, tuvo un lapso de “rescate”, para ordenar sus cosas tras una declarada adicción a los medicamentos. Ahora, en “Ataque a la Casa Blanca”, se pone en la piel de un patriota redimido. Interpreta a un ex guardia presidencial que queda atrapado en la Casa Blanca en pleno ataque terrorista y debe salvar al presidente de la Nación, a quien quieren secuestrar. Como paladín de la justicia de los Estados Unidos o como el temible Leónidas, Butler pone gesto recio y le da una cuota de virilidad a la vieja usanza a la pantalla.